/ lunes 27 de febrero de 2023

Los Garcías Lunas pululan...

Hace algunos años, cuando estuve a cargo de un área de capacitación policial, mi superior jerárquico, quien es un renombrado especialista en el tema, me daba las indicaciones correspondientes del trabajo a realizar.

Una de ellas era el supervisar que el trabajo de capacitación fuera completo para que los policías egresaran con los conocimientos básicos suficientes y poder brindar el servicio. Siempre le hice la mención que estaba enterado de todo lo que sucedía, y vino la siguiente indicación: “Confía pero verifica”.

Ninguna indicación ha sido tan específica y tan importante como esta en mi desempeño profesional. Pero ahora en los tiempos donde se crean realidades alternas en seguridad y donde los discursos están siendo más atractivos que los hechos, yo la perfeccionaría y sugeriría: “No confíes y verifica”.

Y esto queda demostrado con el caso de moda —García Luna—, donde personajes de este tipo pululan en el ámbito de la seguridad y crean realidades alternas a los políticos que confían en ellos y sus proyectos “disruptivos” de seguridad. Nada más falso. Y como lo hemos comentado se convierten en la sepultura política de futuras aspiraciones. Por ello es indispensable que no se le brinde la confianza a quien no conoce el territorio, no lo ha caminado y sobre todo quien pretende crear a través de la palabra, de los discursos y de las presentaciones bonitas, lo que los hechos por sí solos tienen que demostrar.

Es por ello que en el rubro más importante de un eje de gobierno, como lo es el tema de seguridad, se verifique de una manera importante la experiencia positiva de los personajes que se acercan a querer enclavarse en un gabinete de seguridad. Y no se les brinde la confianza. Los Garcías Lunas siempre van a existir en todos los ámbitos y niveles de gobierno, ya lo tuvimos en el ámbito federal, pero estatales y municipales siempre los tendremos y a raudales.

Sobre todo en el último nivel, el municipal, donde normalmente los ediles no se dan a la tarea de verificar y sí a depositar una confianza —muy excesiva— en proyectos que son vendibles únicamente por la cantidad de palabras rimbombantes, discursos seductores, atractivas presentaciones y que para nada concuerdan con la triste y sombría realidad que viven los ciudadanos y se pretende ocultar detrás de una “disrupción” prefabricada y endeble.

A Vicente Fox y Felipe Calderón se les cayó desde hace mucho el discurso de seguridad por lo cruento de sus sexenios, la cantidad de procesos tirados en tribunales derivado de lo endeble de las acusaciones (léase el michoacanazo) y que en nada supervisaron de manera directa a sus propios mandos. Les depositaron una confianza ciega y su capital político que políticamente están pagando y que en los hechos representaron muchas muertes e injusticias que hasta el día de hoy no han sido resarcidas por el sistema.

Es por esta razón, que es importante que antes de que todo proyecto político siga un camino y se convierta en gobierno, se revise la cantidad y calidad de personajes que se acercan o acercan algunos intereses y que van a trabajar los planes de seguridad.

Que estos sean supervisados de manera directa, sin confianzas y sin ningún tipo de concesión.

Los hechos y sobre todo, la percepción de conocimiento de terreno se manifiestan al momento de establecer un plan de trabajo acordes a las necesidades de cada territorio o sector por medio de trabajo de campo e investigación.

No necesariamente los despliegues imperiales o la tecnología harán lo que los propios policías con su inteligencia pueden trabajar a ras de tierra. Con estrategias de investigación y de prevención —por cierto muy olvidada últimamente en los temas municipales— para poder realizar un trabajo operativo científico y que pueda trasladar las palabras a los hechos.

Es menester de quien gobierna una territorialidad no dejarse seducir por discursos prefabricados, verificar antecedentes de productividad de los que llevarán los proyectos de seguridad y supervisar de manera directa que lo que se dice en la palabra, se ratifique en las calles con los hechos. Y que los ciudadanos tengamos la misma percepción, es decir, la seguridad de salir a caminar en las calles sin la desconfianza de ser asaltados o violentados en patrimonio y persona.

La política de seguridad está hecha de datos duros, de estadísticas frías que desnudan las palabras plasmadas en una presentación oficialista o de discursos llenos de falacias que sólo vende para el gobernante, que paradójicamente, puede sepultar sus aspiraciones porque en el eje de seguridad a diferencia de los demás es el que tiene en sus manos el detonante económico, social y político de un proyecto a corto y mediano plazo.

La lección política de este episodio, que por cierto no se da en tribunales mexicanos, sino estadounidenses, es que la seguridad no se deposita de manera ciega o se deja de verificar. Siempre hay que salir a territorio y caminar, verificar que el personal cumpla con los lineamientos, requisitos y herramientas establecidos para el desempeño de sus labores y que el ciudadano confirme los datos.

Sin la calificación ciudadana real —y no de grupos elitistas—, los proyectos de seguridad carecen de legitimidad y deben ser desechados, porque el ciudadano real, sí, ese que sale a las cinco de la mañana a la parada del transporte colectivo confirme que se siente seguro y que no ha sido robado, no es tomado en cuenta, entonces estamos obviando la realidad y construyendo una alterna que en poco tiempo se caerá al revelarse las cifras oficiales y no las prefabricadas para justificar una nula estancia en los cargos de mando.

Genaro García Luna siempre estará presente en todos los niveles, porque la pretensión de emular su poder y su corrupción es una atractiva seducción para quien esté al cargo de una corporación de todos los niveles. Y perfiles como estos, navegan vendiendo proyectos de seguridad desechables, pero atractivos al inicio.

En las manos de quienes gobiernan está el parar a este tipo de personajes que en nada abonan a los proyectos políticos y sin en cambio, entierran futuras aspiraciones.

El remate…

El Consejo Mexicano para la Seguridad y la Justicia Penal dio a conocer el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, derivado de una investigación con datos de gabinete y oficiales, proporcionados por las entidades de seguridad y justicia en el mundo. México cuenta tristemente con un protagonismo latente y ni qué decir de Michoacán que cuenta con tres ciudades.

La ciudad de Zamora está ubicada en el segundo lugar, Uruapan en el séptimo y Morelia en el lugar treinta y tres. Espacios nada honrosos para un estado que busca atraer capital extranjero y que la prioridad por el momento debe ser establecer un esquema de seguridad real, permanente y consistente.

El nada primer lugar honroso fue la ciudad de Colima, donde desde el 2019 ha habido una escalada en los índices de violencia y de gobernabilidad, derivado de una nula política de seguridad implementada por el municipio y donde las instituciones de seguridad fueron endebles y corruptibles a tal grado, que hoy derivan en una crisis de seguridad permanente en ese territorio.

2019 de Colima es equivalente al 2023 de Morelia.

No esperemos a que el 2025 de Morelia sea equivalente al 2023 de Colima.

Tiempo al tiempo.


José Alberto Guerrero Baena Doctorante en Política de Seguridad Universidad de Sussex, Reino Unido, Analista y Consultor en Seguridad Pública, construcción de Policía e Integrante y Coordinador en Michoacán del Observatorio de la Guardia Nacional y Militarización de México.

Facebook: Alberto Guerrero Baena y Alberto Guerrero Baena II

Twitter: @SoyAlbertoGB

Instagram: @soyalbertoguerrerobaena

Hace algunos años, cuando estuve a cargo de un área de capacitación policial, mi superior jerárquico, quien es un renombrado especialista en el tema, me daba las indicaciones correspondientes del trabajo a realizar.

Una de ellas era el supervisar que el trabajo de capacitación fuera completo para que los policías egresaran con los conocimientos básicos suficientes y poder brindar el servicio. Siempre le hice la mención que estaba enterado de todo lo que sucedía, y vino la siguiente indicación: “Confía pero verifica”.

Ninguna indicación ha sido tan específica y tan importante como esta en mi desempeño profesional. Pero ahora en los tiempos donde se crean realidades alternas en seguridad y donde los discursos están siendo más atractivos que los hechos, yo la perfeccionaría y sugeriría: “No confíes y verifica”.

Y esto queda demostrado con el caso de moda —García Luna—, donde personajes de este tipo pululan en el ámbito de la seguridad y crean realidades alternas a los políticos que confían en ellos y sus proyectos “disruptivos” de seguridad. Nada más falso. Y como lo hemos comentado se convierten en la sepultura política de futuras aspiraciones. Por ello es indispensable que no se le brinde la confianza a quien no conoce el territorio, no lo ha caminado y sobre todo quien pretende crear a través de la palabra, de los discursos y de las presentaciones bonitas, lo que los hechos por sí solos tienen que demostrar.

Es por ello que en el rubro más importante de un eje de gobierno, como lo es el tema de seguridad, se verifique de una manera importante la experiencia positiva de los personajes que se acercan a querer enclavarse en un gabinete de seguridad. Y no se les brinde la confianza. Los Garcías Lunas siempre van a existir en todos los ámbitos y niveles de gobierno, ya lo tuvimos en el ámbito federal, pero estatales y municipales siempre los tendremos y a raudales.

Sobre todo en el último nivel, el municipal, donde normalmente los ediles no se dan a la tarea de verificar y sí a depositar una confianza —muy excesiva— en proyectos que son vendibles únicamente por la cantidad de palabras rimbombantes, discursos seductores, atractivas presentaciones y que para nada concuerdan con la triste y sombría realidad que viven los ciudadanos y se pretende ocultar detrás de una “disrupción” prefabricada y endeble.

A Vicente Fox y Felipe Calderón se les cayó desde hace mucho el discurso de seguridad por lo cruento de sus sexenios, la cantidad de procesos tirados en tribunales derivado de lo endeble de las acusaciones (léase el michoacanazo) y que en nada supervisaron de manera directa a sus propios mandos. Les depositaron una confianza ciega y su capital político que políticamente están pagando y que en los hechos representaron muchas muertes e injusticias que hasta el día de hoy no han sido resarcidas por el sistema.

Es por esta razón, que es importante que antes de que todo proyecto político siga un camino y se convierta en gobierno, se revise la cantidad y calidad de personajes que se acercan o acercan algunos intereses y que van a trabajar los planes de seguridad.

Que estos sean supervisados de manera directa, sin confianzas y sin ningún tipo de concesión.

Los hechos y sobre todo, la percepción de conocimiento de terreno se manifiestan al momento de establecer un plan de trabajo acordes a las necesidades de cada territorio o sector por medio de trabajo de campo e investigación.

No necesariamente los despliegues imperiales o la tecnología harán lo que los propios policías con su inteligencia pueden trabajar a ras de tierra. Con estrategias de investigación y de prevención —por cierto muy olvidada últimamente en los temas municipales— para poder realizar un trabajo operativo científico y que pueda trasladar las palabras a los hechos.

Es menester de quien gobierna una territorialidad no dejarse seducir por discursos prefabricados, verificar antecedentes de productividad de los que llevarán los proyectos de seguridad y supervisar de manera directa que lo que se dice en la palabra, se ratifique en las calles con los hechos. Y que los ciudadanos tengamos la misma percepción, es decir, la seguridad de salir a caminar en las calles sin la desconfianza de ser asaltados o violentados en patrimonio y persona.

La política de seguridad está hecha de datos duros, de estadísticas frías que desnudan las palabras plasmadas en una presentación oficialista o de discursos llenos de falacias que sólo vende para el gobernante, que paradójicamente, puede sepultar sus aspiraciones porque en el eje de seguridad a diferencia de los demás es el que tiene en sus manos el detonante económico, social y político de un proyecto a corto y mediano plazo.

La lección política de este episodio, que por cierto no se da en tribunales mexicanos, sino estadounidenses, es que la seguridad no se deposita de manera ciega o se deja de verificar. Siempre hay que salir a territorio y caminar, verificar que el personal cumpla con los lineamientos, requisitos y herramientas establecidos para el desempeño de sus labores y que el ciudadano confirme los datos.

Sin la calificación ciudadana real —y no de grupos elitistas—, los proyectos de seguridad carecen de legitimidad y deben ser desechados, porque el ciudadano real, sí, ese que sale a las cinco de la mañana a la parada del transporte colectivo confirme que se siente seguro y que no ha sido robado, no es tomado en cuenta, entonces estamos obviando la realidad y construyendo una alterna que en poco tiempo se caerá al revelarse las cifras oficiales y no las prefabricadas para justificar una nula estancia en los cargos de mando.

Genaro García Luna siempre estará presente en todos los niveles, porque la pretensión de emular su poder y su corrupción es una atractiva seducción para quien esté al cargo de una corporación de todos los niveles. Y perfiles como estos, navegan vendiendo proyectos de seguridad desechables, pero atractivos al inicio.

En las manos de quienes gobiernan está el parar a este tipo de personajes que en nada abonan a los proyectos políticos y sin en cambio, entierran futuras aspiraciones.

El remate…

El Consejo Mexicano para la Seguridad y la Justicia Penal dio a conocer el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, derivado de una investigación con datos de gabinete y oficiales, proporcionados por las entidades de seguridad y justicia en el mundo. México cuenta tristemente con un protagonismo latente y ni qué decir de Michoacán que cuenta con tres ciudades.

La ciudad de Zamora está ubicada en el segundo lugar, Uruapan en el séptimo y Morelia en el lugar treinta y tres. Espacios nada honrosos para un estado que busca atraer capital extranjero y que la prioridad por el momento debe ser establecer un esquema de seguridad real, permanente y consistente.

El nada primer lugar honroso fue la ciudad de Colima, donde desde el 2019 ha habido una escalada en los índices de violencia y de gobernabilidad, derivado de una nula política de seguridad implementada por el municipio y donde las instituciones de seguridad fueron endebles y corruptibles a tal grado, que hoy derivan en una crisis de seguridad permanente en ese territorio.

2019 de Colima es equivalente al 2023 de Morelia.

No esperemos a que el 2025 de Morelia sea equivalente al 2023 de Colima.

Tiempo al tiempo.


José Alberto Guerrero Baena Doctorante en Política de Seguridad Universidad de Sussex, Reino Unido, Analista y Consultor en Seguridad Pública, construcción de Policía e Integrante y Coordinador en Michoacán del Observatorio de la Guardia Nacional y Militarización de México.

Facebook: Alberto Guerrero Baena y Alberto Guerrero Baena II

Twitter: @SoyAlbertoGB

Instagram: @soyalbertoguerrerobaena