/ lunes 31 de octubre de 2022

Filosofía al aire libre

En una época de prisas, monotonía y estrés, el simple hecho de caminar pasó a formar parte de un listado de actividades que está fuera de nuestros deseos más inmediatos. No estamos, ciertamente, bajo una moda o tendencia, aunque la mayoría se pierda de los beneficios que nos ofrece: comunión con la naturaleza, plenitud, sosiego.

Caminar, una actividad tan simple y aparentemente tan superficial, ha formado parte de los grandes pensadores de la humanidad como Sócrates, Aristóteles, Rousseau, Kant, Nietzsche, Rimbaud, Thoreau, Nerval, Gandhi, entre muchos otros, sin embargo, paradójicamente no forma parte de los grandes problemas de la filosofía en la actualidad.

Un intento maestro por incorporar el tema es el realizado en Andar. Una filosofía, del autor francés Frédéric Gros, quien asegura que caminando uno no va en busca de sí mismo pues lo que se busca es no ser absolutamente nadie -“ser alguien está bien en las veladas mundanas en las que cada uno habla de sí mismo, está bien en las consultas de los psicólogos”-, pero no cuando se camina.

En Andar. Una filosofía, el autor plantea la primera diferencia fundamental del simple hecho del caminar: no es un deporte. Un deporte, nos dice, es una cuestión de técnicas y de reglas, de resultados y de competición. Andar, en contraparte, es poner un pie delante de otro, es un juego de niños. Y es, también, estar fuera, al aire libre, porque “esta libertad es perfecta para pensar, sentir y hacer lo que a uno le venga en gana”.

Ahora, si lo que se desea es ir más rápido, sentencia Gros, entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen. Caminando, solo una hazaña importa: la intensidad del cielo, la belleza de los paisajes. Porque andar no es un deporte, es una filosofía.

Caminar, sostiene, no exige aprendizaje, ni técnica, ni dinero. En Andar. Una filosofía, el autor -conocido también por ser el editor de los últimos cursos ofrecidos por Michel Foucault en el Collège de France-, despliega un recorrido filosófico y literario con el que celebra el paseo y pone de relieve la importancia de esta actividad para enfrentar las vicisitudes de nuestra vida cotidiana.

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En una época de prisas, monotonía y estrés, el simple hecho de caminar pasó a formar parte de un listado de actividades que está fuera de nuestros deseos más inmediatos. No estamos, ciertamente, bajo una moda o tendencia, aunque la mayoría se pierda de los beneficios que nos ofrece: comunión con la naturaleza, plenitud, sosiego.

Caminar, una actividad tan simple y aparentemente tan superficial, ha formado parte de los grandes pensadores de la humanidad como Sócrates, Aristóteles, Rousseau, Kant, Nietzsche, Rimbaud, Thoreau, Nerval, Gandhi, entre muchos otros, sin embargo, paradójicamente no forma parte de los grandes problemas de la filosofía en la actualidad.

Un intento maestro por incorporar el tema es el realizado en Andar. Una filosofía, del autor francés Frédéric Gros, quien asegura que caminando uno no va en busca de sí mismo pues lo que se busca es no ser absolutamente nadie -“ser alguien está bien en las veladas mundanas en las que cada uno habla de sí mismo, está bien en las consultas de los psicólogos”-, pero no cuando se camina.

En Andar. Una filosofía, el autor plantea la primera diferencia fundamental del simple hecho del caminar: no es un deporte. Un deporte, nos dice, es una cuestión de técnicas y de reglas, de resultados y de competición. Andar, en contraparte, es poner un pie delante de otro, es un juego de niños. Y es, también, estar fuera, al aire libre, porque “esta libertad es perfecta para pensar, sentir y hacer lo que a uno le venga en gana”.

Ahora, si lo que se desea es ir más rápido, sentencia Gros, entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen. Caminando, solo una hazaña importa: la intensidad del cielo, la belleza de los paisajes. Porque andar no es un deporte, es una filosofía.

Caminar, sostiene, no exige aprendizaje, ni técnica, ni dinero. En Andar. Una filosofía, el autor -conocido también por ser el editor de los últimos cursos ofrecidos por Michel Foucault en el Collège de France-, despliega un recorrido filosófico y literario con el que celebra el paseo y pone de relieve la importancia de esta actividad para enfrentar las vicisitudes de nuestra vida cotidiana.

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