/ viernes 30 de octubre de 2020

Juan Pablo Arroyo habla en exclusiva de Almas Rotas

El director destacó que la realización de la película le dejó un gran aprendizaje como director a nivel de trabajo actoral

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Un triángulo amoroso conformado por un viajero que retorna en busca de su pasado, su ex mujer y la nueva pareja de ésta, constituye el móvil a partir del cual Almas rotas (2020) trata de explorar “la psique de sus personajes”, dejando entrever sus “paisajes interiores”.

Para El Sol de Morelia, Juan Pablo Arroyo, director de este largometraje que forma parte de la Sección michoacana del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), explicó que su película recién estrenada continúa en la línea de Día seis (2016) que también trata de un triángulo amoroso, sin ser una secuela de ésta.

“En Almas rotas también buscamos adentrarnos en la psique de cada personaje y sondear temas sensibles como el amor-desamor, la muerte y el rompimiento”, dijo el también guionista al señalar que la trama aborda cuestiones “muy personales”, pero no por ello autobiográficas –dijo– “pero sí son auto reflexivas e intimistas”.

“La película trata sobre una persona que regresa a recuperar su pasado y eso es como un gatillo que, en lugar de algo positivo, detona una bomba atómica que deriva en rompimiento de relaciones y en una situación totalmente dramática”, dijo al advertir que este largometraje “intenta profundizar y no quedarse en la epidermis del entretenimiento, a fin de tocar al espectador”.

Más información: Almas rotas: cuando el pasado se convierte en lastre

A pregunta expresa sobre los retos que implicó trabajar en locaciones de Michoacán, Arroyo precisó que el rodaje se rodó en cuatro semanas: una en Morelia, otra en un casco de hacienda de su familia ubicado en Zacapu y las dos últimas en Pátzcuaro, siendo que “gracias a la magia del cine” pudieron recrear los interiores de la hacienda con escenas al interior del ayuntamiento de Pátzcuaro.

En ese sentido, advirtió que “los retos fueron para el crew y el cast”, debido a que rodaron a las 5 am con menos dos grados en Zacapu, “en una zona aislada y en condiciones muy vulnerables”.

De igual manera, agradeció que las autoridades y los presidentes municipales les dieran facilidades para cerrar calles, por ejemplo, Acueducto, Madero y Galeana, lo cual, dijo, “fue un caos, pero nos ayudaron para hacerlo posible”.

Juan Pablo Arroyo destacó que “Almas rotas” le dejó “un gran aprendizaje” como director, a nivel de trabajo actoral. Asimismo, dijo que después de haberse estrenado buscará inscribirla en el Festival de cine de Tribeca y algunos otros de Estados Unidos y Europa.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Un triángulo amoroso conformado por un viajero que retorna en busca de su pasado, su ex mujer y la nueva pareja de ésta, constituye el móvil a partir del cual Almas rotas (2020) trata de explorar “la psique de sus personajes”, dejando entrever sus “paisajes interiores”.

Para El Sol de Morelia, Juan Pablo Arroyo, director de este largometraje que forma parte de la Sección michoacana del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), explicó que su película recién estrenada continúa en la línea de Día seis (2016) que también trata de un triángulo amoroso, sin ser una secuela de ésta.

“En Almas rotas también buscamos adentrarnos en la psique de cada personaje y sondear temas sensibles como el amor-desamor, la muerte y el rompimiento”, dijo el también guionista al señalar que la trama aborda cuestiones “muy personales”, pero no por ello autobiográficas –dijo– “pero sí son auto reflexivas e intimistas”.

“La película trata sobre una persona que regresa a recuperar su pasado y eso es como un gatillo que, en lugar de algo positivo, detona una bomba atómica que deriva en rompimiento de relaciones y en una situación totalmente dramática”, dijo al advertir que este largometraje “intenta profundizar y no quedarse en la epidermis del entretenimiento, a fin de tocar al espectador”.

Más información: Almas rotas: cuando el pasado se convierte en lastre

A pregunta expresa sobre los retos que implicó trabajar en locaciones de Michoacán, Arroyo precisó que el rodaje se rodó en cuatro semanas: una en Morelia, otra en un casco de hacienda de su familia ubicado en Zacapu y las dos últimas en Pátzcuaro, siendo que “gracias a la magia del cine” pudieron recrear los interiores de la hacienda con escenas al interior del ayuntamiento de Pátzcuaro.

En ese sentido, advirtió que “los retos fueron para el crew y el cast”, debido a que rodaron a las 5 am con menos dos grados en Zacapu, “en una zona aislada y en condiciones muy vulnerables”.

De igual manera, agradeció que las autoridades y los presidentes municipales les dieran facilidades para cerrar calles, por ejemplo, Acueducto, Madero y Galeana, lo cual, dijo, “fue un caos, pero nos ayudaron para hacerlo posible”.

Juan Pablo Arroyo destacó que “Almas rotas” le dejó “un gran aprendizaje” como director, a nivel de trabajo actoral. Asimismo, dijo que después de haberse estrenado buscará inscribirla en el Festival de cine de Tribeca y algunos otros de Estados Unidos y Europa.

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