/ lunes 8 de mayo de 2023

Miguel Hidalgo y Costilla, más allá del movimiento de Independencia

La ciudad fue un sitio relevante para Hidalgo tanto en su formación académica como en su lucha independentista

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Más allá de los números que el sistema de educación básica obligaba a memorizar, la historia tiene un lado y color humano porque procesos como el de la Independencia implica muchas cosas, más para personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, que justo nació el 8 de mayo de 1753, del que nos cuenta el historiador Hiram Padilla Rizo.

Para comenzar, Padilla Rizo contó que se habla de dos etapas de Miguel Hidalgo en Morelia, ciudad que en el tiempo en que vivió él se llamaba Valladolid. Entonces, antes de andar en trincheras, disparando armas o pensando posibles estrategias contra las fuerzas del statu quo del Rey, Hidalgo tuvo una vida académica, con libros, aulas y profesores, pues fue estudiante en el colegio de San Francisco Xavier -el actual Palacio Clavijero-, bachiller en artes en el Colegio de San Nicolás, en donde luego trabajó como tesorero, vicerrector y rector.

Fue una etapa que Hidalgo probablemente disfrutó, pero todo tiene su fin y en el caso de él, eso ocurrió en 1792, pues lo mandaron a una parroquia en Colima. Pero la vida tiene vueltas, porque el párroco volvería a Valladolid en los albores de la guerra contra la corona española.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Mencionó entonces que se recuerda su primera llegada, ocurrida en octubre de 1810. Era un tiempo de incertidumbre en la ciudad tanto por malas cosechas como por la falta de líderes civiles y eclesiásticos, a lo cual se sumó el inicio de la guerra, cosa que generó zozobra principalmente en los habitantes adinerados.

Además, Rizo Padilla contó que empezaron a haber juntas celebradas por las personas de la élite de entonces, como lo fue "el cabildo catedralicio, comerciantes ricos e integrantes del ejército; se juntaban en casas como la del intendente provisional Alonso Terán, vivía donde ahora hay un Banorte (en la calle Belisario Domínguez y Madero), en la casa del alcalde José María Anzorena (lugar en donde ahora está el Congreso estatal)”.

En esas reuniones, mencionó el historiador, la élite de la ciudad planeaba preparativos como mandar que todos los herreros de Valladolid fabricaran lanzas y medias lunas, “también se acordó que los sastres hicieran chalecos, chaquetas, sombreros y banderines para el ejército español".

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

El miedo de las élites no era infundado, porque entonces la ciudad tenía 20 mil habitantes, mientras que el ejército comandado por Hidalgo, se estimaba, contenía unos 50 mil elementos, más del doble. Entonces, Anzorena convocó a una junta urgente, en la cual determinaron que una comitiva de tres personas intentaría convencer a Hidalgo de no llegar a Valladolid y no afectar a los peninsulares, es decir no arrestarlos, ni confiscar sus bienes ni mucho menos matarlos.

Estas tres personas, que eran Isidro Huarte hijo, el canónigo Sebastián de Betancourt y el capitán Arancibia, se encontraron con Hidalgo en Indaparapeo el martes 16 de octubre de 1810. Fracasaron.

Entonces Hidalgo y sus hombres, entre ellos Aldama y Allende, llegaron a la ciudad al mediodía del miércoles 17 de octubre de 1810. Sí, arrestaron a los peninsulares, los hombres del ejército saquearon las mansiones, y en una segunda visita que tuvo Hidalgo en noviembre de ese mismo año, algunos de esos españoles fueron degollados en las afueras de Valladolid, en una zona cercana a Capula.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Además de atentar contra las élites de entonces, la presencia de Hidalgo en Valladolid implicó la toma también el cambio de poderes en la ciudad, porque nombró a otras personas en el Cabildo Catedralicio, en parte porque eran puestos que habían quedado vacíos ante la huida de sus antiguos responsables, entre ellos el obispo católico de entonces, Manuel Abad y Queipo.

Fue una acción fugaz debido a los altibajos posteriores de la guerra, aunque Rizo Padilla enfatizó que de todos modos tuvo relevancia, porque nombrar puestos de un cabildo catedralicio era facultad únicamente del rey español, “entonces que Hidalgo lo haya hecho fue importante, tomar esas atribuciones y poner un gobierno insurgente en la ciudad, de los primeros que hubo”.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Más allá de los números que el sistema de educación básica obligaba a memorizar, la historia tiene un lado y color humano porque procesos como el de la Independencia implica muchas cosas, más para personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, que justo nació el 8 de mayo de 1753, del que nos cuenta el historiador Hiram Padilla Rizo.

Para comenzar, Padilla Rizo contó que se habla de dos etapas de Miguel Hidalgo en Morelia, ciudad que en el tiempo en que vivió él se llamaba Valladolid. Entonces, antes de andar en trincheras, disparando armas o pensando posibles estrategias contra las fuerzas del statu quo del Rey, Hidalgo tuvo una vida académica, con libros, aulas y profesores, pues fue estudiante en el colegio de San Francisco Xavier -el actual Palacio Clavijero-, bachiller en artes en el Colegio de San Nicolás, en donde luego trabajó como tesorero, vicerrector y rector.

Fue una etapa que Hidalgo probablemente disfrutó, pero todo tiene su fin y en el caso de él, eso ocurrió en 1792, pues lo mandaron a una parroquia en Colima. Pero la vida tiene vueltas, porque el párroco volvería a Valladolid en los albores de la guerra contra la corona española.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Mencionó entonces que se recuerda su primera llegada, ocurrida en octubre de 1810. Era un tiempo de incertidumbre en la ciudad tanto por malas cosechas como por la falta de líderes civiles y eclesiásticos, a lo cual se sumó el inicio de la guerra, cosa que generó zozobra principalmente en los habitantes adinerados.

Además, Rizo Padilla contó que empezaron a haber juntas celebradas por las personas de la élite de entonces, como lo fue "el cabildo catedralicio, comerciantes ricos e integrantes del ejército; se juntaban en casas como la del intendente provisional Alonso Terán, vivía donde ahora hay un Banorte (en la calle Belisario Domínguez y Madero), en la casa del alcalde José María Anzorena (lugar en donde ahora está el Congreso estatal)”.

En esas reuniones, mencionó el historiador, la élite de la ciudad planeaba preparativos como mandar que todos los herreros de Valladolid fabricaran lanzas y medias lunas, “también se acordó que los sastres hicieran chalecos, chaquetas, sombreros y banderines para el ejército español".

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

El miedo de las élites no era infundado, porque entonces la ciudad tenía 20 mil habitantes, mientras que el ejército comandado por Hidalgo, se estimaba, contenía unos 50 mil elementos, más del doble. Entonces, Anzorena convocó a una junta urgente, en la cual determinaron que una comitiva de tres personas intentaría convencer a Hidalgo de no llegar a Valladolid y no afectar a los peninsulares, es decir no arrestarlos, ni confiscar sus bienes ni mucho menos matarlos.

Estas tres personas, que eran Isidro Huarte hijo, el canónigo Sebastián de Betancourt y el capitán Arancibia, se encontraron con Hidalgo en Indaparapeo el martes 16 de octubre de 1810. Fracasaron.

Entonces Hidalgo y sus hombres, entre ellos Aldama y Allende, llegaron a la ciudad al mediodía del miércoles 17 de octubre de 1810. Sí, arrestaron a los peninsulares, los hombres del ejército saquearon las mansiones, y en una segunda visita que tuvo Hidalgo en noviembre de ese mismo año, algunos de esos españoles fueron degollados en las afueras de Valladolid, en una zona cercana a Capula.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Además de atentar contra las élites de entonces, la presencia de Hidalgo en Valladolid implicó la toma también el cambio de poderes en la ciudad, porque nombró a otras personas en el Cabildo Catedralicio, en parte porque eran puestos que habían quedado vacíos ante la huida de sus antiguos responsables, entre ellos el obispo católico de entonces, Manuel Abad y Queipo.

Fue una acción fugaz debido a los altibajos posteriores de la guerra, aunque Rizo Padilla enfatizó que de todos modos tuvo relevancia, porque nombrar puestos de un cabildo catedralicio era facultad únicamente del rey español, “entonces que Hidalgo lo haya hecho fue importante, tomar esas atribuciones y poner un gobierno insurgente en la ciudad, de los primeros que hubo”.

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