/ lunes 24 de abril de 2023

Las niñas michoacanas y el sueño de la medalla olímpica en taekwondo

Cuando se trata de contabilizar las medallas que han sumado en todo este tiempo, a las dos les cuesta dar con una cifra, pues admiten que ya han perdido la cuenta

Morelia, Mich (OEM-Infomex).- Las hermanas Georgina y Naiara Ochoa Sánchez se encuentran jugando en la sala de su casa con “Manchis”, la mascota de la familia. Entre risotadas, se divierten como corresponde a su edad: 15 y 9 años respectivamente. Son niñas, pero también son deportistas destacadas y cuando entran al dojo de taekwondo se convierten en las personas más competitivas.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

En el caso de Georgina, su ingreso al mundo del deporte obedeció a que sufría de bullying en la escuela, al grado de que en una ocasión fue agredida físicamente, por lo que sus padres decidieron probar suerte primero con la disciplina de jiu-jitsu, pero al no ser de su agrado, decidió intentar con el taekwondo.

“Al principio la verdad es que no me gustaba tanto, pero también era porque en ese entonces perdía mucho cuando peleaba contra mis compañeras, pero ya luego vinieron las victorias y fue que me empezó a agradar y ahí me quedé”, comparte Georgina.

En contraparte, Naiara siempre mostró una curiosidad por este deporte, incluso tuvo que esperar a los cuatro años de edad para que le permitieran ingresar a las clases, pero cuando lo hizo, dijo que terminó gustándole, pese a que no entendía del todo de qué se trataba el taekwondo.

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Por aquellos años, las hermanas Ochoa Sánchez vivían en el municipio de Los Reyes, de tal manera que para competir en sus primeros torneos tenían que viajar a Morelia o Zamora, pero siempre con la satisfacción de regresar a casa con triunfos y nuevas experiencas.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

“No me acuerdo muy bien de mis primeras competencias, pero lo que sí recuerdo es que se me hacía fácil porque me tocaban niños de mi edad. Pero por ejemplo, a mi hermana sí le tocó enfrentar a personas más grandes porque a ella la habían ascendido a cinta negra”, comparte Naiara.

Cuando se trata de contabilizar las medallas que han sumado en todo este tiempo, a las dos les cuesta dar con una cifra, pues admiten que ya han perdido la cuenta. Naiara hace un esfuerzo y calcula que son aproximadamente veinte, mientras que Georgina omite los metales a nivel estatal, pero en lo nacional estima que son alrededor de doce.

Regularmente las taekwondoinas solamente descansan de sus entrenamientos los domingos y al cuestionarles si de repente les llega a ganar la tentación de quedarse en casa sin hacer nada, reconocen que en ocasiones sucede, pero en cuanto pisan el dojo la flojera desaparece.

“Sí nos gusta el taekwondo, pero con la escuela y todo eso, sí llega un punto en la semana donde digo que ya no quiero, pero cuando estoy entrenando me doy cuenta que me desestreso y la sensación es de placer”, expresa Georgina, quien ya ha sido seleccionada nacional y ha competido en diferentes países.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

Cuando a Naiara se le pregunta cómo se ve en el futuro dentro del taekwondo no lo duda, dice que quiere seguir practicándolo principalmente, pero también sueña con alcanzar una medalla olímpica.

En tanto, Georgina comparte que tiene la espina clavada de regresar a un Campeonato Mundial de la especialidad, ya que en la pasada edición por errores de logística de la Federación Mexicana de Taekwondo, la michoacana no pudo participar.

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Para el padre de las atletas, Jorge Ochoa, más allá del orgullo que les genera las victorias en el dojo, la satisfacción real está en el verlas esforzarse todos los días para cumplir con sus rutinas de entrenamiento.

“Desde ahí sabes que tus hijas van por buen camino, porque es el hecho de verlas trabajar, someterse a dietas rigurosas, exponerse a lesiones y aun así seguir entrenando. Pero luego cuando vienen los resultados, es cuando te das cuenta que el sacrificio que ellas hacen es recompensado con una medalla y, a su vez, la lección que aprenden de que el trabajo es la base de todo éxito”.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

Con la llegada del taekwondo a las vidas de las hermanas Ochoa Sánchez no solamente se acabó el bullying escolar, sino que encontraron un estilo de vida que las define. Georgina reflexiona y concluye que este deporte le genera la liberación de emociones para asumir una mejor actitud ante la vida. Por su parte, Naiara se sincera e indica que lo mejor son los combates, ya que en los entrenamientos “me toca con niñas que pegan muy fuerte y me sofocan”.

Morelia, Mich (OEM-Infomex).- Las hermanas Georgina y Naiara Ochoa Sánchez se encuentran jugando en la sala de su casa con “Manchis”, la mascota de la familia. Entre risotadas, se divierten como corresponde a su edad: 15 y 9 años respectivamente. Son niñas, pero también son deportistas destacadas y cuando entran al dojo de taekwondo se convierten en las personas más competitivas.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

En el caso de Georgina, su ingreso al mundo del deporte obedeció a que sufría de bullying en la escuela, al grado de que en una ocasión fue agredida físicamente, por lo que sus padres decidieron probar suerte primero con la disciplina de jiu-jitsu, pero al no ser de su agrado, decidió intentar con el taekwondo.

“Al principio la verdad es que no me gustaba tanto, pero también era porque en ese entonces perdía mucho cuando peleaba contra mis compañeras, pero ya luego vinieron las victorias y fue que me empezó a agradar y ahí me quedé”, comparte Georgina.

En contraparte, Naiara siempre mostró una curiosidad por este deporte, incluso tuvo que esperar a los cuatro años de edad para que le permitieran ingresar a las clases, pero cuando lo hizo, dijo que terminó gustándole, pese a que no entendía del todo de qué se trataba el taekwondo.

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Por aquellos años, las hermanas Ochoa Sánchez vivían en el municipio de Los Reyes, de tal manera que para competir en sus primeros torneos tenían que viajar a Morelia o Zamora, pero siempre con la satisfacción de regresar a casa con triunfos y nuevas experiencas.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

“No me acuerdo muy bien de mis primeras competencias, pero lo que sí recuerdo es que se me hacía fácil porque me tocaban niños de mi edad. Pero por ejemplo, a mi hermana sí le tocó enfrentar a personas más grandes porque a ella la habían ascendido a cinta negra”, comparte Naiara.

Cuando se trata de contabilizar las medallas que han sumado en todo este tiempo, a las dos les cuesta dar con una cifra, pues admiten que ya han perdido la cuenta. Naiara hace un esfuerzo y calcula que son aproximadamente veinte, mientras que Georgina omite los metales a nivel estatal, pero en lo nacional estima que son alrededor de doce.

Regularmente las taekwondoinas solamente descansan de sus entrenamientos los domingos y al cuestionarles si de repente les llega a ganar la tentación de quedarse en casa sin hacer nada, reconocen que en ocasiones sucede, pero en cuanto pisan el dojo la flojera desaparece.

“Sí nos gusta el taekwondo, pero con la escuela y todo eso, sí llega un punto en la semana donde digo que ya no quiero, pero cuando estoy entrenando me doy cuenta que me desestreso y la sensación es de placer”, expresa Georgina, quien ya ha sido seleccionada nacional y ha competido en diferentes países.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

Cuando a Naiara se le pregunta cómo se ve en el futuro dentro del taekwondo no lo duda, dice que quiere seguir practicándolo principalmente, pero también sueña con alcanzar una medalla olímpica.

En tanto, Georgina comparte que tiene la espina clavada de regresar a un Campeonato Mundial de la especialidad, ya que en la pasada edición por errores de logística de la Federación Mexicana de Taekwondo, la michoacana no pudo participar.

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Para el padre de las atletas, Jorge Ochoa, más allá del orgullo que les genera las victorias en el dojo, la satisfacción real está en el verlas esforzarse todos los días para cumplir con sus rutinas de entrenamiento.

“Desde ahí sabes que tus hijas van por buen camino, porque es el hecho de verlas trabajar, someterse a dietas rigurosas, exponerse a lesiones y aun así seguir entrenando. Pero luego cuando vienen los resultados, es cuando te das cuenta que el sacrificio que ellas hacen es recompensado con una medalla y, a su vez, la lección que aprenden de que el trabajo es la base de todo éxito”.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

Con la llegada del taekwondo a las vidas de las hermanas Ochoa Sánchez no solamente se acabó el bullying escolar, sino que encontraron un estilo de vida que las define. Georgina reflexiona y concluye que este deporte le genera la liberación de emociones para asumir una mejor actitud ante la vida. Por su parte, Naiara se sincera e indica que lo mejor son los combates, ya que en los entrenamientos “me toca con niñas que pegan muy fuerte y me sofocan”.

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