/ lunes 9 de enero de 2023

Sembradoras Audiovisuales, las mujeres que hacen cine en la Meseta Purépecha

La colectiva busca visitar, replicar talleres y compartir lo aprendido para que las niñas y niños de las comunidades cuenten sus historias desde esos lugares 

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Son 16 kilómetros los que separa a Comachuén de Turícuaro, dos comunidades indígenas de Michoacán, pertenecientes al municipio de Nahuatzen; sin embargo, las une un grupo de mujeres que han decidido acercar el cine, romper con los tabúes y hacerles saber a las infancias y al género femenino que existe la posibilidad de ser creadoras y creadores.

Vanessa Marín, Sashenka Hernández, Rosalba López y Ondine Rosenthal se conocieron hace varios años en espacios de formación audiovisual de educación comunitaria y grupos feministas; después, en 2020, coincidieron en Ambulante más allá, un proyecto mexicano que difunde el cine documental como herramienta de transformación cultural y social .

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Fue por sus experiencias personales en diversos espacios y talleres que decidieron conformar una colectiva para compartir los conocimientos que estaban adquiriendo en torno al séptimo arte, pero decidieron hacerlo en la Meseta Purépecha, ya que es una zona donde resulta complicado acceder a escuelas de cine o talleres, para aprender cuestiones técnicas y de creación artística.


Parte de los objetivos de la colectiva es visitar, replicar los talleres y compartir lo aprendido para que las niñas y niños de las comunidades cuenten sus historias desde las comunidades / Foto: Cortesía | Sembradoras Audiovisuales


Sembradoras Audiovisuales es el nombre de la colectiva y uno de sus principales objetivos es visitar, replicar los talleres y compartir lo aprendido para que las niñas y niños de las comunidades puedan contar sus propias historias desde esos lugares.

“Rosalba y yo pertenecemos a comunidades rurales y sabemos que es aún más limitado el acceso en ese contexto. Creemos que el cine es un espacio que ha sido masculinizado y la intención es que otras niñas, mujeres y niños sepan que se puede hacer cine, que no solo es para la gente con dinero”, refirió Sashenka Hernández Estrada.



Aunque a primera vista sus profesiones están alejadas del quehacer cinematográfico, la verdad no lo están tanto, Rosalba es licenciada en Historia del Arte, Vanessa en Ciencias Ambientales, Sashenka en Psicología y Ondine en Ciencias de la Comunicación.

Previo a creación de la colectiva, Vanessa compartió un taller en la región del Lago donde también se realizó un cortometraje, además en Erongarícuaro se produjeron algunas obras por parte de jóvenes. En el caso de Sashenka, realizó un corto que aborda el tema del aborto en Michoacán, sobre todo en territorios purépechas.

“El cine sirve para hablar de las cosas que nos están atravesando en la vida cotidiana y es importante nombrarlo”, espetó.


“Compartir la mirada…”

El trabajo más reciente de Sembradoras Audiovisuales es “Compartir la mirada: talleres de cine comunitario”, gracias al Estímulo para la Formación Audiovisual Independiente (EIFA) 2022 que otorga el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), que luego de la convocatoria fue seleccionado, además se realizó en alianza con la Biblioteca Comunitaria Ambulante de Comachuén.


Uno de los protyectos más recientes de Sembradoras Audiovisuales es “Compartir la mirada: talleres de cine comunitario”, inciativa que contó con 16 participantes / Foto: Cortesía | Sembradoras Audiovisuales


Compartir la mirada se llevó a cabo entre septiembre y noviembre de este año y aunque la convocatoria contemplaba a mujeres de 15 a 20 años, se acercaron niñas desde los nueve años. Ahí, alrededor de 16 participantes aprendieron sobre lenguaje audiovisual, cinematografía, sonido, creación de historias, guión y rodaje.

Cabe mencionar que en los talleres también participaron realizadoras michoacanas como Victoria Equihua, Cristina Ochoa Ochoa originaria de Charapan, Celina Yunuen Manuel Piñón de Santa Fe de la Laguna e Itzel Mora.


Naná Mirinkua, un corto de terror

El resultado de esos dos meses fue Naná Mirinkua, un cortometraje de ficción de 10 minutos, que cuenta la historia de don José, un habitante de Turícuaro que sale una mañana al bosque por leña y que después se encuentra con un amigo de Comachuén, quien le invita unas cervezas.


Sin embargo, se le hace tarde para volver a su casa y al caer la noche un ser fantástico aparece en su camino el cual hace que lo siga hipnotizado a un barranco.

“El guión, la historia, lo propusieron las niñas y fue grabada en Comachuén y Turícuaro. La mirinkua se suele llevar a los borrachos y los pierde por los senderos. Hubo una decisión de cómo retratarla, acá se decidió que fuera una mujer que adopta la forma de un diablo muy característico de la comunidad”, detalló Rosalba López.

Hasta el momento, el corto se ha proyectado en las comunidades antes mencionadas, pero no descartaron una probable gira de proyecciones en otros puntos de Michoacán. La experiencia también se compartió en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, además de una radio en Paracho, además prevén inscribirlo en festivales.

Para Vanessa Marín hacen falta iniciativas relacionadas con la creación artística, aunque consideró que sería muy bueno que este tipo de experiencias motivaran a otros proyectos similares y que a partir de las propias historias y conflictos se puede hacer algo para expresarnos y unirnos.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Son 16 kilómetros los que separa a Comachuén de Turícuaro, dos comunidades indígenas de Michoacán, pertenecientes al municipio de Nahuatzen; sin embargo, las une un grupo de mujeres que han decidido acercar el cine, romper con los tabúes y hacerles saber a las infancias y al género femenino que existe la posibilidad de ser creadoras y creadores.

Vanessa Marín, Sashenka Hernández, Rosalba López y Ondine Rosenthal se conocieron hace varios años en espacios de formación audiovisual de educación comunitaria y grupos feministas; después, en 2020, coincidieron en Ambulante más allá, un proyecto mexicano que difunde el cine documental como herramienta de transformación cultural y social .

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Fue por sus experiencias personales en diversos espacios y talleres que decidieron conformar una colectiva para compartir los conocimientos que estaban adquiriendo en torno al séptimo arte, pero decidieron hacerlo en la Meseta Purépecha, ya que es una zona donde resulta complicado acceder a escuelas de cine o talleres, para aprender cuestiones técnicas y de creación artística.


Parte de los objetivos de la colectiva es visitar, replicar los talleres y compartir lo aprendido para que las niñas y niños de las comunidades cuenten sus historias desde las comunidades / Foto: Cortesía | Sembradoras Audiovisuales


Sembradoras Audiovisuales es el nombre de la colectiva y uno de sus principales objetivos es visitar, replicar los talleres y compartir lo aprendido para que las niñas y niños de las comunidades puedan contar sus propias historias desde esos lugares.

“Rosalba y yo pertenecemos a comunidades rurales y sabemos que es aún más limitado el acceso en ese contexto. Creemos que el cine es un espacio que ha sido masculinizado y la intención es que otras niñas, mujeres y niños sepan que se puede hacer cine, que no solo es para la gente con dinero”, refirió Sashenka Hernández Estrada.



Aunque a primera vista sus profesiones están alejadas del quehacer cinematográfico, la verdad no lo están tanto, Rosalba es licenciada en Historia del Arte, Vanessa en Ciencias Ambientales, Sashenka en Psicología y Ondine en Ciencias de la Comunicación.

Previo a creación de la colectiva, Vanessa compartió un taller en la región del Lago donde también se realizó un cortometraje, además en Erongarícuaro se produjeron algunas obras por parte de jóvenes. En el caso de Sashenka, realizó un corto que aborda el tema del aborto en Michoacán, sobre todo en territorios purépechas.

“El cine sirve para hablar de las cosas que nos están atravesando en la vida cotidiana y es importante nombrarlo”, espetó.


“Compartir la mirada…”

El trabajo más reciente de Sembradoras Audiovisuales es “Compartir la mirada: talleres de cine comunitario”, gracias al Estímulo para la Formación Audiovisual Independiente (EIFA) 2022 que otorga el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), que luego de la convocatoria fue seleccionado, además se realizó en alianza con la Biblioteca Comunitaria Ambulante de Comachuén.


Uno de los protyectos más recientes de Sembradoras Audiovisuales es “Compartir la mirada: talleres de cine comunitario”, inciativa que contó con 16 participantes / Foto: Cortesía | Sembradoras Audiovisuales


Compartir la mirada se llevó a cabo entre septiembre y noviembre de este año y aunque la convocatoria contemplaba a mujeres de 15 a 20 años, se acercaron niñas desde los nueve años. Ahí, alrededor de 16 participantes aprendieron sobre lenguaje audiovisual, cinematografía, sonido, creación de historias, guión y rodaje.

Cabe mencionar que en los talleres también participaron realizadoras michoacanas como Victoria Equihua, Cristina Ochoa Ochoa originaria de Charapan, Celina Yunuen Manuel Piñón de Santa Fe de la Laguna e Itzel Mora.


Naná Mirinkua, un corto de terror

El resultado de esos dos meses fue Naná Mirinkua, un cortometraje de ficción de 10 minutos, que cuenta la historia de don José, un habitante de Turícuaro que sale una mañana al bosque por leña y que después se encuentra con un amigo de Comachuén, quien le invita unas cervezas.


Sin embargo, se le hace tarde para volver a su casa y al caer la noche un ser fantástico aparece en su camino el cual hace que lo siga hipnotizado a un barranco.

“El guión, la historia, lo propusieron las niñas y fue grabada en Comachuén y Turícuaro. La mirinkua se suele llevar a los borrachos y los pierde por los senderos. Hubo una decisión de cómo retratarla, acá se decidió que fuera una mujer que adopta la forma de un diablo muy característico de la comunidad”, detalló Rosalba López.

Hasta el momento, el corto se ha proyectado en las comunidades antes mencionadas, pero no descartaron una probable gira de proyecciones en otros puntos de Michoacán. La experiencia también se compartió en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, además de una radio en Paracho, además prevén inscribirlo en festivales.

Para Vanessa Marín hacen falta iniciativas relacionadas con la creación artística, aunque consideró que sería muy bueno que este tipo de experiencias motivaran a otros proyectos similares y que a partir de las propias historias y conflictos se puede hacer algo para expresarnos y unirnos.

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