/ lunes 24 de julio de 2023

Mizraim Cárdenas, el artista que se autodefine como eterno aprendiz

Monta nueva exposición en Pátzcuaro y reflexiona sobra la creatividad y el genio inspirador

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Mientras escucho hablar a Mizraim Cárdenas (1971) —escultor, pintor, muralista y grabador— sobre el simbolismo de los peces, el azar me tira en la mente una carta del tarot. Es la figura jovial y masculina del loco que sostiene una copa de la que sale un pez con el que él conversa. Y aunque hay un gesto de esa juventud que se resiste a abandonar el cuerpo de Mizraim, también en su rostro con una barba entrecana se calca la experiencia del maestro, no sólo por el dominio de la técnica y las exploraciones estéticas a las que se ha arrojado, sino por la generosidad y apertura con la que él habla del arte. De alguna manera, Mizraim, el hombre, no ha dejado de ser el joven aprendiz de finales de los años ochentas, que lleno de deseo e ingenuidad se acerca a su maestro Alfredo Zalce.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

"En 1989 hice mi primer trabajo con buril, aquí está —dice señalando un paisaje—. La principal característica del buril es la fineza y aquí aún se pueden ver unos trazos muy hoscos, pero fue el primer trabajo que me pareció digno de compartir. Yo había entrado en 1987 (al taller del maestro Zalce) a aprender xilografía, aguafuerte y todo lo demás. Entre las gubias que había comprado para linograbado en aquella época había un buril. No entendía bien qué era aquello, me desconcertaba que tuviera la punta curva. Entonces me acerqué al maestro. Le dije: 'Oiga, maestro, ¿qué es esto? Es un buril, me respondió'. El maestro Zalce agarró una placa rápidamente, la puso sobre un cojín de cuero relleno de arena y empezó a explicarme. Luego me regaló una impresión suya. "El herido", así que la primera impresión que tuve del maestro fue un buril y la proximidad a esa obra fue una especie de llamado e iniciación a esta técnica", recuerda Mizraim Cárdenas con una sonrisa parecida a la de los viajantes cuando hablan de casa.

Días antes de la exposición Ancestro, tuve la posibilidad de colarme al montaje. Al ver las piezas, reconocí los motivos en la obra de Mizraim Cárdenas. La ciudad como palimpsesto en conflicto con la naturaleza, mapas oníricos, los animales, en especial, los caballos y los peces. En los muros, fijadas con letras de vinil están las palabras de tres maestros de la gráfica: Felipe Erehberg, Alfredo Zalce y Peer Anderson, el único que sobrevive de los tres. Todos coinciden con la perspectiva estética con la que Mizraim crea mundos y sus conflictos, con el desarrollo de la técnica y las preocupaciones sobre el entorno que despierta la representación gráfica; el entorno michoacano del cual los simbolismos de su obra se arraigan.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

Me había escabullido a la sala Alfredo Zalce con la intención de entrevistar a Mizraim. Nos presentaron brevemente un par de días antes y a los pocos minutos surgió la necesidad de escribir este texto. Entonces, a lo lejos, en un rincón de la sala, veo que Mizraim termina una llamada telefónica, se toma una pausa para contemplar a las personas moverse como anticipándose a una tormenta y colocar las piezas con metro y nivel en mano. Aproveché ese instante para acercarme a Mizraim y poder conversar con él.

La génesis de las historias

—Además de la obviedad que puede sugerir el título Ancestro, viendo las piezas de la exposición, pienso que hay un personaje oculto dentro de esta exposición: la historia, no solo la tuya en esta suerte de retrospectiva de tu trabajo o la de tus maestros y las viñetas históricas o los referentes arquitectónicos, sino también la historia del buril como fetiche de resistencia a los tiempos que corren. ¿Coincides con esta lectura?

Mizraim me ve algo extrañado por la pregunta que le suelto de sopetón. Estoy habituado a esa mirada de extrañeza que causan las marejadas que voy eructando repentinamente. Sin embargo me responde con amabilidad:

—Generalmente, yo trabajo a partir del dibujo. No son grabados que hayan surgido espontáneamente o directamente sobre la placa. Es un proceso que surge desde el dibujo embrionario; el de los primeros rayones. Ahí se va formando una narrativa acorde a los símbolos que he ido explorando. No sólo es el hecho lúdico de expresar algo, ni tampoco de generar un cambio de conciencia, sino que es un intento de comunicarse con el público. De abrir el diálogo y que así el público pueda interpretar libremente la obra. Me interesa que la interpretación sea pública y que el discurso no forzosamente sea el del autor. Incluso, aunque se hable de personajes históricos.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

El buril

—La historia del grabado está acompañada con la historia del libro. Pienso en la imagen del pez y los caballos, pero también de las garzas y otros animales y me vienen a la mente los naturalistas del siglo XVIII y XIX. ¿Hay una especie de diálogo con otras formas de texto desde lo no verbal?

La historia del buril viene desde los orfebres de la antigüedad y los fabricantes de armas y escudos que decoraban sus piezas con buril. No recuerdo si fue Maso Finoguerra el primero que hizo una impresión sobre el tema. Estamos hablando de trabajos de ornamentación pero que también significaban cosas, historias. El problema, si podemos llamarlo así, es que las imágenes solamente se estaban quedando en los metales, aunque los mismos artesanos con una mezcla de grasa y hollín y con un poco de presión sobre sus piezas sacaban la tinta para ver cómo quedaba la imagen.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

—Luego de Gutenberg en el siglo XV, con la invención de la imprenta, el buril se vuelve una técnica de impresión en forma en la que existen dos procesos:

—Con relieve y rodillo un poco parecido a la xilografía que es la técnica que usaba José Guadalupe Posada.

—Y el huecograbado; en esta exposición tengo una imagen así para poder mostrar los distintos tipos del proceso—Mizraim señala Tres santos y una novia, un pequeño cuadro compuesto por la impresión de cuatro cartas.

El buril y la fineza

—Hay una aportación no sólo estética del buril sino también técnica, ¿cuál es? —pregunto.

—Sin duda, la aportación del buril a la técnica y la estética es la fineza. La moneda acompañaba la historia de la humanidad desde Asia y Roma pero el buril ha estado presente en la invención y el desarrollo de los billetes. La complejidad y la destreza necesaria de esta técnica de grabado se usó primero en documentos certificados como maneras de prever la falsificación y después vinieron los billetes. Sus placas originales, fueron grabadas en buril.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

—¿Y cómo se ha transformado esto en la historia?

—Sin duda el cambio más significativo —reflexiona Mizraim— se dio con el uso del offset. El buril quedó relegado y se usó exclusivamente como técnica para artistas visuales. Aún así, con el uso de la computadora y la impresión digital a pocos estudiantes de arte les atrae el buril, principalmente por lo laborioso y tardado que puede resultar el dominio de las herramientas y el proceso de una obra. Y pues bueno, sumado al desarrollo de la técnica está también saber sus limitantes y sus aportaciones para adquirir un lenguaje plástico.

—Desde mi trinchera, la literatura, pienso que es una forma de resistencia y rebeldía a los tiempos vertiginosos que vivimos: el derecho a la pereza. En un video que está colgado en internet sobre Pas de Deux, un trabajo colaborativo que realizaste y que quedó inconcluso por la muerte de Felipe Ehrenberg, ahí señalas algo parecido.

—En esta exposición se muestra algo de esa colaboración con el maestro Ehrenberg. Y pues sí, es que ya no son sólo las nuevas tecnologías. El problema es que en la actualidad hay tantos distractores, en el propio campo laboral la presencia constante y necesaria del celular que sin duda es una herramienta de trabajo que te ayuda en cuestiones de resolución práctica, pero también es una distracción. Por eso es más complejo el aprendizaje de algunas disciplinas, entre ellas el buril. Yo me sigo enfrentando a ese reto, considero que un artista nunca deja de aprender ni llega al punto máximo ni a las fórmulas porque pierde la creatividad, la posibilidad que le da descubrir durante el proceso a dónde te lleva la exploración a través del tiempo y la dedicación a una obra. Ese creo que ha sido uno de los aprendizajes de haber ido a la escuela de Alfredo Zalce.

El Pez blanco

—¿Mizraim, cuál es la importancia de exponer en el Jesuita?

—Soy de Morelia, pero mucha gente cree que soy de Uruapan. Viví muchos años allá y la cercanía del río Cupatitzio dejó una huella en mí. El agua cristalina, no había peces, pero los chapos me marcaron. Mi iconografía tiene que ver con eso. De alguna forma tiene que ver con la extinción el pez. Recuerdo de chico los viajes que hacía en tren de Morelia a Uruapan y cuando el tren paraba aquí en Pátzcuaro, las señoras de subían a vender tortas de pescado blanco. Ahora vivimos la degradación del entorno, del ecosistema. No sólo la extinción del pez blanco como pérdida de uno de los símbolos de la región sino como problemática ambiental y social. La muestra de Ancestro en en Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro es importante porque es aquí a donde pertenece este símbolo y es importante que dialogue con la gente de la región. En 2013 expuse aquí Santo Pez y ahora Ancestro, siento que tenía que venir acá para mostrar mi proceso técnico con el buril a lo largo del tiempo.

Luego de despedirme de Mizraim, trato de observar de nuevo la iconografía, la de los mapas poblados por cardúmenes de peces y las viñetas de la guerra de Independencia, pero también la del hombre que desmonta los animales de un carrusel y los caballos en escenarios fantásticos, las siluetas de los habitantes del lago que se mojan bajo una tormenta y las figuras eróticas que remiten a Egon Schiele. Mientras pienso en la conversación que acabo de sostener con él, pienso cómo la historia de un objeto como el buril, en apariencia nimio, hace improntas profundas sobre el tiempo y las personas, como transforma a los grandes personajes de la historia revistiénfolos de sensibilidad y como los personajes ordinarios y la imaginación de un artista como Mizraim Cárdenas también se inscriben en la historia de su puño. Relatos de humanos y de peces que transitamos de manera efímera bajo las tejas, los cedros y encinos que aún sobreviven.

La exposición Ancestro se inauguró en el Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro (calle Enseñanza S/N) el pasado 8 de julio del presente año y permanecerá abierta al público hasta el mes de octubre.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Mientras escucho hablar a Mizraim Cárdenas (1971) —escultor, pintor, muralista y grabador— sobre el simbolismo de los peces, el azar me tira en la mente una carta del tarot. Es la figura jovial y masculina del loco que sostiene una copa de la que sale un pez con el que él conversa. Y aunque hay un gesto de esa juventud que se resiste a abandonar el cuerpo de Mizraim, también en su rostro con una barba entrecana se calca la experiencia del maestro, no sólo por el dominio de la técnica y las exploraciones estéticas a las que se ha arrojado, sino por la generosidad y apertura con la que él habla del arte. De alguna manera, Mizraim, el hombre, no ha dejado de ser el joven aprendiz de finales de los años ochentas, que lleno de deseo e ingenuidad se acerca a su maestro Alfredo Zalce.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

"En 1989 hice mi primer trabajo con buril, aquí está —dice señalando un paisaje—. La principal característica del buril es la fineza y aquí aún se pueden ver unos trazos muy hoscos, pero fue el primer trabajo que me pareció digno de compartir. Yo había entrado en 1987 (al taller del maestro Zalce) a aprender xilografía, aguafuerte y todo lo demás. Entre las gubias que había comprado para linograbado en aquella época había un buril. No entendía bien qué era aquello, me desconcertaba que tuviera la punta curva. Entonces me acerqué al maestro. Le dije: 'Oiga, maestro, ¿qué es esto? Es un buril, me respondió'. El maestro Zalce agarró una placa rápidamente, la puso sobre un cojín de cuero relleno de arena y empezó a explicarme. Luego me regaló una impresión suya. "El herido", así que la primera impresión que tuve del maestro fue un buril y la proximidad a esa obra fue una especie de llamado e iniciación a esta técnica", recuerda Mizraim Cárdenas con una sonrisa parecida a la de los viajantes cuando hablan de casa.

Días antes de la exposición Ancestro, tuve la posibilidad de colarme al montaje. Al ver las piezas, reconocí los motivos en la obra de Mizraim Cárdenas. La ciudad como palimpsesto en conflicto con la naturaleza, mapas oníricos, los animales, en especial, los caballos y los peces. En los muros, fijadas con letras de vinil están las palabras de tres maestros de la gráfica: Felipe Erehberg, Alfredo Zalce y Peer Anderson, el único que sobrevive de los tres. Todos coinciden con la perspectiva estética con la que Mizraim crea mundos y sus conflictos, con el desarrollo de la técnica y las preocupaciones sobre el entorno que despierta la representación gráfica; el entorno michoacano del cual los simbolismos de su obra se arraigan.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

Me había escabullido a la sala Alfredo Zalce con la intención de entrevistar a Mizraim. Nos presentaron brevemente un par de días antes y a los pocos minutos surgió la necesidad de escribir este texto. Entonces, a lo lejos, en un rincón de la sala, veo que Mizraim termina una llamada telefónica, se toma una pausa para contemplar a las personas moverse como anticipándose a una tormenta y colocar las piezas con metro y nivel en mano. Aproveché ese instante para acercarme a Mizraim y poder conversar con él.

La génesis de las historias

—Además de la obviedad que puede sugerir el título Ancestro, viendo las piezas de la exposición, pienso que hay un personaje oculto dentro de esta exposición: la historia, no solo la tuya en esta suerte de retrospectiva de tu trabajo o la de tus maestros y las viñetas históricas o los referentes arquitectónicos, sino también la historia del buril como fetiche de resistencia a los tiempos que corren. ¿Coincides con esta lectura?

Mizraim me ve algo extrañado por la pregunta que le suelto de sopetón. Estoy habituado a esa mirada de extrañeza que causan las marejadas que voy eructando repentinamente. Sin embargo me responde con amabilidad:

—Generalmente, yo trabajo a partir del dibujo. No son grabados que hayan surgido espontáneamente o directamente sobre la placa. Es un proceso que surge desde el dibujo embrionario; el de los primeros rayones. Ahí se va formando una narrativa acorde a los símbolos que he ido explorando. No sólo es el hecho lúdico de expresar algo, ni tampoco de generar un cambio de conciencia, sino que es un intento de comunicarse con el público. De abrir el diálogo y que así el público pueda interpretar libremente la obra. Me interesa que la interpretación sea pública y que el discurso no forzosamente sea el del autor. Incluso, aunque se hable de personajes históricos.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

El buril

—La historia del grabado está acompañada con la historia del libro. Pienso en la imagen del pez y los caballos, pero también de las garzas y otros animales y me vienen a la mente los naturalistas del siglo XVIII y XIX. ¿Hay una especie de diálogo con otras formas de texto desde lo no verbal?

La historia del buril viene desde los orfebres de la antigüedad y los fabricantes de armas y escudos que decoraban sus piezas con buril. No recuerdo si fue Maso Finoguerra el primero que hizo una impresión sobre el tema. Estamos hablando de trabajos de ornamentación pero que también significaban cosas, historias. El problema, si podemos llamarlo así, es que las imágenes solamente se estaban quedando en los metales, aunque los mismos artesanos con una mezcla de grasa y hollín y con un poco de presión sobre sus piezas sacaban la tinta para ver cómo quedaba la imagen.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

—Luego de Gutenberg en el siglo XV, con la invención de la imprenta, el buril se vuelve una técnica de impresión en forma en la que existen dos procesos:

—Con relieve y rodillo un poco parecido a la xilografía que es la técnica que usaba José Guadalupe Posada.

—Y el huecograbado; en esta exposición tengo una imagen así para poder mostrar los distintos tipos del proceso—Mizraim señala Tres santos y una novia, un pequeño cuadro compuesto por la impresión de cuatro cartas.

El buril y la fineza

—Hay una aportación no sólo estética del buril sino también técnica, ¿cuál es? —pregunto.

—Sin duda, la aportación del buril a la técnica y la estética es la fineza. La moneda acompañaba la historia de la humanidad desde Asia y Roma pero el buril ha estado presente en la invención y el desarrollo de los billetes. La complejidad y la destreza necesaria de esta técnica de grabado se usó primero en documentos certificados como maneras de prever la falsificación y después vinieron los billetes. Sus placas originales, fueron grabadas en buril.

Foto: Adid Jiménez | El Sol Morelia

—¿Y cómo se ha transformado esto en la historia?

—Sin duda el cambio más significativo —reflexiona Mizraim— se dio con el uso del offset. El buril quedó relegado y se usó exclusivamente como técnica para artistas visuales. Aún así, con el uso de la computadora y la impresión digital a pocos estudiantes de arte les atrae el buril, principalmente por lo laborioso y tardado que puede resultar el dominio de las herramientas y el proceso de una obra. Y pues bueno, sumado al desarrollo de la técnica está también saber sus limitantes y sus aportaciones para adquirir un lenguaje plástico.

—Desde mi trinchera, la literatura, pienso que es una forma de resistencia y rebeldía a los tiempos vertiginosos que vivimos: el derecho a la pereza. En un video que está colgado en internet sobre Pas de Deux, un trabajo colaborativo que realizaste y que quedó inconcluso por la muerte de Felipe Ehrenberg, ahí señalas algo parecido.

—En esta exposición se muestra algo de esa colaboración con el maestro Ehrenberg. Y pues sí, es que ya no son sólo las nuevas tecnologías. El problema es que en la actualidad hay tantos distractores, en el propio campo laboral la presencia constante y necesaria del celular que sin duda es una herramienta de trabajo que te ayuda en cuestiones de resolución práctica, pero también es una distracción. Por eso es más complejo el aprendizaje de algunas disciplinas, entre ellas el buril. Yo me sigo enfrentando a ese reto, considero que un artista nunca deja de aprender ni llega al punto máximo ni a las fórmulas porque pierde la creatividad, la posibilidad que le da descubrir durante el proceso a dónde te lleva la exploración a través del tiempo y la dedicación a una obra. Ese creo que ha sido uno de los aprendizajes de haber ido a la escuela de Alfredo Zalce.

El Pez blanco

—¿Mizraim, cuál es la importancia de exponer en el Jesuita?

—Soy de Morelia, pero mucha gente cree que soy de Uruapan. Viví muchos años allá y la cercanía del río Cupatitzio dejó una huella en mí. El agua cristalina, no había peces, pero los chapos me marcaron. Mi iconografía tiene que ver con eso. De alguna forma tiene que ver con la extinción el pez. Recuerdo de chico los viajes que hacía en tren de Morelia a Uruapan y cuando el tren paraba aquí en Pátzcuaro, las señoras de subían a vender tortas de pescado blanco. Ahora vivimos la degradación del entorno, del ecosistema. No sólo la extinción del pez blanco como pérdida de uno de los símbolos de la región sino como problemática ambiental y social. La muestra de Ancestro en en Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro es importante porque es aquí a donde pertenece este símbolo y es importante que dialogue con la gente de la región. En 2013 expuse aquí Santo Pez y ahora Ancestro, siento que tenía que venir acá para mostrar mi proceso técnico con el buril a lo largo del tiempo.

Luego de despedirme de Mizraim, trato de observar de nuevo la iconografía, la de los mapas poblados por cardúmenes de peces y las viñetas de la guerra de Independencia, pero también la del hombre que desmonta los animales de un carrusel y los caballos en escenarios fantásticos, las siluetas de los habitantes del lago que se mojan bajo una tormenta y las figuras eróticas que remiten a Egon Schiele. Mientras pienso en la conversación que acabo de sostener con él, pienso cómo la historia de un objeto como el buril, en apariencia nimio, hace improntas profundas sobre el tiempo y las personas, como transforma a los grandes personajes de la historia revistiénfolos de sensibilidad y como los personajes ordinarios y la imaginación de un artista como Mizraim Cárdenas también se inscriben en la historia de su puño. Relatos de humanos y de peces que transitamos de manera efímera bajo las tejas, los cedros y encinos que aún sobreviven.

La exposición Ancestro se inauguró en el Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro (calle Enseñanza S/N) el pasado 8 de julio del presente año y permanecerá abierta al público hasta el mes de octubre.

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