En unos días se efectuarán las elecciones que habrán de definir con el concurso de la participación social el rumbo que se trazará en nuestro país, una contienda que se inscribe en tiempos convulsionados en donde se ha remarcado la polarización, además de una estela de violencia que ha cobrado muchas vidas de participantes de diversa filiación partidista.
Un elemento que se aprecia invariablemente ha sido la demagogia, prometer, expresar lo que el público desea escuchar aunque no se detallen los cómos en cuanto a la resolución de problemas que nos aquejan desde hace mucho tiempo, tal vez la dificultad más evidente lo representa la inseguridad pública.
Poco o nada se resaltó durante el periodo de campañas las ideologías de los partidos políticos, éstos resultan imprescindibles porque son los medios pacíficos para llegar al poder, se trata del objetivo central de estos entes, digamos que es su teleología.
La legalidad debe ser un elemento distintivo de los comicios dominicales que se rubricará con a manifestación expresa del voto popular, aunque persisten temores fundados de posibles actos violentos al revisar los antecedentes, la sombra de la delincuencia está presente en muchas regiones en las que se mantienen encendidas las luces rojas de alerta.
La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo como lo afirmara alguna vez el presidente Abraham Lincoln en las postrimerías de la guerra civil estadounidense, dicha concepción toma distancia de la clásica que se practicó hace 25 siglos en Atenas en la que no participaban las mujeres, solo los ciudadanos en aquellos tiempos en que se ensayaba dicha forma de gobierno llamada pura porque la oclocracia fue la otra cara de la moneda. De hecho Platón se decantaba no por la democracia sino por la aristocracia, el gobierno de los sabios.
México ha logrado avanzar en materia de la democracia en este siglo XXI, ello tras un siglo XX marcado por el que fuera partido hegemónico que gobernó 71 años ininterrumpidos desde la fundación por el estratega político Plutarco Elías Calles con el PNR, posteriormente Lázaro Cárdenas la cambió siglas para el PRM y en la etapa de Miguel Alemán fue el PRI.
En el año 2000 al inicio del nuevo milenio habría de llegar Vicente Fox apoyado por el Partido Acción Nacional para romper la hegemonía priista e inscribir la alternancia electoral como señal de la denominada normalidad democrática. Continuaría Felipe Calderón también panista, más que Fox, en el gobierno encabezado por la derecha mexicana. Ya para el 2012 retornaría el PRI con Enrique Peña Nieto, el presidente que no atinó a mencionar correctamente tres títulos de libros que haya leído y que terminaría su administración en sendos escándalos mediáticos y con una generación de gobernadores de su partido envueltos en las llamas de la corrupción.
En 2018 de nueva cuenta se registraría la alternancia ahora a través de Andrés Manuel López Obrador y el partido Morena, previsible triunfo si revisamos la administración que le precedió de Peña Nieto.
El próximo domingo 2 de junio habrá elecciones, para ello se ocupa de la paz, la legalidad y de una auténtica vocación por la democracia y una verdadera voluntad política de las y los involucrados en la contienda que sea una aportación por la certidumbre.
Presidente de la Crónica de Paracho 2020-2022, Trabajó como Secretario en Secretaría de Difusión Cultural y Extensión Universitaria.