La pasión de rodar en carretera

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Teniendo como característica principal mantener una esencia familiar, el club de motociclismo Desert Angels se ha convertido en uno de los más populares de la ciudad y de los que más actividades realizan.

Víctor Hernández, motociclista desde el año 2008, explica que al integrarse al club se dio cuenta que había una serie de mitos que giraban en torno al motociclismo, ya que se suele pensar que estos grupos solamente se dedican al consumo de alcohol, drogas y cualquier cosa relacionada con los excesos.

“Es una verdadera pasión rodar sobre la carretera, el poder sentir el viento, vivir los aromas que dejan los caminos y palpar los aromas, el sol e incluso la lluvia. Yo decidí entrar al club cuando me percaté que era un grupo profesional y con orden, la verdad es que me sorprendieron mucho”.

A decir de Héctor Mendoza, quien tiene más de 20 años en el mundo de las motos, subraya que el ambiente del motoclub es una pasión que comparte con su esposa, lo que ahora también han comenzado a heredar a sus tres hijos.

Cultura

Army of Noise y el sueño materializado de hacer Rock Metal en Morelia

Por otra parte, aunque todos tienen afinidad por la velocidad, refieren que procuran en todo momento la seguridad en aspectos como el uso obligatorio de cascos que protejan el cien por ciento del rostro y no solo la cabeza.

Asimismo, exponen que los guantes son necesarios, ya que en un accidente los motociclistas lo primero que usan son las manos, esto como parte de los movimientos naturales que se hacen por instinto.

Si bien a las motos se les sigue relacionando con la muerte, Víctor Hernández considera que los equipos de seguridad han mejorado considerablemente con el paso de los años, pues incluso precisa que ya se cuentan con cascos certificados por organizaciones internacionales.

“Ya hay cursos de primeros auxilios que están enfocados a los amantes de lo biker, entonces todas estas herramientas permiten que los riesgos de un accidente se reduzcan en una cantidad importante”.

Dentro de las experiencias que han tenido al viajar, Alejandro Castillo señala que una rodada inolvidable fue cuando decidió ir hacia la ciudad de Monterrey totalmente solo, lo que implicó que iniciara su viaje a las nueve de la mañana para arribar al estado del norte a las diez de la noche.

“Al estar solo, aprovechas la carretera para ir escuchando tus pensamientos, escuchando de repente música, luego me ponía a interactuar con los camioneros y también disfrutaba mucho de los paisajes que se me atravesaban”.

Para poder pertenecer a Desert Angels, refiere que han decidido establecer algunos filtros, pues tratan de integrar a personas que no pongan en riesgo al colectivo, ya que asevera que es importante que sean motociclistas comprometidos con la seguridad, puesto que la carretera siempre tendrá una dosis de riesgo.

➡️ También lee: Baños Valladolid del vapor relajante al encuentro casual que todos quieren jugar

En el mismo sentido, puntualiza que antes de integrar a un miembro de manera oficial, se les sujeta a un periodo de prueba en el que se analiza el comportamiento que tienen con el grupo y si cumple con las expectativas, se les otorga los parches.

Dentro de ese tiempo en el que se está valorando al prospecto, Desert Angels verifican que no sea una persona “mala copa”, que no use sustancias ilícitas y sobre todo que sean responsables cuando se tienen las rodadas.

“Hay que ver cómo funcionan en grupo, pues una rodada implica mucha disciplina, se debe tener orden y el prospecto tiene que adecuarse a estos lineamientos para poder formar parte y ganarse el derecho de usar nuestros colores”.

Por último, Víctor Hernández emite que el principal consejo que le da a las personas que se están interesando en el motociclismo, es compartirles la frase “en la moto no tengo prisa”, lo cual quiere decir que nunca se debe anteponer la velocidad por encima de la integridad física.

El motociclista añade que el único accidente que ha tenido en todos estos años fue justamente por acelerar más de la cuenta, por lo que tras la experiencia, entendió que nunca se puede ceder a las prisas y que es preferible llegar tarde a un lugar, pero con vida.