Morelia, Mich (OEM-INFOMEX).- Lo que ahora es una Calzada en la que caben eventos culturales, la mirada curiosa de los turistas y los estudiantes que salen de sus clases en las escuelas circundantes, fue hace 300 años un terreno baldío, lejano a la ciudad.
Y es que la calzada Fray Antonio de San Miguel también tiene su historia, la cual comenzó hace 291 años porque un obispo llamado Escalona y Calatayud ordenó la construcción de la vía en 1732. Pero antes de eso en el lugar había un terreno prácticamente baldío, que colindaba con la entonces comunidad de San Pedro, ubicada donde ahora está el bosque Cuauhtémoc.
Esto nos lo contó la historiadora y guía de turistas Catalina Sáenz Gallegos, la cual añadió en entrevista que fue a finales de ese mismo siglo XVIII que el también obispo Antonio de San Miguel impulsó la remodelación del espacio y es justo por ello que la calzada lleva su nombre.
“La calzada se construyó con la idea de comunicar a la gente con el templo de Guadalupe o San Diego, que es como lo conocemos; entonces había un camino de tierra que no estaba bien terminado”, refirió la historiadora.
Entonces fue construido un camino con baldosas y lugares para sentarse para facilitar propósitos religiosos, es decir, que la gente de Valladolid pudiera caminar de una manera más cómoda hacia el templo. Desde entonces es que la Calzada tiene las bancas de piedra, que tiene a lo largo de los 400 metros del camino, que en total son 12.
Los que vinieron un poco después fueron los árboles, mismos que a decir de Sáenz Gallegos, fueron plantados a fines del siglo XVIII “para darle sombra al espacio, mientras que en el siglo XIX se le agregaron farolas”. De estos elementos, lo que pervive hasta la actualidad son los fresnos.
Pero también está la Casa de la Mano en la Reja, una edificación que a decir de Sáenz Gallegos, fue construida en el tramo final del siglo XIX por órdenes de un jerarca católico de esos días, llamado Fray Matías García de Carrasquedo, una propiedad que ha cambiado de dueños y donde ahora se ubica el Centro Cultural de la UNAM.
A propósito de lo religioso, la historiadora mencionó que para ese momento ya existía una capilla en donde ahora se encuentra el templo de Lourdes, el cual se encuentra justamente al frente de la fuente a las Tarascas.
Pero la devoción poco a poco fue dando lugar a otros fines, pues como contó Sáenz Gallegos “era un tránsito, era como una aduana porque llegaban las recuas de mulas con mercancías, entonces fue una zona comercial”.
Ahora bien, Sáenz Gallegos añadió que anteriormente se creía que en la época colonial había una regla no escrita según la cual las personas de la clase alta podían circular por el centro de la vía mientras que la gente de pocos recursos debían transitar por fuera. Pero hasta el momento ese dato aún está en el terreno de la leyenda urbana, porque dijo que no se han encontrado evidencias de que sí hubiera esa práctica.
Lo que sí se conoce es que la Calzada fue de las primeras edificaciones en la zona, despoblada en ese momento.
“Lo que había cerca era la comunidad indígena de San Pedro, incluso (el historiador) Ricardo Espejel mencionó que era gente de Pátzcuaro que fue traída para que se hiciera construir cosas”.
Además, la historiadora señaló que en ese entonces todavía no había surgido el culto a la Virgen de Guadalupe, “la gente visitaba el templo, pero le quedaba lejos y no había tanto esa devoción que después llegamos a tener”.
Otro dato curioso que proporcionó Sáenz Gallegos es que en la zona vivió Miguel Silva, “que fue gobernador interino del estado y con él se inauguró el monumento a José María Morelos”. Por último, la historiadora compartió que mediante un decreto emitido en 1929 se oficializó el nombre del camino como Calzada Fray Antonio de San Miguel.
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