/ sábado 28 de septiembre de 2019

De la escuela de la vida a un maestro artesano

José Antonio Anita, plasma las flores en bateas y otras piezas de madera

"Leer sí puedo, escribir poco, pintar mucho, aprendí en la escuela de la vida. Dios puso en mis manos magia para plasmar las flores más bonitas en la artesanía", expresó José Antonio Anita Mejía, creador de las singulares bateas de la región Lacustre y la Cruz Alta con la que se dio la bienvenida al Papa Francisco en aquel histórico encuentro con la juventud en el Estadio Morelos.

Hace 71 años nació en una humilde familia, integrada por papá, mamá y tres hijos; uno de los 10 artesanos decanos del municipio de Quiroga.

Tuve una infancia sufrida, me quedé huérfano de padre muy niño, recordó quien se ha distinguido por ser uno de los mejores artífices que ha puesto el nombre de Michoacán en lo más alto, con diversos reconocimientos y galardones en su haber, al conservar técnicas ancestrales del maqueo, prácticamente rudimentarias.

Ataviado con su ropa de manta, con bordado en punto de cruz en la camisa, sombrero de palma, huaraches y morral cruzado, así como lo conservan grupos purépechas en la actualidad, Anita Mejía compartió que no tuvo estudio, a penas cursó dos años de la primaria. Las carencias económicas lo obligaron a voltear hacia el oficio que ya ponían en práctica sus hermanos mayores.

"Mientras ayudaba a las tareas de la casa, yo veía a mis hermanos (uno lamentablemente falleció y el otro se convirtió en maestro artesano). Lo aprendí solito, sólo ponía atención en sus trazos y aplicación de pintura en las piezas de madera".

En la década de los años 60’s, relató, había por lo menos 80 artesanos, ahora somos muy pocos. Nos dedicamos a rescatar piezas como las bateas de madera de pino y también a diversificar productos para ganar más clientes, expuso.

Ahora, en su caso, es mayor la demanda de artesanía pequeña, eso sí pintada a mano, como son cajas, alhajeros, aretes y sillas en miniatura. Aunque, para participar en concursos estatales o naciones diseña sobre lo que él sabe hacer: bateas y baúles.

DESDE UN PEQUEÑO TALLER

Dos mesas de madera, cajas con pinceles de diversos tamaños y puntas; además de frascos originales con pigmentos naturales, incluidos los improvisados para resguardar su principal materia prima, son los elementos que contiene el pequeño taller de José Antonio Anita, ubicado en la calle Lázaro Cárdenas en su natal Quiroga.

Entre sus dedos y muñecas se observan rastros de pintura, mientras toma un frasco para explicar que usa materiales de artista, desde una amplia paleta de colores entre los que predominan los tonos pastel hasta barniz para dar un mejor acabado a cada pieza, que luzcan bonitas.

"Mi taller es una mesita donde pongo mis materiales. En la otra, es para lijar y aplicar brillo, todo se hace a mano; mi esposa Consuelo me ayuda". Su trabajo lo calificó como 100% artesanal rústico.

Procreó con Consuelo a tres hijos, de los cuales dos heredaron el gusto por el maqueo. Gabriel y Consuelo, de 27 y 25 años, respectivamente, han perfeccionado las técnicas aprendidas por su progenitor, llevan en la sangre una de las expresiones culturales más representativas de Michoacán: el arte popular. Su tercer vástago se dedica al comercio.

Posee un catálogo de 20 diseños de flores diferentes, pero son cinco las de mayor preferencia, a través de las cuales transmite la belleza de la naturaleza; además de representar una ofrenda en la etnia purépecha.

José Antonio y Luis, los hermanos Anita, están dedicados al rescate de la elaboración artesanal de bateas, las cuales se exponen y comercializan en sus talleres propios; además de llevarlas de manera directa a plazas de Tlaquepaque, Tonalá, San Luis Potosí, San Miguel de Allende, Guanajuato y Querétaro.

"Mi especialidad era la batea, es la que nos representa, la misma que cargan Las Tarascas entre sus manos"; sin embargo, decidió adentrarse en otras creaciones.

Parte de su obra se exhibe en el Museo de las Artesanías de Michoacán, ubicado en el Exconvento de San Francisco, en el corazón de la capital michoacana.

LA ENCOMIENDA PARA SU SANTIDAD

En la víspera de la visita que el Papa Francisco haría a México en febrero de 2016, la que contempló en el itinerario a Morelia, la comunidad católica de Quiroga decidió en José Anita Mejía la encomienda de elaborar una pieza para mostrar la riqueza artesanal de Michoacán.

De ahí surgió, la Cruz Alta, de 1.6 metros de altura, pintada a mano, de la cual penden con listón 22 bateas en miniatura. Prevalecen los colores azul, rosada, morado, rojo, amarillo, naranja y verde, entre otras tonalidades.

Fue el 16 de febrero cuando en el Encuentro con la Juventud en el Coloso del Quinceo, un joven encabezó ante su Santidad la procesión de artesanos michoacanos, con la cruz elevada; detrás de él hombres y mujeres danzaron y cantaron en medio de un ritual tradicional, en lo que fue uno de los momentos cúspide de la visita de la máxima figura Católica a un estado lacerado por la inseguridad y la violencia.

Esta creación especial la conserva en su taller, de la cual se han realizado hasta el momento 18 replicas. Para él, queda el orgullo de la misión cumplida; la Cruz Alta de madera y decorada a mano fue vista por los miles de asistentes, y en todo el mundo a través de las transmisiones por televisión y redes sociales.

A sus 71 años de edad, el artesano ha obtenido diversos premios y cuatro galardones especiales por su destacada participación en concursos como Noche de Muertos de Pátzcuaro y Semana Santa; también se hizo acreedor a la condecoración Don Vasco hace aproximadamente 15 años de parte del Ayuntamiento de Quiroga.

"Leer sí puedo, escribir poco, pintar mucho, aprendí en la escuela de la vida. Dios puso en mis manos magia para plasmar las flores más bonitas en la artesanía", expresó José Antonio Anita Mejía, creador de las singulares bateas de la región Lacustre y la Cruz Alta con la que se dio la bienvenida al Papa Francisco en aquel histórico encuentro con la juventud en el Estadio Morelos.

Hace 71 años nació en una humilde familia, integrada por papá, mamá y tres hijos; uno de los 10 artesanos decanos del municipio de Quiroga.

Tuve una infancia sufrida, me quedé huérfano de padre muy niño, recordó quien se ha distinguido por ser uno de los mejores artífices que ha puesto el nombre de Michoacán en lo más alto, con diversos reconocimientos y galardones en su haber, al conservar técnicas ancestrales del maqueo, prácticamente rudimentarias.

Ataviado con su ropa de manta, con bordado en punto de cruz en la camisa, sombrero de palma, huaraches y morral cruzado, así como lo conservan grupos purépechas en la actualidad, Anita Mejía compartió que no tuvo estudio, a penas cursó dos años de la primaria. Las carencias económicas lo obligaron a voltear hacia el oficio que ya ponían en práctica sus hermanos mayores.

"Mientras ayudaba a las tareas de la casa, yo veía a mis hermanos (uno lamentablemente falleció y el otro se convirtió en maestro artesano). Lo aprendí solito, sólo ponía atención en sus trazos y aplicación de pintura en las piezas de madera".

En la década de los años 60’s, relató, había por lo menos 80 artesanos, ahora somos muy pocos. Nos dedicamos a rescatar piezas como las bateas de madera de pino y también a diversificar productos para ganar más clientes, expuso.

Ahora, en su caso, es mayor la demanda de artesanía pequeña, eso sí pintada a mano, como son cajas, alhajeros, aretes y sillas en miniatura. Aunque, para participar en concursos estatales o naciones diseña sobre lo que él sabe hacer: bateas y baúles.

DESDE UN PEQUEÑO TALLER

Dos mesas de madera, cajas con pinceles de diversos tamaños y puntas; además de frascos originales con pigmentos naturales, incluidos los improvisados para resguardar su principal materia prima, son los elementos que contiene el pequeño taller de José Antonio Anita, ubicado en la calle Lázaro Cárdenas en su natal Quiroga.

Entre sus dedos y muñecas se observan rastros de pintura, mientras toma un frasco para explicar que usa materiales de artista, desde una amplia paleta de colores entre los que predominan los tonos pastel hasta barniz para dar un mejor acabado a cada pieza, que luzcan bonitas.

"Mi taller es una mesita donde pongo mis materiales. En la otra, es para lijar y aplicar brillo, todo se hace a mano; mi esposa Consuelo me ayuda". Su trabajo lo calificó como 100% artesanal rústico.

Procreó con Consuelo a tres hijos, de los cuales dos heredaron el gusto por el maqueo. Gabriel y Consuelo, de 27 y 25 años, respectivamente, han perfeccionado las técnicas aprendidas por su progenitor, llevan en la sangre una de las expresiones culturales más representativas de Michoacán: el arte popular. Su tercer vástago se dedica al comercio.

Posee un catálogo de 20 diseños de flores diferentes, pero son cinco las de mayor preferencia, a través de las cuales transmite la belleza de la naturaleza; además de representar una ofrenda en la etnia purépecha.

José Antonio y Luis, los hermanos Anita, están dedicados al rescate de la elaboración artesanal de bateas, las cuales se exponen y comercializan en sus talleres propios; además de llevarlas de manera directa a plazas de Tlaquepaque, Tonalá, San Luis Potosí, San Miguel de Allende, Guanajuato y Querétaro.

"Mi especialidad era la batea, es la que nos representa, la misma que cargan Las Tarascas entre sus manos"; sin embargo, decidió adentrarse en otras creaciones.

Parte de su obra se exhibe en el Museo de las Artesanías de Michoacán, ubicado en el Exconvento de San Francisco, en el corazón de la capital michoacana.

LA ENCOMIENDA PARA SU SANTIDAD

En la víspera de la visita que el Papa Francisco haría a México en febrero de 2016, la que contempló en el itinerario a Morelia, la comunidad católica de Quiroga decidió en José Anita Mejía la encomienda de elaborar una pieza para mostrar la riqueza artesanal de Michoacán.

De ahí surgió, la Cruz Alta, de 1.6 metros de altura, pintada a mano, de la cual penden con listón 22 bateas en miniatura. Prevalecen los colores azul, rosada, morado, rojo, amarillo, naranja y verde, entre otras tonalidades.

Fue el 16 de febrero cuando en el Encuentro con la Juventud en el Coloso del Quinceo, un joven encabezó ante su Santidad la procesión de artesanos michoacanos, con la cruz elevada; detrás de él hombres y mujeres danzaron y cantaron en medio de un ritual tradicional, en lo que fue uno de los momentos cúspide de la visita de la máxima figura Católica a un estado lacerado por la inseguridad y la violencia.

Esta creación especial la conserva en su taller, de la cual se han realizado hasta el momento 18 replicas. Para él, queda el orgullo de la misión cumplida; la Cruz Alta de madera y decorada a mano fue vista por los miles de asistentes, y en todo el mundo a través de las transmisiones por televisión y redes sociales.

A sus 71 años de edad, el artesano ha obtenido diversos premios y cuatro galardones especiales por su destacada participación en concursos como Noche de Muertos de Pátzcuaro y Semana Santa; también se hizo acreedor a la condecoración Don Vasco hace aproximadamente 15 años de parte del Ayuntamiento de Quiroga.

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