Hoy en día el cambio climático se puede combatir desde muchas áreas, y una de ellas son las escuelas de nivel básico, medio y superior.
La educación ambiental se ha logrado implementar en algunas universidades del mundo y sus asignaturas han tomado la misma relevancia que materias como historia y matemáticas. Su contenido se puede trabajar de forma transversal, ya que se puede abordar en diferentes materias para así lograr un mayor entendimiento.
De acuerdo con las investigadoras Magaly Peñafiel y Alida Vallejo, de la Universidad de Guayaquil de Ecuador, la educación ambiental es el medio más efectivo para concientizar a la población sobre la necesidad de preservar el medio ambiente y mejorar la calidad de vida en las generaciones actuales y futuras.
Durante los últimos años, algunas escuelas y universidades han agregado a sus matrículas materias de Educación Ambiental (EA) con las que pretenden instruir a niños y jóvenes para ser factores de cambio en contra el cambio climático y sus consecuencias.
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Ésta no sólo pretende informar a los jóvenes sobre los problemas ambientales y climáticos, sino también invitarlos a que investiguen y se involucren para que, cuando salgan al mundo laboral puedan tomar decisiones desde cada uno de sus sectores profesionales enfocadas al cuidado del medio ambiente.
Durante los últimos 50 años, la EA ha tomado tal relevancia, que organismos internacionales han dado diferentes propuestas en torno a ella, tales como: La Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible (UNESCO, 1992), Educación para el Desarrollo de las Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global (Consejo de la Tierra 1992), Educación para un Futuro Sostenible y Educación para la Sostenibilidad (UNESCO 1997).
La Agencia de Protección Ambiental De Estados Unidos (EPA) reconoce cinco pilares que construyen la EA: El primero es la conciencia, la sensibilidad y el entendimiento al medio ambiente y a sus desafíos.
Otro de ellos es generar una actitud de preocupación por el ambiente, así como una motivación por mejorar o mantener la calidad ambiental. También otorgar habilidades para identificar y contribuir a la resolución de desafíos y la participación en actividades que contribuyan a la resolución de los mismos.
La EA no busca juzgar u opinar sobre los procesos o el manejo del cuidado ambiental de la actualidad, sino enseñarle a los niños y jóvenes a poner en práctica estrategias con las que puedan sopesar y solucionar la problemática desde distintas perspectivas, mediante un pensamiento crítico.
Los más pequeños
La educación ambiental busca desde la primaria que los niños y niñas tengan un respeto y entendimiento del entorno natural que les rodea. Por ello, las clases relacionadas con el cuidado ambiental que ellos llevan son más prácticas que teóricas.
Por ejemplo, realizan visitas a áreas naturales en donde el objetivo es sembrar en ellos un amor y respeto hacia ellas, y así generar en ellos la necesidad de cuidar su entorno y no contaminarlo.
Durante sus visitas, también pueden colaborar para la limpieza de algunas zonas en colaboración de sus escuelas con algunas ONG y asociaciones civiles.
Una de las actividades más populares en la que los niños tienen un acercamiento a la naturaleza es la visita a zoológicos y granjas. Con ellas los pequeños se involucran en el entorno de los animales, aprenden un poco sobre su estilo de vida y sobre todo desarrollan un sentido de cuidado hacia ellos.
Otro de los temas con el que los niños juegan y aprenden es el reciclaje. Por medio de él, los niños y niñas pueden crear cosas nuevas y con ellas explotar su imaginación y algunas otras habilidades que requieren desarrollar en esa etapa de su vida.
Por otro lado, los alumnos de nivel secundaria reciben otras materias de este enfoque. Mientras que los pequeños toman materias más didácticas, en este nivel los y las estudiantes aprenden a analizar por medio de su pensamiento crítico las problemáticas ambientales que les rodean.
Además, este enfoque pierde relevancia durante esta etapa ya que las escuelas enfocan sus materias de estudio en la Educación Sexual, Equidad de Género y la Formación de Valores.
Factores de cambio
A principios de la década de los noventas, cuando surge la tendencia de la educación ambiental, las escuelas de bachillerato de México decidieron no implementarla, porque consideraban que existían otras maneras de entender y cuidar el medio ambiente, específicamente las escuelas de la UNAM.
Fue hasta 1996 que los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) implementaron la educación ambiental después de la puesta en marcha del Plan de Estudios Actualizado del Colegio, mientras que las Preparatorias (ENP), la introdujeron hasta el 2004.
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Desde entonces, las preparatorias han enfocado la educación ambiental a la materia de Biología, en la que estudian y desarrollan proyectos en los que por medio de la creatividad investiguen, reflexionen y se hagan preguntas sobre cómo resolver las problemáticas ambientales.
“Las generaciones anteriores fueron las causantes del cambio climático, no los jóvenes. Es por eso que nosotros les tenemos que dar el conocimiento, empoderarlos, darles el liderazgo y orientar sus carreras hacia el futuro para que se puedan convertir en un factor de cambio”, dijo a El Sol de México Isabel Studer, Directora de Alianza MX de la Universidad de California.
Universitarios, listos para cambiar el mundo
Las instituciones de Educación superior son las protagonistas en la formación de profesionistas comprometidos y respetuosos con su entorno.
La Universidad Autónoma de Baja California realizó un estudio con sus universitarios, el cual señaló que los estudiantes conocen las problemáticas ambientales, están dispuestos a difundir e instruir a los demás y sobre todo quieren ser parte y contribuir a la resolución de los problemas ambientales y climáticos.
Durante la universidad, los y las jóvenes son proactivos y participan de manera constante en proyectos o iniciativas con enfoque de conservación ambiental incluso fuera de sus universidades.
“Enfatizar en los jóvenes no significa que los demás no tengamos que hacer nada, nuestro papel en su formación es el de guiarlos y de sumar esfuerzos para que ellos y ellas tengan las mejores herramientas y conocimientos”, añadió.
En este nivel, la EA se redirige a la acción en diversas disciplinas, para así comprender el medio ambiente en su totalidad, así como la influencia de diferentes áreas para su conservación.
Para esto, los jóvenes ya cuentan con las armas y los conocimientos para ser factores de cambio en el mundo laboral, y desde cada una de sus áreas sabrán cómo y qué acciones llevar a cabo para desarrollarse como profesionistas exitosos y responsables con el medio ambiente.
“El objetivo es que desde su área de trabajo contribuyan a la mitigación de problemas contra el cambio climático. Por ejemplo, que si se van al sector financiero, ellos y ellas sepan que hay modelos económicos responsables con el medio ambiente y además sepan implementarlos. Así cada uno desde su profesión”, añadió Isabel Studer.
A mediados de junio de 2022, la Secretaría de Educación del Estado de Yucatán, en conjunto con la Fundación Pedro y Elena Hernández A.C., implementaron el “Programa Educativo para la Conservación de la Biodiversidad de Yucatán: La Ruta del Flamenco”.
La Iniciativa forma parte de un convenio firmado por ambas dependencias en marzo y tendrá una cobertura geográfica de alcance costero para capacitar a los docentes para que puedan impartir dichas asignaturas.
Algunos de los temas que se incluyen dentro de este programa son: Áreas Naturales Protegidas, Biodiversidad en México y Península de Yucatán, Ecosistema del manglar, Cambio Climático y su impacto global, Manejo de residuos sólidos y Huertos escolares para una seguridad alimentaria.
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De este modo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), planteados en 2015 por la ONU, cumplen con las metas planteadas en la Agenda 2030, las cuales refieren que todos los sectores de la sociedad como gobiernos, empresas y organizaciones civiles se involucren en la resolución de problemas ambientales, y al incluir las universidades dentro de este marco, la sociedad entera ya está tomando acciones en pro del medio ambiente.
Aunado a ello, diversas organizaciones y empresas han creado programas para formar jóvenes líderes climáticos que estén dispuestos a ser factores de cambio desde la diplomacia, política y la educación.
“Lo que queremos con el programa de líderes climáticos es que los jóvenes visualicen las nuevas carreras que están surgiendo y con ellas las nuevas propuestas de economías climáticas”, añadió Isabel Studer en el marco del Programa de Embajadores Climáticos de Alianza Mx de la Universidad de California.
Isabel Studer señala que la formación de jóvenes involucrados con el medio ambiente y de líderes climáticos es un trabajo que no sólo concierne a las universidades, también al sector privado, los gobiernos y a las organizaciones de la sociedad civil.
De este modo los jóvenes podrán transformar la realidad y construir un mundo mejor como profesionistas y como defensores del medio ambiente.
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