/ viernes 10 de febrero de 2023

Sirena michoacana nada a contracorriente y vence obstáculos; esta es su historia

La frase "no puedo" no está en el vocabulario de la medallista María Guadalupe López Gaitán, quien ve en la natación un compañero cuando las cosas se ponen mal

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En dos ocasiones, a María Guadalupe López Gaitán (50 años) le dijeron que la natación no era lo suyo. La primera vez, sucedió siendo apenas una niña, cuando a su madre le recomendaron cambiarla a otro deporte; la segunda, hace seis años, el día que su entrenador le advirtió que no tenía sentido viajar a competir a Cancún al torneo de aguas abiertas conocido como El Cruce.

En ninguno de los dos casos las palabras le hicieron eco y hasta el día de hoy ya suma, entre lagos y mares, un total de 13 destinos nadados, así como un montón de medallas que acumula en el centro de mesa de su hogar y que todavía no ha contabilizado.

Recientemente, la originaria de Tacámbaro, Michoacán, obtuvo el segundo lugar en el Campeonato Estatal de Aguas Abiertas que se realizó en Aquila, pero la historia de su amor por este deporte nació en Los Mochis, Sinaloa, cuando en aquella etapa de su vida el mundo del triatlón comenzó a llamar su atención.

Cortesía

Empezó a aprender desde cero y a nadar en aguas abiertas, se compró una bicicleta modesta y logró tener participación en algunos triatlones; sin embargo, una lesión la marginó de esta modalidad y de nueva cuenta daba la impresión de que todo lo que tuviera que ver con la natación se le negaba.

Me vengo a vivir a Morelia con un grado de depresión por situaciones personales, me acerco al Cder y para mi fortuna se estaba iniciando una selección en la que fui aceptada. Ahí, empiezo a aprender los estilos de la natación, tengo participación en maratones locales y después se me atraviesa la oportunidad de competir en el Cruce

Todavía con el orgullo intacto, María identifica esa competencia como la que le marcó un antes y un después, pues el haber concluido el trayecto que desemboca en las Islas Marías, no solo implicaba haberle demostrado a su entrenador que sí podía, sino que estaba frente a una revelación consigo misma.

Desde ese momento, los torneos fueron más constantes, luego vinieron las medallas y casi sin darse cuenta, en el marco de su cumpleaños se hallaba nadando en España, en pleno Mar Mediterráneo, y subiéndose al podio con un segundo lugar.

Cortesía

“Yo quería celebrarme con una competencia de 10 kilómetros, entonces además de entrenar, también me asesoré con nutriólogos y me acerqué a una doctora para tener todos los cuidados necesarios y mantenerme en un nivel óptimo”.

María bromea que no vive de la natación y que está en busca de patrocinadores, pero ya en un tono más serio, trata de explicar lo que significa el mar en su vida, desde el pedirle permiso para ingresar, el escuchar a las ballenas transitar, mirar cientos de peces y olvidarse de todo mientras compite.

Lo califica como una “meditación en movimiento”, pero también está la contraparte, pues argumenta que introducirse a una competencia de aguas abiertas significa vencer el miedo que a veces son ocasionados por sus propios pensamientos.

Es cuando escuchas las voces que te dicen que no puedes, que sabes que estás sola y que te puedes ahogar, entonces viene la desconcentración, el cansancio, el ardor y hasta la idea de que un tiburón te puede comer. Pero todo esto es parte del proceso, el aprender a dejar ir esos pensamientos, enfocarte en tus movimientos, apreciar lo que vas observando y disfrutar de tu entorno

Esta misma filosofía, abunda, es la que ha buscado aplicar a su vida diaria, pues reconoce en el deporte y la natación un compañero cuando las cosas se ponen mal. Enlista que lo mismo le da razones para levantarse que para equilibrarse y fijarse nuevos objetivos.

María no se atreve a decir que es la mejor nadadora, pero en su caso, asegura que la “disciplina mata talento”, fórmula que la ha llevado a estar arriba del podio en distintas ocasiones y que este año probablemente le permitirá competir en Veracruz y Ecuador.

Al preguntarle si el hecho de que su entrenador no creyera que fuera capaz de concluir el tramo del Cruce influyó para hacer una trayectoria en aguas abiertas, considera, más bien, que esa situación le hizo comprender que no todas las barreras son reales, o dicho en otras palabras, asumió que en sus manos estaba el determinar si existían o no esos obstáculos. “En realidad a quien reté fue a mí misma… elegí creer en mí”.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En dos ocasiones, a María Guadalupe López Gaitán (50 años) le dijeron que la natación no era lo suyo. La primera vez, sucedió siendo apenas una niña, cuando a su madre le recomendaron cambiarla a otro deporte; la segunda, hace seis años, el día que su entrenador le advirtió que no tenía sentido viajar a competir a Cancún al torneo de aguas abiertas conocido como El Cruce.

En ninguno de los dos casos las palabras le hicieron eco y hasta el día de hoy ya suma, entre lagos y mares, un total de 13 destinos nadados, así como un montón de medallas que acumula en el centro de mesa de su hogar y que todavía no ha contabilizado.

Recientemente, la originaria de Tacámbaro, Michoacán, obtuvo el segundo lugar en el Campeonato Estatal de Aguas Abiertas que se realizó en Aquila, pero la historia de su amor por este deporte nació en Los Mochis, Sinaloa, cuando en aquella etapa de su vida el mundo del triatlón comenzó a llamar su atención.

Cortesía

Empezó a aprender desde cero y a nadar en aguas abiertas, se compró una bicicleta modesta y logró tener participación en algunos triatlones; sin embargo, una lesión la marginó de esta modalidad y de nueva cuenta daba la impresión de que todo lo que tuviera que ver con la natación se le negaba.

Me vengo a vivir a Morelia con un grado de depresión por situaciones personales, me acerco al Cder y para mi fortuna se estaba iniciando una selección en la que fui aceptada. Ahí, empiezo a aprender los estilos de la natación, tengo participación en maratones locales y después se me atraviesa la oportunidad de competir en el Cruce

Todavía con el orgullo intacto, María identifica esa competencia como la que le marcó un antes y un después, pues el haber concluido el trayecto que desemboca en las Islas Marías, no solo implicaba haberle demostrado a su entrenador que sí podía, sino que estaba frente a una revelación consigo misma.

Desde ese momento, los torneos fueron más constantes, luego vinieron las medallas y casi sin darse cuenta, en el marco de su cumpleaños se hallaba nadando en España, en pleno Mar Mediterráneo, y subiéndose al podio con un segundo lugar.

Cortesía

“Yo quería celebrarme con una competencia de 10 kilómetros, entonces además de entrenar, también me asesoré con nutriólogos y me acerqué a una doctora para tener todos los cuidados necesarios y mantenerme en un nivel óptimo”.

María bromea que no vive de la natación y que está en busca de patrocinadores, pero ya en un tono más serio, trata de explicar lo que significa el mar en su vida, desde el pedirle permiso para ingresar, el escuchar a las ballenas transitar, mirar cientos de peces y olvidarse de todo mientras compite.

Lo califica como una “meditación en movimiento”, pero también está la contraparte, pues argumenta que introducirse a una competencia de aguas abiertas significa vencer el miedo que a veces son ocasionados por sus propios pensamientos.

Es cuando escuchas las voces que te dicen que no puedes, que sabes que estás sola y que te puedes ahogar, entonces viene la desconcentración, el cansancio, el ardor y hasta la idea de que un tiburón te puede comer. Pero todo esto es parte del proceso, el aprender a dejar ir esos pensamientos, enfocarte en tus movimientos, apreciar lo que vas observando y disfrutar de tu entorno

Esta misma filosofía, abunda, es la que ha buscado aplicar a su vida diaria, pues reconoce en el deporte y la natación un compañero cuando las cosas se ponen mal. Enlista que lo mismo le da razones para levantarse que para equilibrarse y fijarse nuevos objetivos.

María no se atreve a decir que es la mejor nadadora, pero en su caso, asegura que la “disciplina mata talento”, fórmula que la ha llevado a estar arriba del podio en distintas ocasiones y que este año probablemente le permitirá competir en Veracruz y Ecuador.

Al preguntarle si el hecho de que su entrenador no creyera que fuera capaz de concluir el tramo del Cruce influyó para hacer una trayectoria en aguas abiertas, considera, más bien, que esa situación le hizo comprender que no todas las barreras son reales, o dicho en otras palabras, asumió que en sus manos estaba el determinar si existían o no esos obstáculos. “En realidad a quien reté fue a mí misma… elegí creer en mí”.

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