/ martes 17 de agosto de 2021

Taller Mapas, cuentos y cantos del cuerpo; en sus últimas sesiones

El curso se desprende de la postura que tiene la organizadora Ariadna Franco en torno a la danza, según la cual es necesaria una integración de esta forma de arte en la vida

Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Las prácticas usuales con que se ejerce la danza ya están rebasadas y la pandemia vino a mostrar la necesidad de hacer cambios. En el caso de la artista escénica Ariadna Franco, esa transformación es mediante la difusión de conocimiento.

Lo anterior se debe a que, esta artista originaria de la Ciudad de México, se encuentra ahora en las sesiones finales del taller “Mapas, cuentos y cantos del cuerpo” que imparte a niños en “Casa Werma”, un espacio ubicado en Pátzcuaro.

El taller se desprende de la postura que tiene Ariadna Franco en torno a la danza, según la cual es necesaria una integración de esta forma de arte en la vida, que no se encuentre restringida sólo a ser presentada en un teatro.

“Se trata de cómo nos encontramos con el otro, nos influenciamos o contrastamos con el otro; es decir, todas estos términos utilizados para crear una pieza las llevo a la vivencia en el mundo, para mi ese límite entre quien baila profesionalmente y quien no, es cada vez más liminal”.

Pero además de estas consideraciones filosóficas, también hay una cuestión práctica, pues de acuerdo a Ariadna Franco “veo que la gente ya no va mucho a las funciones de danza, cuando iba a los teatros miraba a muy pocas personas, entonces empezaron a llevar la danza a los espacios públicos; son cosas que ya se estaban viviendo y pienso que la pandemia trajo un paro obligatorio y la posibilidad de repensar desde donde construimos y que tan posible es seguir, porque ¿qué haces si no hay funciones, si no hay encuentros ni festivales?, ¿de qué vives?”.

“Los bailarines –agregó Ariadna Franco- siempre hemos buscando alternativas porque nuestra vida es muy precaria, aunque ahora resultaba más claro que debíamos movernos de distintas maneras para que nuestro arte siga siendo de primera necesidad y a mí lo que me encantó del curso con los niños en Pátzcuaro, es que el encuentro ya era necesario, sí con el cubre bocas y todo eso, pero los niños ya necesitaban encontrarse con sus pares y la danza nos abrió ese puente”.

Ariadna Franco mencionó lo anterior en relación a “Mapas, cuentos y cantos del cuerpo”, que finalizará este miércoles y que le fue posible aplicar porque tuvo el respaldo del programa de Cultura federal Alas y raíces, con lo que ofreció clases a un grupo de 26 infantes. La respuesta de estos fue tan nutritiva, dijo, que ya consideran replicara el taller en Pátzcuaro el próximo verano.

“Creo que aún hay quien piensa que la danza escénica tiene todavía un lugar muy importante y se debe seguir haciendo así, aunque desde mi opinión la danza es para hacerse no tanto para mirarse, desde la danzaterapia he tomado la idea de que la danza nos pertenece a todos, no sólo a los bailarines (…) acá los 26 niños y niñas vinieron por cinco semanas a danzar y eso para mí, ahora, tiene más sentido”.

Por último, cabe anotar que “Casa Werma” es un sitio dedicado al culto del budismo tibetano, pero que se ha abierto a actividades culturales como residencias artísticas, exposiciones de gráfica o talleres como el de Ariadna Franco, que llegó a este sitio por mediación del poeta Bobie Morris.

Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Las prácticas usuales con que se ejerce la danza ya están rebasadas y la pandemia vino a mostrar la necesidad de hacer cambios. En el caso de la artista escénica Ariadna Franco, esa transformación es mediante la difusión de conocimiento.

Lo anterior se debe a que, esta artista originaria de la Ciudad de México, se encuentra ahora en las sesiones finales del taller “Mapas, cuentos y cantos del cuerpo” que imparte a niños en “Casa Werma”, un espacio ubicado en Pátzcuaro.

El taller se desprende de la postura que tiene Ariadna Franco en torno a la danza, según la cual es necesaria una integración de esta forma de arte en la vida, que no se encuentre restringida sólo a ser presentada en un teatro.

“Se trata de cómo nos encontramos con el otro, nos influenciamos o contrastamos con el otro; es decir, todas estos términos utilizados para crear una pieza las llevo a la vivencia en el mundo, para mi ese límite entre quien baila profesionalmente y quien no, es cada vez más liminal”.

Pero además de estas consideraciones filosóficas, también hay una cuestión práctica, pues de acuerdo a Ariadna Franco “veo que la gente ya no va mucho a las funciones de danza, cuando iba a los teatros miraba a muy pocas personas, entonces empezaron a llevar la danza a los espacios públicos; son cosas que ya se estaban viviendo y pienso que la pandemia trajo un paro obligatorio y la posibilidad de repensar desde donde construimos y que tan posible es seguir, porque ¿qué haces si no hay funciones, si no hay encuentros ni festivales?, ¿de qué vives?”.

“Los bailarines –agregó Ariadna Franco- siempre hemos buscando alternativas porque nuestra vida es muy precaria, aunque ahora resultaba más claro que debíamos movernos de distintas maneras para que nuestro arte siga siendo de primera necesidad y a mí lo que me encantó del curso con los niños en Pátzcuaro, es que el encuentro ya era necesario, sí con el cubre bocas y todo eso, pero los niños ya necesitaban encontrarse con sus pares y la danza nos abrió ese puente”.

Ariadna Franco mencionó lo anterior en relación a “Mapas, cuentos y cantos del cuerpo”, que finalizará este miércoles y que le fue posible aplicar porque tuvo el respaldo del programa de Cultura federal Alas y raíces, con lo que ofreció clases a un grupo de 26 infantes. La respuesta de estos fue tan nutritiva, dijo, que ya consideran replicara el taller en Pátzcuaro el próximo verano.

“Creo que aún hay quien piensa que la danza escénica tiene todavía un lugar muy importante y se debe seguir haciendo así, aunque desde mi opinión la danza es para hacerse no tanto para mirarse, desde la danzaterapia he tomado la idea de que la danza nos pertenece a todos, no sólo a los bailarines (…) acá los 26 niños y niñas vinieron por cinco semanas a danzar y eso para mí, ahora, tiene más sentido”.

Por último, cabe anotar que “Casa Werma” es un sitio dedicado al culto del budismo tibetano, pero que se ha abierto a actividades culturales como residencias artísticas, exposiciones de gráfica o talleres como el de Ariadna Franco, que llegó a este sitio por mediación del poeta Bobie Morris.

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