/ domingo 7 de mayo de 2023

Rosalba Rangel, la matriarca detrás del Grupo Purhémbe

La matriarca de la familia que conforma esta agrupación michoacana ha sido pilar fundamental en la transmisión de saberes musicales que han llegado a Estados Unidos y Cuba

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hablar del Grupo Purhémbe, no solo es sinónimo de calidad o el reflejo de uno de las mejores agrupaciones de cámara de Michoacán y de México dedicada a la difusión y mantenimiento de la música purépecha fundada por Francisco Bautista Ramírez, sino también de la otra cara, la del cuidado y la protección de Rosalba Rangel Tovar, la matriarca y pilar de la familia que conforman esta agrupación.

En este 10 de mayo, Día de las Madres, el maestro y fundador del Grupo Purhémbe, compartió públicamente con El Sol de Morelia que Rosalba Rangel Tovar, es el tesoro con el que cuenta este ensamble, logrando que esta declaración llenara de emoción y sentimiento a su esposa que no pudo evitar las lágrimas.

Pero, ¿de dónde viene Rosalba? ¿Cómo fue que con su ‘Panchito’ –como le dice de cariño- cimentaron las bases de este grupo? Y sobre todo, ¿cómo logró conjuntar su labor de profesionista, madre, cantante, esposa y transmisora de saberes? Ella misma lo cuenta para todos nuestros lectores.

“Soy Rosalba Rangel Tovar, soy hija de Abelina Tovar Arguello e Ismael Rangel Cruz, nací en Morelia, hice mi Primaria en una escuela que se encontraba en el Centro Histórico y a dónde íbamos puras mujeres, ahí nos daban clases de coro, a mí siempre desde niña me gustó cantar, ahí conocí la tonalidad de mi voz, conocí canciones como Las Mañanitas y El Cielito Lindo. A mí siempre me gustó cantar desde muy niña con la radio, y mis familiares me pedían que cantara y lo hacía, me gustaba mucho la música mexicana por mis abuelos maternos, mientras que los paternos me inclinaban a los tríos, a lo urbano, yo crecí con eso”.

Foto: Cortesía | Grupo Purhembe

Su formación educativa continuó en la Secundaria Federal 1 “José María Morelos”, donde conoció al maestro Celso Chávez Mendoza que le dio orientación musical.

“Él seguramente notó algo en mí porque en una de nuestras clases me ponía a cantar y me invitó a ir a Bellas Artes donde él era el encargado del coro de esta Facultad de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH)”, comentó a este medio.

Su camino junto a su ‘Panchito’

Sin saber que la música la llevaría a conocer al hombre con el que compartiría su vida, crearía una familia y desarrollaría su talento en la música, ella se unió a un coro donde eran aproximadamente 100 voces.

“Yo tenía 16 años, la obra que se iba a presentar era la Misa de Difuntos de Mozart. El director era el maestro Tarsicio Medina Reséndiz y la presentamos en la Catedral de Morelia, ahí conocí a mi esposo, Francisco Bautista Ramírez, originario de Paracho, Michoacán, quien trabajaba en la orquesta que nos acompañó. Esto fue el 28 de julio del año de 1973, en ese entonces él era maestro de la Escuela Secundaria 2, y yo estaba en la Federal 1, siempre me ha dicho que de haberme visto con uniforme jamás se me hubiera acercado”.

Y es que ambos se llevan 20 años de diferencia, lo cual en un inicio no fue bien tomado por los padres de Rosalba.

Foto: Cortesía | Grupo Purhembe

“En aquel entonces él tenía 36 años, pero a nosotros nunca se nos dio el tema de la edad, ambos nos fuimos acoplando en los 4 años de noviazgo que tuvimos hasta que nos casamos en Paracho, lo cual fue todo un acontecimiento, nos unimos a las 9:00 de la mañana el 17 de diciembre de 1977 y duramos tres días de celebración. Al inicio mi familia, sobre todo mi mamá Abelina Tovar Arguello no estaba de acuerdo pero siempre fue muy astuta, ella se fue hasta este Pueblo Mágico para investigar a Panchito y a su regreso estuvo más relajada, lo supe hasta tiempo después”.

Lo que Rosalba cree que la unió, y la mantiene cuatro décadas junto a Francisco Bautista Ramírez, es el respeto, cariño, amor, comunicación y tolerancia.

“Yo sí creo en otras vidas, y yo regresaría si me prometieran que lo volvería a encontrar a él con quien he logrado formar un bonito hogar, él ha sido un maestro para mí. Ya cumplimos 45 años de casados y a las parejas les puedo decir que lo esencial es tener un pacto, como defino a la paciencia y tolerancia, pero de ambas partes, todos somos seres humanos y tenemos nuestros ratos, pero esa sería una de las claves para sostener una relación”.

Profesionista, madre y formadora

Con formación en el área de la medicina, y jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social donde se desarrolló en el área administrativa, Rosalba explicó cómo fue que aprendió las Pirekuas.

“Esta música hay que vivirla y sentirla, eso es lo que lo hace bonito, la Pirekua tiene una esencia del alma que da a conocer cosas muy sencillas, como el comparar a la mujer con una flor blanca de una manera filosófica. No me fue difícil adentrarme a la cultura purépecha de la que proviene Panchito, con él descubrí otro universo”.

Foto: Cortesía | Grupo Purhembe

Esta combinación de labores y responsabilidades no fue sencilla, y en más de una ocasión pensó en tirar la toalla en alguna de sus facetas, pero al ver a sus hijos, afirmó, le llenaba de energía.

“Sí hubo muchos momentos en los que ya no quería, pero al escucharlos (a sus hijos) me animaban, de verdad entre más joven mejor, pues uno tiene fuerza. Los momentos se deben de disfrutar y más cuando la familia habla el mismo idioma. La música para mí es un disfrute, porque me une a mis hijos y estoy con Panchito”.

El respeto a sus hijos

¿Qué tan fácil le fue combinar su aspecto profesional, de esposa, de madre y de formadora en el ámbito cultural a sus hijos? Fue la pregunta a la que respondió: “Tuve una gran tarea porque trabajé en el Instituto Mexicano del Seguro Social donde duré 30 años, entonces tenía trabajo, hijos y marido, fue difícil pero tuve la edad y la fuerza”.

A lo anterior agregó: “Hice lo humanamente posible para salir adelante, aunque claro una en algún momento uno tiende a desfallecer pero Panchito también me ayudó a cuidar a los hijos, desde niños los acercó a los instrumentos musicales, entonces les dio esa estructura, posteriormente cuando estuvieron en Primaria, los tres pasaron a los talleres del Conservatorio de las Rosas, tanto Andrea, Francisco y Marco, ya cuando vimos que maduraron su formación, entonces los metimos a hacer un grupo familiar, es cuando nace Purhembe”.

Aunque el papel de la mujer en lo profesional y en lo familiar nunca ha sido sencillo, y menos en la actualidad, invitó a las nuevas generaciones a nunca descuidar a los hijos y siempre tenerles el respeto necesario recordando que ellos son seres independientes que tomarán sus propias decisiones.

“Yo siento que aparte del gran amor que como madre les tengo a mis hijos, lo que diré a continuación lo aprendí con ellos: tenerles respeto. Estar bien consciente que no se les debe imponer nada, lo debemos aprender según las personalidades de nuestros hijos, esto lo entendí, respetar sus decisiones y además de formarse en el aspecto musical, decidieron tener otra formación, Andrea educadora, Francisco hizo la licenciatura de Historia del Arte, y a Marco le gustó la pedagogía”.

Su legado

El camino musical de Rosalba Rangel ha rendido frutos, pues se siente orgullosa de la escuela musical, cultural, de saberes que ha dejado: sus hijos.

“Supe que uno debe encausar a los hijos a una u otra área, me refiero al arte o al deporte, ya que son nuestro recreo en nuestra vida, y abocarnos a alguna de ellas nos ayudará a sacar muchas cosas. Yo lo logré con mis hijos, ellas son la parte recreativa de nuestras vidas”.

A lo anterior agregó: “En estos años con Purhémbe hemos tenido muy bonitas experiencias con gente de todos los niveles en Michoacán sobre todo en la parte de indígenas, así como Guanajuato, Querétaro, CDMX, Monterrey, Guadalajara, Estados Unidos, y Cuba, los extranjeros se emocionan con nuestra música”.

Una de las experiencias más gratas fue cuando ella, su esposo e hijos se unieron en 2016 para tocarle al Papa Francisco I cuando vino a Morelia, “estuvimos en el Estadio Venustiano Carranza y fue una experiencia muy interesante ver la multitud que se juntó, nosotros estuvimos cerca de la prensa internacional que también se emocionó con nosotros, sobre todo los franceses”.

Respecto a si se ha convertido en un ejemplo para las nuevas generaciones de mujeres en la música, comentó: “He tenido buenos comentarios en relación a cómo formé junto a Panchito a mi familia, hasta el momento algunas compañeras de la música no se han acercado para reconocerme algo, pues la que se debe de reconocer soy yo misma”.

A lo anterior fue interrumpida por Francisco Bautista Ramírez: “Mi pueblo, sobre todo las voces femeninas la toman en cuenta a ella porque saben que lo está haciendo bien, Las Hermanas Pulido de Uruapan, pioneras de la Pirekua, reconocen mucho a Rosalba”.

Finalmente Rosalba Rangel Tovar afirmó, aún disfruta y le pone el sentimiento necesario a la Pirekua, pues es un estandarte de Michoacán a nivel mundial, y ella continuará hasta que su cuerpo y su Panchito lo decidan, y con ello, seguir abriendo espacio para las mujeres en la escena musical.

FRASE

“Yo me retiraré el día que mi Panchito lo haga, ahí terminará mi misión. Estoy segura que mis hijos continuarán con este legado de Purhémbe”.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hablar del Grupo Purhémbe, no solo es sinónimo de calidad o el reflejo de uno de las mejores agrupaciones de cámara de Michoacán y de México dedicada a la difusión y mantenimiento de la música purépecha fundada por Francisco Bautista Ramírez, sino también de la otra cara, la del cuidado y la protección de Rosalba Rangel Tovar, la matriarca y pilar de la familia que conforman esta agrupación.

En este 10 de mayo, Día de las Madres, el maestro y fundador del Grupo Purhémbe, compartió públicamente con El Sol de Morelia que Rosalba Rangel Tovar, es el tesoro con el que cuenta este ensamble, logrando que esta declaración llenara de emoción y sentimiento a su esposa que no pudo evitar las lágrimas.

Pero, ¿de dónde viene Rosalba? ¿Cómo fue que con su ‘Panchito’ –como le dice de cariño- cimentaron las bases de este grupo? Y sobre todo, ¿cómo logró conjuntar su labor de profesionista, madre, cantante, esposa y transmisora de saberes? Ella misma lo cuenta para todos nuestros lectores.

“Soy Rosalba Rangel Tovar, soy hija de Abelina Tovar Arguello e Ismael Rangel Cruz, nací en Morelia, hice mi Primaria en una escuela que se encontraba en el Centro Histórico y a dónde íbamos puras mujeres, ahí nos daban clases de coro, a mí siempre desde niña me gustó cantar, ahí conocí la tonalidad de mi voz, conocí canciones como Las Mañanitas y El Cielito Lindo. A mí siempre me gustó cantar desde muy niña con la radio, y mis familiares me pedían que cantara y lo hacía, me gustaba mucho la música mexicana por mis abuelos maternos, mientras que los paternos me inclinaban a los tríos, a lo urbano, yo crecí con eso”.

Foto: Cortesía | Grupo Purhembe

Su formación educativa continuó en la Secundaria Federal 1 “José María Morelos”, donde conoció al maestro Celso Chávez Mendoza que le dio orientación musical.

“Él seguramente notó algo en mí porque en una de nuestras clases me ponía a cantar y me invitó a ir a Bellas Artes donde él era el encargado del coro de esta Facultad de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH)”, comentó a este medio.

Su camino junto a su ‘Panchito’

Sin saber que la música la llevaría a conocer al hombre con el que compartiría su vida, crearía una familia y desarrollaría su talento en la música, ella se unió a un coro donde eran aproximadamente 100 voces.

“Yo tenía 16 años, la obra que se iba a presentar era la Misa de Difuntos de Mozart. El director era el maestro Tarsicio Medina Reséndiz y la presentamos en la Catedral de Morelia, ahí conocí a mi esposo, Francisco Bautista Ramírez, originario de Paracho, Michoacán, quien trabajaba en la orquesta que nos acompañó. Esto fue el 28 de julio del año de 1973, en ese entonces él era maestro de la Escuela Secundaria 2, y yo estaba en la Federal 1, siempre me ha dicho que de haberme visto con uniforme jamás se me hubiera acercado”.

Y es que ambos se llevan 20 años de diferencia, lo cual en un inicio no fue bien tomado por los padres de Rosalba.

Foto: Cortesía | Grupo Purhembe

“En aquel entonces él tenía 36 años, pero a nosotros nunca se nos dio el tema de la edad, ambos nos fuimos acoplando en los 4 años de noviazgo que tuvimos hasta que nos casamos en Paracho, lo cual fue todo un acontecimiento, nos unimos a las 9:00 de la mañana el 17 de diciembre de 1977 y duramos tres días de celebración. Al inicio mi familia, sobre todo mi mamá Abelina Tovar Arguello no estaba de acuerdo pero siempre fue muy astuta, ella se fue hasta este Pueblo Mágico para investigar a Panchito y a su regreso estuvo más relajada, lo supe hasta tiempo después”.

Lo que Rosalba cree que la unió, y la mantiene cuatro décadas junto a Francisco Bautista Ramírez, es el respeto, cariño, amor, comunicación y tolerancia.

“Yo sí creo en otras vidas, y yo regresaría si me prometieran que lo volvería a encontrar a él con quien he logrado formar un bonito hogar, él ha sido un maestro para mí. Ya cumplimos 45 años de casados y a las parejas les puedo decir que lo esencial es tener un pacto, como defino a la paciencia y tolerancia, pero de ambas partes, todos somos seres humanos y tenemos nuestros ratos, pero esa sería una de las claves para sostener una relación”.

Profesionista, madre y formadora

Con formación en el área de la medicina, y jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social donde se desarrolló en el área administrativa, Rosalba explicó cómo fue que aprendió las Pirekuas.

“Esta música hay que vivirla y sentirla, eso es lo que lo hace bonito, la Pirekua tiene una esencia del alma que da a conocer cosas muy sencillas, como el comparar a la mujer con una flor blanca de una manera filosófica. No me fue difícil adentrarme a la cultura purépecha de la que proviene Panchito, con él descubrí otro universo”.

Foto: Cortesía | Grupo Purhembe

Esta combinación de labores y responsabilidades no fue sencilla, y en más de una ocasión pensó en tirar la toalla en alguna de sus facetas, pero al ver a sus hijos, afirmó, le llenaba de energía.

“Sí hubo muchos momentos en los que ya no quería, pero al escucharlos (a sus hijos) me animaban, de verdad entre más joven mejor, pues uno tiene fuerza. Los momentos se deben de disfrutar y más cuando la familia habla el mismo idioma. La música para mí es un disfrute, porque me une a mis hijos y estoy con Panchito”.

El respeto a sus hijos

¿Qué tan fácil le fue combinar su aspecto profesional, de esposa, de madre y de formadora en el ámbito cultural a sus hijos? Fue la pregunta a la que respondió: “Tuve una gran tarea porque trabajé en el Instituto Mexicano del Seguro Social donde duré 30 años, entonces tenía trabajo, hijos y marido, fue difícil pero tuve la edad y la fuerza”.

A lo anterior agregó: “Hice lo humanamente posible para salir adelante, aunque claro una en algún momento uno tiende a desfallecer pero Panchito también me ayudó a cuidar a los hijos, desde niños los acercó a los instrumentos musicales, entonces les dio esa estructura, posteriormente cuando estuvieron en Primaria, los tres pasaron a los talleres del Conservatorio de las Rosas, tanto Andrea, Francisco y Marco, ya cuando vimos que maduraron su formación, entonces los metimos a hacer un grupo familiar, es cuando nace Purhembe”.

Aunque el papel de la mujer en lo profesional y en lo familiar nunca ha sido sencillo, y menos en la actualidad, invitó a las nuevas generaciones a nunca descuidar a los hijos y siempre tenerles el respeto necesario recordando que ellos son seres independientes que tomarán sus propias decisiones.

“Yo siento que aparte del gran amor que como madre les tengo a mis hijos, lo que diré a continuación lo aprendí con ellos: tenerles respeto. Estar bien consciente que no se les debe imponer nada, lo debemos aprender según las personalidades de nuestros hijos, esto lo entendí, respetar sus decisiones y además de formarse en el aspecto musical, decidieron tener otra formación, Andrea educadora, Francisco hizo la licenciatura de Historia del Arte, y a Marco le gustó la pedagogía”.

Su legado

El camino musical de Rosalba Rangel ha rendido frutos, pues se siente orgullosa de la escuela musical, cultural, de saberes que ha dejado: sus hijos.

“Supe que uno debe encausar a los hijos a una u otra área, me refiero al arte o al deporte, ya que son nuestro recreo en nuestra vida, y abocarnos a alguna de ellas nos ayudará a sacar muchas cosas. Yo lo logré con mis hijos, ellas son la parte recreativa de nuestras vidas”.

A lo anterior agregó: “En estos años con Purhémbe hemos tenido muy bonitas experiencias con gente de todos los niveles en Michoacán sobre todo en la parte de indígenas, así como Guanajuato, Querétaro, CDMX, Monterrey, Guadalajara, Estados Unidos, y Cuba, los extranjeros se emocionan con nuestra música”.

Una de las experiencias más gratas fue cuando ella, su esposo e hijos se unieron en 2016 para tocarle al Papa Francisco I cuando vino a Morelia, “estuvimos en el Estadio Venustiano Carranza y fue una experiencia muy interesante ver la multitud que se juntó, nosotros estuvimos cerca de la prensa internacional que también se emocionó con nosotros, sobre todo los franceses”.

Respecto a si se ha convertido en un ejemplo para las nuevas generaciones de mujeres en la música, comentó: “He tenido buenos comentarios en relación a cómo formé junto a Panchito a mi familia, hasta el momento algunas compañeras de la música no se han acercado para reconocerme algo, pues la que se debe de reconocer soy yo misma”.

A lo anterior fue interrumpida por Francisco Bautista Ramírez: “Mi pueblo, sobre todo las voces femeninas la toman en cuenta a ella porque saben que lo está haciendo bien, Las Hermanas Pulido de Uruapan, pioneras de la Pirekua, reconocen mucho a Rosalba”.

Finalmente Rosalba Rangel Tovar afirmó, aún disfruta y le pone el sentimiento necesario a la Pirekua, pues es un estandarte de Michoacán a nivel mundial, y ella continuará hasta que su cuerpo y su Panchito lo decidan, y con ello, seguir abriendo espacio para las mujeres en la escena musical.

FRASE

“Yo me retiraré el día que mi Panchito lo haga, ahí terminará mi misión. Estoy segura que mis hijos continuarán con este legado de Purhémbe”.

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