/ sábado 26 de diciembre de 2020

Diablos de Ocumicho: tradición en transformación

Marcelino es el personaje “mítico” que comenzó a hacer diablitos en la localidad

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Tradición iniciada en la década de 1960, gracias a los afanes de un personaje mítico de nombre Marcelino, los “diablos de Ocumicho” se han convertido en una alternativa de supervivencia para algunas familias del pueblo, pero la suspensión de ferias artesanales y la poca afluencia de turismo en esta localidad del municipio de Charapan, mantienen en vilo a los alfareros dedicados a este “diabólico” oficio.

El Sol de Morelia platicó con el maestro alfarero Mateo Víctor, quien a sus 81 años trabaja diariamente “sin salir de casa” y espera en su taller la llegada de clientes foráneos, pues la suspensión de los dos tianguis artesanales más importantes del año: Domingo de ramos en Uruapan y Noche de muertos en Pátzcuaro, así como la imposibilidad de visitar otras ciudades para llevar sus piezas, lo han dejado a expensas del turismo que viaja a Ocumicho en busca de la alfarería fantástica.

“Este año que anda la enfermedad, nosotros ya no salimos porque somos mayores y me dijo el municipio que no puedo salir, por eso no hemos salido”, dijo luego de afirmar que la cancelación de ferias y tianguis “ha sido un golpe” para el gremio de artesanos en todo el estado.

El taller donde amasa “tortas” y “churros” de arcilla para luego dar forma a figurillas de diablos, máscaras, nacimientos, alebrijes, camiones y árboles de la vida, se encuentra en una humilde techumbre al fondo de su casa. Ahí, su hija y otros cuatro hijos varones siguen la tradición familiar, en la que él se inició en 1975, al abandonar las faenas del campo y otros oficios que desempeñó en su juventud.

Orgulloso de su trabajo, dijo que “no son muchos los artesanos que hacen árboles de la vida”, piezas que él tarda en elaborar alrededor de 10 días: 5 para esculpir, 1 de quemado y 3 ó 4 en la pintura y acabados finales. Gracias a ese tipo de trabajos ha ganado varios reconocimientos a nivel nacional, entre los cuales destaca el de la Feria Artesanal de Tlaquepaque.

Actualmente preside una asociación de alfareros en su localidad. Sabe que la tradición de los “diablitos” ha sufrido transformaciones, entre ellas una relativa a la competencia de “baja calidad”, causante de cierto desprestigio para los alfareros de Ocumicho.

“Antes se vendía mucho y ahora los turistas que vienen ya no compran tanto. Los que hacen bonitas figuras, a ellos sí les compran, y a los que hacen corrientitos y mal pintados, no”, explicó.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Sobre los orígenes de la tradición dijo que antes de le década de 1960 “aún no había este tipo de artesanía” y únicamente se hacían piezas de alfarería en base a moldes, coloreadas con anilina y acabadas con barniz. Sin embargo, ubicó en 1962 la fecha en que Francisco Mendoza García, un funcionario del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), llegó a la localidad con la finalidad de impulsar la artesanía de los “diablitos”.

Te puede interesar: Hacer piñatas en el camino a la libertad: historia de una reclusa

De acuedo al artículo “El nacimiento de un arte tradicional” de Cécile Gouy-Gilbert (Revista Relaciones #25, editada por el Colegio de Michoacán), los temas que se repiten con mayor constancia en la alfarería fantástica de Ocumicho son los “diablos propiamente dichos”, figuras individuales o acompañadas de animales, no mayores a los 40 centímetros; “diablos en situaciones modernas” en las que generalmente se representa al personaje conduciendo algún vehículo o desempeñando una profesión “que los ocumichenses perciben como parte de la modernidad”; “la tradición religiosa y festiva”, misma que posiblemente constituye “la transición entre una técnica que utilizaba el molde y la técnica actual”, en la que se introducen “representaciones de la vida de Cristo” como el nacimiento, la última cena y el calvario, además de escenas de la vida cotidiana como bodas, entierros y bailes.

La investigadora francesa también ubica a “la tradición revisada y corregida”, entre las temáticas recurrentes, cuando los alfareros y alfareras interpretan “escenas bíblicas o de la vida cotidiana”, reemplazando a los personajes icónicos por diablos.

Otro tema es el de las “escenas por encargo” o “pedidos hechos por personas forasteras” que representan aquello que los turistas nacionales o extranjeros –generalmente coleccionistas–, les solicitan, tales como estampas deportivas o eróticas en las cuales “las artesanas niegan reconocerse en este tipo de situaciones de cara al exterior”.

Los antecedentes míticos de los “diablitos” se remontan a un joven de nombre Marcelino, quien según la historia popular murió antes de los 18 años, asesinado en las inmediaciones de la localidad por personas ajenas a la comunidad.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Tradición iniciada en la década de 1960, gracias a los afanes de un personaje mítico de nombre Marcelino, los “diablos de Ocumicho” se han convertido en una alternativa de supervivencia para algunas familias del pueblo, pero la suspensión de ferias artesanales y la poca afluencia de turismo en esta localidad del municipio de Charapan, mantienen en vilo a los alfareros dedicados a este “diabólico” oficio.

El Sol de Morelia platicó con el maestro alfarero Mateo Víctor, quien a sus 81 años trabaja diariamente “sin salir de casa” y espera en su taller la llegada de clientes foráneos, pues la suspensión de los dos tianguis artesanales más importantes del año: Domingo de ramos en Uruapan y Noche de muertos en Pátzcuaro, así como la imposibilidad de visitar otras ciudades para llevar sus piezas, lo han dejado a expensas del turismo que viaja a Ocumicho en busca de la alfarería fantástica.

“Este año que anda la enfermedad, nosotros ya no salimos porque somos mayores y me dijo el municipio que no puedo salir, por eso no hemos salido”, dijo luego de afirmar que la cancelación de ferias y tianguis “ha sido un golpe” para el gremio de artesanos en todo el estado.

El taller donde amasa “tortas” y “churros” de arcilla para luego dar forma a figurillas de diablos, máscaras, nacimientos, alebrijes, camiones y árboles de la vida, se encuentra en una humilde techumbre al fondo de su casa. Ahí, su hija y otros cuatro hijos varones siguen la tradición familiar, en la que él se inició en 1975, al abandonar las faenas del campo y otros oficios que desempeñó en su juventud.

Orgulloso de su trabajo, dijo que “no son muchos los artesanos que hacen árboles de la vida”, piezas que él tarda en elaborar alrededor de 10 días: 5 para esculpir, 1 de quemado y 3 ó 4 en la pintura y acabados finales. Gracias a ese tipo de trabajos ha ganado varios reconocimientos a nivel nacional, entre los cuales destaca el de la Feria Artesanal de Tlaquepaque.

Actualmente preside una asociación de alfareros en su localidad. Sabe que la tradición de los “diablitos” ha sufrido transformaciones, entre ellas una relativa a la competencia de “baja calidad”, causante de cierto desprestigio para los alfareros de Ocumicho.

“Antes se vendía mucho y ahora los turistas que vienen ya no compran tanto. Los que hacen bonitas figuras, a ellos sí les compran, y a los que hacen corrientitos y mal pintados, no”, explicó.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Sobre los orígenes de la tradición dijo que antes de le década de 1960 “aún no había este tipo de artesanía” y únicamente se hacían piezas de alfarería en base a moldes, coloreadas con anilina y acabadas con barniz. Sin embargo, ubicó en 1962 la fecha en que Francisco Mendoza García, un funcionario del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), llegó a la localidad con la finalidad de impulsar la artesanía de los “diablitos”.

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De acuedo al artículo “El nacimiento de un arte tradicional” de Cécile Gouy-Gilbert (Revista Relaciones #25, editada por el Colegio de Michoacán), los temas que se repiten con mayor constancia en la alfarería fantástica de Ocumicho son los “diablos propiamente dichos”, figuras individuales o acompañadas de animales, no mayores a los 40 centímetros; “diablos en situaciones modernas” en las que generalmente se representa al personaje conduciendo algún vehículo o desempeñando una profesión “que los ocumichenses perciben como parte de la modernidad”; “la tradición religiosa y festiva”, misma que posiblemente constituye “la transición entre una técnica que utilizaba el molde y la técnica actual”, en la que se introducen “representaciones de la vida de Cristo” como el nacimiento, la última cena y el calvario, además de escenas de la vida cotidiana como bodas, entierros y bailes.

La investigadora francesa también ubica a “la tradición revisada y corregida”, entre las temáticas recurrentes, cuando los alfareros y alfareras interpretan “escenas bíblicas o de la vida cotidiana”, reemplazando a los personajes icónicos por diablos.

Otro tema es el de las “escenas por encargo” o “pedidos hechos por personas forasteras” que representan aquello que los turistas nacionales o extranjeros –generalmente coleccionistas–, les solicitan, tales como estampas deportivas o eróticas en las cuales “las artesanas niegan reconocerse en este tipo de situaciones de cara al exterior”.

Los antecedentes míticos de los “diablitos” se remontan a un joven de nombre Marcelino, quien según la historia popular murió antes de los 18 años, asesinado en las inmediaciones de la localidad por personas ajenas a la comunidad.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

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