/ domingo 10 de mayo de 2020

Un 10 de mayo con sabor a cuarentena

Teresa de Jesús Álvarez es una mamá soltera quien tiene que enfrenta la responsabilidad de tres hijos y del cuidado de su madre

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Dentro de la casa sobran los juguetes. Apenas se abre la puerta y por el pasillo se asoman peluches de todo tipo que se complementan con los que se ubican en la sala. Va amaneciendo y Teresa de Jesús Álvarez Martínez ya se encuentra preparando el desayuno de sus tres hijos, mientras en el televisor no se dejan de reproducir canciones infantiles, una tras otra.

Tiene 37 años de edad y es contundente al decir que ama ser mamá. Cuenta con un trabajo formal en un casino de la ciudad, pero si pudiera cumplirse un deseo, no dudaría en elegir la posibilidad de pasar todo el día y la vida misma junto a sus hijos: Nataly de 13 años, Ángel de 6 y Leah Victoria de 2.

Yo amo ser mamá, si no tuviera que trabajar y me pudiera quedar todo el tiempo con ellos, sería feliz

Es muy duro porque yo estoy en un turno de 8 horas y eso implica no verlos porque se van a la escuela y mi mamá es quien me ayuda mucho con ellos, continúo.

Como madre soltera, explica que no dejan de ser difíciles las circunstancias, pero asegura que se termina por adaptar y hallar un ritmo en el que se puede combinar el trabajo con el poder verlos crecer. “Yo a estas alturas de la vida ya no me veo con pareja” expresa como quien sabe que ha tomado una decisión acertada.

Hace mes y medio que a Teresa y a sus compañeros de trabajo los mandaron a cumplir con la cuarentena. El casino no quiso especular ante Covid-19 y aseguró el salario íntegro de sus empleados, aunque para la última quincena del mes de mayo solamente otorgarán lo que corresponde al salario mínimo. La situación no le preocupa, pues explica que se tiene previsto que regresen a las labores el 1 de junio.

A Tere lo que le mueve y la paraliza al mismo tiempo es el pánico, la histeria de no entender del todo las consecuencias de un virus que apareció para modificar sus rutinas. Piensa en su mamá, una persona de 77 años que se vuelve en foco de riesgo y por la cual están obligados a cuidarse más que nunca.

Aunque trata de mantenerse en casa la mayor parte del tiempo posible, Tere tiene que acudir al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por los medicamentos que le permiten controlar la presión alta y el colesterol de su madre. En cuanto llega a casa, procede a desprenderse de la ropa y a tratar de desinfectarse.

La cuarentena ha servido para estar con mis hijos, pero no son las circunstancias que quisiéramos. Cuando voy a surtir la despensa lo hago con miedo, busco mantener la distancia, porque aunque mi mamá ya está acostumbrada a no salir por su edad, no dejo de verla apagadita, vulnerable”.

Entre las cosas que se tuvieron que suspender por la contingencia, también se encuentran las terapias de rehabilitación de Leah. Es una niña sonriente de dos años de edad con Síndrome de Down y que gracias a los insistentes ejercicios automotrices, está a casi nada de poder caminar.

Antes de Covid-19, Tere llevaba a Leah dos veces por semana a la Unidad Básica de Rehabilitación del Ayuntamiento de Morelia, donde gracias a una beca socio-económica, solamente se le cobraban 10 pesos por terapia, además de la consulta médica.

“Gasto más en el taxi para llevarla que en las sesiones realmente, pero los cambios que ha tenido en su desarrollo son muy notables, la gente me lo dice” detalla mientras Lia camina con una andadera de un lado a otro. En cada ejercicio concluido con éxito, sus hermanos le aplauden y ella se muestra emocionada, motivada para dar el siguiente paso.

Confiesa que la condición de Leah ha dado una fortaleza inexplicable desde su nacimiento. Y es que aunque dice que no hay salario que alcance, también comparte que ha aprendido a no desesperarse, a entender que todo tiene solución cuando se buscan alternativas.

Tere ama ser mamá y le preocupa el 10 de mayo. No por ella, aclara. Relata que se ha convertido en una tradición familiar comprarle a su madre un vestido para festejarla en ese día, hacerle una comida y beber tequila. “¿Pero este año dónde le voy a comprar su trajecito si todo está cerrado?” se pregunta y ella misma se responde: “No, no hay manera”.

Covid-19 también está dispuesto a arruinar los planes de los niños, quienes ahorraron 400 pesos durante el año para poder comprar los regalos de su madre y abuela, respectivamente. Tere prefiere no recibir nada y adelanta que es poco probable que los deje salir a explorar al tianguis de la colonia.

¿Cuál sería tu regalo ideal para este 10 de mayo?, se le pregunta a una Tere que ni lo duda una centésima de segundo. Que ya se termine esto de la cuarentena, responde.


Yo amo ser mamá, si no tuviera que trabajar y me pudiera quedar todo el tiempo con ellos, sería feliz

Teresa de Jesús Álvarez Martínez. Empleada de un casino


Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Dentro de la casa sobran los juguetes. Apenas se abre la puerta y por el pasillo se asoman peluches de todo tipo que se complementan con los que se ubican en la sala. Va amaneciendo y Teresa de Jesús Álvarez Martínez ya se encuentra preparando el desayuno de sus tres hijos, mientras en el televisor no se dejan de reproducir canciones infantiles, una tras otra.

Tiene 37 años de edad y es contundente al decir que ama ser mamá. Cuenta con un trabajo formal en un casino de la ciudad, pero si pudiera cumplirse un deseo, no dudaría en elegir la posibilidad de pasar todo el día y la vida misma junto a sus hijos: Nataly de 13 años, Ángel de 6 y Leah Victoria de 2.

Yo amo ser mamá, si no tuviera que trabajar y me pudiera quedar todo el tiempo con ellos, sería feliz

Es muy duro porque yo estoy en un turno de 8 horas y eso implica no verlos porque se van a la escuela y mi mamá es quien me ayuda mucho con ellos, continúo.

Como madre soltera, explica que no dejan de ser difíciles las circunstancias, pero asegura que se termina por adaptar y hallar un ritmo en el que se puede combinar el trabajo con el poder verlos crecer. “Yo a estas alturas de la vida ya no me veo con pareja” expresa como quien sabe que ha tomado una decisión acertada.

Hace mes y medio que a Teresa y a sus compañeros de trabajo los mandaron a cumplir con la cuarentena. El casino no quiso especular ante Covid-19 y aseguró el salario íntegro de sus empleados, aunque para la última quincena del mes de mayo solamente otorgarán lo que corresponde al salario mínimo. La situación no le preocupa, pues explica que se tiene previsto que regresen a las labores el 1 de junio.

A Tere lo que le mueve y la paraliza al mismo tiempo es el pánico, la histeria de no entender del todo las consecuencias de un virus que apareció para modificar sus rutinas. Piensa en su mamá, una persona de 77 años que se vuelve en foco de riesgo y por la cual están obligados a cuidarse más que nunca.

Aunque trata de mantenerse en casa la mayor parte del tiempo posible, Tere tiene que acudir al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por los medicamentos que le permiten controlar la presión alta y el colesterol de su madre. En cuanto llega a casa, procede a desprenderse de la ropa y a tratar de desinfectarse.

La cuarentena ha servido para estar con mis hijos, pero no son las circunstancias que quisiéramos. Cuando voy a surtir la despensa lo hago con miedo, busco mantener la distancia, porque aunque mi mamá ya está acostumbrada a no salir por su edad, no dejo de verla apagadita, vulnerable”.

Entre las cosas que se tuvieron que suspender por la contingencia, también se encuentran las terapias de rehabilitación de Leah. Es una niña sonriente de dos años de edad con Síndrome de Down y que gracias a los insistentes ejercicios automotrices, está a casi nada de poder caminar.

Antes de Covid-19, Tere llevaba a Leah dos veces por semana a la Unidad Básica de Rehabilitación del Ayuntamiento de Morelia, donde gracias a una beca socio-económica, solamente se le cobraban 10 pesos por terapia, además de la consulta médica.

“Gasto más en el taxi para llevarla que en las sesiones realmente, pero los cambios que ha tenido en su desarrollo son muy notables, la gente me lo dice” detalla mientras Lia camina con una andadera de un lado a otro. En cada ejercicio concluido con éxito, sus hermanos le aplauden y ella se muestra emocionada, motivada para dar el siguiente paso.

Confiesa que la condición de Leah ha dado una fortaleza inexplicable desde su nacimiento. Y es que aunque dice que no hay salario que alcance, también comparte que ha aprendido a no desesperarse, a entender que todo tiene solución cuando se buscan alternativas.

Tere ama ser mamá y le preocupa el 10 de mayo. No por ella, aclara. Relata que se ha convertido en una tradición familiar comprarle a su madre un vestido para festejarla en ese día, hacerle una comida y beber tequila. “¿Pero este año dónde le voy a comprar su trajecito si todo está cerrado?” se pregunta y ella misma se responde: “No, no hay manera”.

Covid-19 también está dispuesto a arruinar los planes de los niños, quienes ahorraron 400 pesos durante el año para poder comprar los regalos de su madre y abuela, respectivamente. Tere prefiere no recibir nada y adelanta que es poco probable que los deje salir a explorar al tianguis de la colonia.

¿Cuál sería tu regalo ideal para este 10 de mayo?, se le pregunta a una Tere que ni lo duda una centésima de segundo. Que ya se termine esto de la cuarentena, responde.


Yo amo ser mamá, si no tuviera que trabajar y me pudiera quedar todo el tiempo con ellos, sería feliz

Teresa de Jesús Álvarez Martínez. Empleada de un casino


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