/ sábado 27 de noviembre de 2021

Tejedoras michoacanas, presas de revendedores

Algunos comerciantes pagan a precios injustos jornadas de hasta 40 horas de trabajo

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Las mujeres de la comunidad de Turícuaro, municipio de Nahuatzen son continuadoras de la elaboración de rebozos a través del telar de cintura, pero también, son presas de revendedores que a precios injustos pagan jornadas de hasta 40 horas de trabajo.

Tal es el caso de Herlinda, una mujer de 50 años que desde niña aprendió a combinar los colores para elaborar, a la par que su madre, los rebozos de algodón y poliéster que vende a quien se acerca a una de las zonas altas de la meseta purépecha.

“Hay algunas personas que vienen, compran barato. Ellos lo venden y le ganan más que nosotros” manifiesta parada en las puertas de la Iglesia del pueblo, mientras colabora con horas dedicadas a San Andrés Apóstol, el patrono del pueblo.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Para Herlinda cada madeja de hilo tiene un costo de 35 pesos, a veces más, dependiendo del tipo de fibra, afirma que las madejas de algodón son más caras, pero también tienen más calidad. Las que se venden en Uruapan no se despintan, contrario a las que se manufacturan en Pátzcuaro, precisa.

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De tres mujeres y dos varones que tiene por hijos, solo Lucas de 26 años sabe tejer, intercala los hilos, los combina, porque así es como se usa en su comunidad.

Herlinda asegura que hay por lo menos 60 mujeres dedicadas al telar en la comunidad de Turícuaro, donde el idioma purépecha es su lengua principal, por eso se atropella con las palabras y pide a Lucas explicar por qué solo las mujeres son tejedoras.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Los hombres, por lo general, aborda Lucas, se dedican al campo. “Antes los señores mayores también se dedicaban al telar, pero la costumbre se perdió y se enfocó en las mujeres, provocando que actualmente los hombres no sean bien vistos elaborando el rebozo, por los estereotipos”.

Para Maricela de 32 años de edad, la elaboración del rebozo le llevó a desocupar el cuarto en el que dormía con Ricardo, su esposo desde que cumplió 17 años. En lugar del dormitorio, hoy tiene una tienda donde muestra los rebozos que ha elaborado desde hace nueve años.

La falta de ingresos fue lo que la impulsó a tener un ingreso propio. El bordado de servilletas lo aprendió de niña, ya de adulta, describe que aprendió de su madre y de sus tías sobre el telar de cintura. Desde entonces mezcla los colores a cómo piensa que lucirán mejor.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Maricela asume que en la actualidad tiene que “rascarle a la economía”, por eso también vende pollo destazado que oferta por fuera de su negocio de carpetas, rebozos e hilos.

Sonriente, nos encamina hacia la casa de su madre, una vez ahí y acomodada junto a su madre, coloca su telar, dedicando al menos tres horas al día.

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Lo malo, cuenta, es que no hay muchos lugares para ofertar su trabajo. La pandemia limitó las salidas a los tianguis turísticos, pero también el gasto es alto, sobre todo porque luego no vende nada y no puede acudir sola.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Lo que ha visto viable es la venta a través de redes sociales, pero reconoce que tiene limitaciones digitales y el único teléfono con el que cuenta lo administra su marido. De mucho serviría que a las mujeres indígenas les enseñaran a utilizar el internet, indica como una mujer visionaria que se esfuerza por una educación más alta para sus hijos.

Castor Estrada Robles, director del Instituto del Artesano en Michoacán aborda el tema y señala que implementar un programa que impulse desde las propias artesanas la venta de sus productos a través de las redes sociales podría darse a mediano plazo y bajo colaboración institucional.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

De momento, se seguirán estableciendo las 30 ferias artesanales que se instalan en el estado. Escaparates donde las artesanas pueden vender sus productos. Además, el portal con que cuenta el Instituto ofrece como un espacio de venta en las redes sociales y, lo que se ha hecho desde hace un tiempo y que, a decir de Maricela, ellas no ganan nada, porque siempre hay intermediarios.

El próximo 12 de diciembre, adelanta Estrada Robles, en Turícuaro se llevará a cabo el concurso artesanal del rebozo, en el que se adquirirán piezas que, a través de la Casa de las Artesanías, se ofertarán a los turistas. Esa también es una forma de apoyar a las artesanas, asegura.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Las mujeres de la comunidad de Turícuaro, municipio de Nahuatzen son continuadoras de la elaboración de rebozos a través del telar de cintura, pero también, son presas de revendedores que a precios injustos pagan jornadas de hasta 40 horas de trabajo.

Tal es el caso de Herlinda, una mujer de 50 años que desde niña aprendió a combinar los colores para elaborar, a la par que su madre, los rebozos de algodón y poliéster que vende a quien se acerca a una de las zonas altas de la meseta purépecha.

“Hay algunas personas que vienen, compran barato. Ellos lo venden y le ganan más que nosotros” manifiesta parada en las puertas de la Iglesia del pueblo, mientras colabora con horas dedicadas a San Andrés Apóstol, el patrono del pueblo.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Para Herlinda cada madeja de hilo tiene un costo de 35 pesos, a veces más, dependiendo del tipo de fibra, afirma que las madejas de algodón son más caras, pero también tienen más calidad. Las que se venden en Uruapan no se despintan, contrario a las que se manufacturan en Pátzcuaro, precisa.

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De tres mujeres y dos varones que tiene por hijos, solo Lucas de 26 años sabe tejer, intercala los hilos, los combina, porque así es como se usa en su comunidad.

Herlinda asegura que hay por lo menos 60 mujeres dedicadas al telar en la comunidad de Turícuaro, donde el idioma purépecha es su lengua principal, por eso se atropella con las palabras y pide a Lucas explicar por qué solo las mujeres son tejedoras.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Los hombres, por lo general, aborda Lucas, se dedican al campo. “Antes los señores mayores también se dedicaban al telar, pero la costumbre se perdió y se enfocó en las mujeres, provocando que actualmente los hombres no sean bien vistos elaborando el rebozo, por los estereotipos”.

Para Maricela de 32 años de edad, la elaboración del rebozo le llevó a desocupar el cuarto en el que dormía con Ricardo, su esposo desde que cumplió 17 años. En lugar del dormitorio, hoy tiene una tienda donde muestra los rebozos que ha elaborado desde hace nueve años.

La falta de ingresos fue lo que la impulsó a tener un ingreso propio. El bordado de servilletas lo aprendió de niña, ya de adulta, describe que aprendió de su madre y de sus tías sobre el telar de cintura. Desde entonces mezcla los colores a cómo piensa que lucirán mejor.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Maricela asume que en la actualidad tiene que “rascarle a la economía”, por eso también vende pollo destazado que oferta por fuera de su negocio de carpetas, rebozos e hilos.

Sonriente, nos encamina hacia la casa de su madre, una vez ahí y acomodada junto a su madre, coloca su telar, dedicando al menos tres horas al día.

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Lo malo, cuenta, es que no hay muchos lugares para ofertar su trabajo. La pandemia limitó las salidas a los tianguis turísticos, pero también el gasto es alto, sobre todo porque luego no vende nada y no puede acudir sola.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

Lo que ha visto viable es la venta a través de redes sociales, pero reconoce que tiene limitaciones digitales y el único teléfono con el que cuenta lo administra su marido. De mucho serviría que a las mujeres indígenas les enseñaran a utilizar el internet, indica como una mujer visionaria que se esfuerza por una educación más alta para sus hijos.

Castor Estrada Robles, director del Instituto del Artesano en Michoacán aborda el tema y señala que implementar un programa que impulse desde las propias artesanas la venta de sus productos a través de las redes sociales podría darse a mediano plazo y bajo colaboración institucional.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia

De momento, se seguirán estableciendo las 30 ferias artesanales que se instalan en el estado. Escaparates donde las artesanas pueden vender sus productos. Además, el portal con que cuenta el Instituto ofrece como un espacio de venta en las redes sociales y, lo que se ha hecho desde hace un tiempo y que, a decir de Maricela, ellas no ganan nada, porque siempre hay intermediarios.

El próximo 12 de diciembre, adelanta Estrada Robles, en Turícuaro se llevará a cabo el concurso artesanal del rebozo, en el que se adquirirán piezas que, a través de la Casa de las Artesanías, se ofertarán a los turistas. Esa también es una forma de apoyar a las artesanas, asegura.

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