/ lunes 20 de mayo de 2019

Relatos de trabajo y suerte entre basura

“Si la gente supiera lo que encontramos en los desechos no nos creerían”: Patricia Esquivel

Son las 6:00 de la mañana y una estridente campana despierta a los vecinos de la colonia Isaac Arriaga; un joven campanero -casi un niño- recorre las calles haciendo escándalo para anunciar el paso del camión de la basura y con ello el inicio de la jornada sabatina, como se ha hecho por siglos en la ciudad de Morelia.

Desechos sanitarios, comida del día anterior, plásticos, documentos, muebles, costales de marihuana, dinero, piezas de joyería, herencias familiares y hasta la mascota muerta confluyen en la camioneta de la familia Ramírez Esquivel para llegar a su última morada en el relleno sanitario.

“Nosotros heredamos el oficio, como todos”, afirma Patricia Esquivel Rubio, de 37 años, quien se dedica a la recolección de basura desde los 17 años.

Recolectores de Basura / Foto: Lázaro Morales

Todos empezamos como compañeros y de ahí va uno subiendo a chalan, luego a revisar las bolsas y ya luego a tener uno su camioncito”, señaló, recordando el largo camino que ha recorrido junto con su familia para establecer un pequeño negocio familiar, en el que participan en la recolección sus tres hijos y hasta su nuera, de sólo 15 años.

Explicó que cada día deben sacar por lo menos mil pesos en un recorrido, pues la inversión diaria es de 900 pesos: “Son 400 de gas, dos chalanes de 150 y 300, y gastamos 200 en la comida porque les damos de comer, comemos aquí (en el camión), son 900 al día”.


VIVIR DE, CON, PARA Y POR LA BASURA


El sistema es sencillo, la familia Ramírez Esquivel recorre las calles diariamente recogiendo las bolsas de basura que las personas dejan en las calles, a veces reciben propina por ello y a veces no, es indiferente, porque gran parte de la ganancia no está en la recolección, sino en la propia basura.

Las bolsas se lanzan a la parte trasera del camión y ahí dos personas abren con un cuchillo cada bolsa para hacer la separación. “No es necesario que la gente la separe, porque nosotros de todas formas lo hacemos”, afirmó Patricia.

Una vez separada, se rescata el PET, metal, plástico, vidrio y los aparatos eléctricos, el resto se lleva al relleno sanitario para ser enterrado. Todo puede venderse, ya sea por kilo o como piezas de refacción, “a todo se le puede sacar algo”, dice.

Pero hay quienes van más allá, recuerda Patricia, “cuando la recolección era libre, teníamos compañeros que vivían en los camiones y que se comían lo que la gente tiraba a la basura, era la necesidad, pero también hay muchos que aprendieron a vivir así”.


Lo más difícil es ir al baño, sobre todo para nosotras las mujeres, algunos de los clientes creen que venimos sucias y no nos dejan pasar al baño, los hombres como quiera pueden hacer hasta en la caja del camión, pero nosotras no


Otra de las experiencias difíciles que recuerda es tener que llevar a sus tres hijos, desde que son bebés, sobre el camión de basura, “al principio me sentía mal, pensaba que se me iban a enfermar o así, pero poco a poco el cuerpo se va a acostumbrando”.


HISTORIAS DE BASUREROS


Muchas son las historias que tiene cada recolector de basura. “La gente cree que sólo recogemos basura, pero si supieran todas las historias de lo que pasa en una jornada de trabajo no nos creerían”, señaló Roberto, otro recolector de la organización Generalísimo Morelos.

En tanto, Francisco Ramírez, esposo de Patricia, recuerda las historias de los trabajos que realizan escombrando casas vacías, donde encuentran tesoros difíciles de creer.


“La herencia de José Luis”.


Corría el año 2004 cuando falleció don José Luis, dueño de una carnicería que contaba con un pequeño rastro, en lo que ahora es la Clínica San Miguel, en la colonia Vasco de Quiroga.

Su familia solicitó el apoyo de varios camiones recolectores para sacar la basura, “era muchísima”, recuerda Francisco, “ahí el señor había criado y sacrificado toros, gallinas, becerros y puercos, y ya todos querían sacarla toda, pero no cabía en los camiones”.

Cuando llegó el momento de tirar los muebles, los recolectores decidieron dejarlos para el día siguiente, no obstante, “una camioneta amarilla llegó primero y se llevó la cama, después se supo que dentro del colchón había medio millón de pesos en billetes de 500, pero nunca volvimos a saber del compañero de la camioneta amarilla. Nadie sabía que ahí había dejado todos sus ahorros don José Luis, ni sus hijos”.


“El sofá del Chulo”.


Éste era un recolector al que apodaban el Chulo, un día del año 2006 se encontraba escombrando una vivienda que había sido ocupada por vendedores de droga, de donde sacó un sofá viejo, sucio y empulgado.

Como es costumbre de los recolectores, abren con cuchillo los sofás pasa sacar monedas que se quedan en las comisuras del acolchado y cuál habrá sido su sorpresa cuando en el interior encontró varios fajos de billetes, sumando un total de 130 mil pesos, que usó para comprarse su propio camión y para repartir entre los chalanes que hicieron el trabajo ese día.


“La basura del general”.


En 1997 falleció un general que vivía en la calle del templo de La Inmaculada. Los recolectores acudieron a escombrar su casa, ya abandonada, y en el proceso se dieron cuenta de que “la casa estaba llena de monedas viejas de las de níquel, y pacas y pacas de billetes de los de antes, también había trastes de plata”.

El patrón y los chalanes repartieron el botín de antigüedades entre todos “y sacamos entre 15 mil y 17 mil pesos, lo vendimos todo, vendimos las monedas de níquel por kilo y las de plata como gramos, vendimos anillos, aretes, pero nos fuimos a ‘michas’ con mi patrón”, afirmó.


“La plata de la enfermera”.


En 2010 escombré una casa de una enfermera que ya había fallecido”, recuerda Francisco, “tenía apiladas muchas cajas de cartón de zapatos Canadá, y su hijo me dijo que me llevara todo porque le urgía vender la casa”.


Cuando estábamos sacando las cajas comenzaron a caer monedas, eran de plata de Morelos, nos quedamos con todo lo que encontramos, el gramo de plata está en 80 pesos, el de oro a 450, pero la gente ya no tira oro. Muchos viejitos que viven solos y están abandonados, los hijos no saben lo que guardan antes de morir, los hijos sólo vienen a tirar las cosas, vender la casa y hacer su repartición, eso siempre pasa


De entre todos sus hallazgos, Francisco siente especial orgullo por una gran moneda de plata, fechada en 1919, “de la suerte”, dice, que encontró en la basura y que ahora ostenta como un llavero que va consigo a todas partes.


ANÉCDOTAS INCREÍBLES


Hace poco, por Las Tijeras, a una mujer se le fueron 200 mil pesos, la señora fue a buscar el dinero y el recolector devolvió el dinero, y la señora le dio 20 mil pesos por el acto


Sin embargo algunas historias no son tan afortunadas, pues apenas hace dos años los recolectores de la organización Recolección y Tratamiento Integral de Residuos del Estado de Michoacán (Retirem) abrió una bolsa de basura sobre un camión, la cual en su interior tenía un recién nacido muerto, aun con la placenta.

En otra ocasión Francisco relató que recogieron una botella de vidrio que explotó al interior del camión y el contenido que se derramó comenzó a deshacer la basura de alrededor, era ácido “y nos pudo haber quemado a nosotros”.

También es común recibir con las manos desnudas vidrios y objetos punzocortantes, o golpes con objetos contundentes al lanzar los costales de basura, “también es parte del oficio”, señala entre risas.



Acá ya sabemos que las bolsas de mujer luego vienen a pedirlas porque se vienen con documentos, credenciales y objetos personales, y de los costales sellados han salido hasta paquetes de marihuana, todo eso es lo que vemos y más en este trabajo, y es una de las partes que más me gusta de mi trabajo, que nunca sé con lo que nos vamos a encontrar

Son las 6:00 de la mañana y una estridente campana despierta a los vecinos de la colonia Isaac Arriaga; un joven campanero -casi un niño- recorre las calles haciendo escándalo para anunciar el paso del camión de la basura y con ello el inicio de la jornada sabatina, como se ha hecho por siglos en la ciudad de Morelia.

Desechos sanitarios, comida del día anterior, plásticos, documentos, muebles, costales de marihuana, dinero, piezas de joyería, herencias familiares y hasta la mascota muerta confluyen en la camioneta de la familia Ramírez Esquivel para llegar a su última morada en el relleno sanitario.

“Nosotros heredamos el oficio, como todos”, afirma Patricia Esquivel Rubio, de 37 años, quien se dedica a la recolección de basura desde los 17 años.

Recolectores de Basura / Foto: Lázaro Morales

Todos empezamos como compañeros y de ahí va uno subiendo a chalan, luego a revisar las bolsas y ya luego a tener uno su camioncito”, señaló, recordando el largo camino que ha recorrido junto con su familia para establecer un pequeño negocio familiar, en el que participan en la recolección sus tres hijos y hasta su nuera, de sólo 15 años.

Explicó que cada día deben sacar por lo menos mil pesos en un recorrido, pues la inversión diaria es de 900 pesos: “Son 400 de gas, dos chalanes de 150 y 300, y gastamos 200 en la comida porque les damos de comer, comemos aquí (en el camión), son 900 al día”.


VIVIR DE, CON, PARA Y POR LA BASURA


El sistema es sencillo, la familia Ramírez Esquivel recorre las calles diariamente recogiendo las bolsas de basura que las personas dejan en las calles, a veces reciben propina por ello y a veces no, es indiferente, porque gran parte de la ganancia no está en la recolección, sino en la propia basura.

Las bolsas se lanzan a la parte trasera del camión y ahí dos personas abren con un cuchillo cada bolsa para hacer la separación. “No es necesario que la gente la separe, porque nosotros de todas formas lo hacemos”, afirmó Patricia.

Una vez separada, se rescata el PET, metal, plástico, vidrio y los aparatos eléctricos, el resto se lleva al relleno sanitario para ser enterrado. Todo puede venderse, ya sea por kilo o como piezas de refacción, “a todo se le puede sacar algo”, dice.

Pero hay quienes van más allá, recuerda Patricia, “cuando la recolección era libre, teníamos compañeros que vivían en los camiones y que se comían lo que la gente tiraba a la basura, era la necesidad, pero también hay muchos que aprendieron a vivir así”.


Lo más difícil es ir al baño, sobre todo para nosotras las mujeres, algunos de los clientes creen que venimos sucias y no nos dejan pasar al baño, los hombres como quiera pueden hacer hasta en la caja del camión, pero nosotras no


Otra de las experiencias difíciles que recuerda es tener que llevar a sus tres hijos, desde que son bebés, sobre el camión de basura, “al principio me sentía mal, pensaba que se me iban a enfermar o así, pero poco a poco el cuerpo se va a acostumbrando”.


HISTORIAS DE BASUREROS


Muchas son las historias que tiene cada recolector de basura. “La gente cree que sólo recogemos basura, pero si supieran todas las historias de lo que pasa en una jornada de trabajo no nos creerían”, señaló Roberto, otro recolector de la organización Generalísimo Morelos.

En tanto, Francisco Ramírez, esposo de Patricia, recuerda las historias de los trabajos que realizan escombrando casas vacías, donde encuentran tesoros difíciles de creer.


“La herencia de José Luis”.


Corría el año 2004 cuando falleció don José Luis, dueño de una carnicería que contaba con un pequeño rastro, en lo que ahora es la Clínica San Miguel, en la colonia Vasco de Quiroga.

Su familia solicitó el apoyo de varios camiones recolectores para sacar la basura, “era muchísima”, recuerda Francisco, “ahí el señor había criado y sacrificado toros, gallinas, becerros y puercos, y ya todos querían sacarla toda, pero no cabía en los camiones”.

Cuando llegó el momento de tirar los muebles, los recolectores decidieron dejarlos para el día siguiente, no obstante, “una camioneta amarilla llegó primero y se llevó la cama, después se supo que dentro del colchón había medio millón de pesos en billetes de 500, pero nunca volvimos a saber del compañero de la camioneta amarilla. Nadie sabía que ahí había dejado todos sus ahorros don José Luis, ni sus hijos”.


“El sofá del Chulo”.


Éste era un recolector al que apodaban el Chulo, un día del año 2006 se encontraba escombrando una vivienda que había sido ocupada por vendedores de droga, de donde sacó un sofá viejo, sucio y empulgado.

Como es costumbre de los recolectores, abren con cuchillo los sofás pasa sacar monedas que se quedan en las comisuras del acolchado y cuál habrá sido su sorpresa cuando en el interior encontró varios fajos de billetes, sumando un total de 130 mil pesos, que usó para comprarse su propio camión y para repartir entre los chalanes que hicieron el trabajo ese día.


“La basura del general”.


En 1997 falleció un general que vivía en la calle del templo de La Inmaculada. Los recolectores acudieron a escombrar su casa, ya abandonada, y en el proceso se dieron cuenta de que “la casa estaba llena de monedas viejas de las de níquel, y pacas y pacas de billetes de los de antes, también había trastes de plata”.

El patrón y los chalanes repartieron el botín de antigüedades entre todos “y sacamos entre 15 mil y 17 mil pesos, lo vendimos todo, vendimos las monedas de níquel por kilo y las de plata como gramos, vendimos anillos, aretes, pero nos fuimos a ‘michas’ con mi patrón”, afirmó.


“La plata de la enfermera”.


En 2010 escombré una casa de una enfermera que ya había fallecido”, recuerda Francisco, “tenía apiladas muchas cajas de cartón de zapatos Canadá, y su hijo me dijo que me llevara todo porque le urgía vender la casa”.


Cuando estábamos sacando las cajas comenzaron a caer monedas, eran de plata de Morelos, nos quedamos con todo lo que encontramos, el gramo de plata está en 80 pesos, el de oro a 450, pero la gente ya no tira oro. Muchos viejitos que viven solos y están abandonados, los hijos no saben lo que guardan antes de morir, los hijos sólo vienen a tirar las cosas, vender la casa y hacer su repartición, eso siempre pasa


De entre todos sus hallazgos, Francisco siente especial orgullo por una gran moneda de plata, fechada en 1919, “de la suerte”, dice, que encontró en la basura y que ahora ostenta como un llavero que va consigo a todas partes.


ANÉCDOTAS INCREÍBLES


Hace poco, por Las Tijeras, a una mujer se le fueron 200 mil pesos, la señora fue a buscar el dinero y el recolector devolvió el dinero, y la señora le dio 20 mil pesos por el acto


Sin embargo algunas historias no son tan afortunadas, pues apenas hace dos años los recolectores de la organización Recolección y Tratamiento Integral de Residuos del Estado de Michoacán (Retirem) abrió una bolsa de basura sobre un camión, la cual en su interior tenía un recién nacido muerto, aun con la placenta.

En otra ocasión Francisco relató que recogieron una botella de vidrio que explotó al interior del camión y el contenido que se derramó comenzó a deshacer la basura de alrededor, era ácido “y nos pudo haber quemado a nosotros”.

También es común recibir con las manos desnudas vidrios y objetos punzocortantes, o golpes con objetos contundentes al lanzar los costales de basura, “también es parte del oficio”, señala entre risas.



Acá ya sabemos que las bolsas de mujer luego vienen a pedirlas porque se vienen con documentos, credenciales y objetos personales, y de los costales sellados han salido hasta paquetes de marihuana, todo eso es lo que vemos y más en este trabajo, y es una de las partes que más me gusta de mi trabajo, que nunca sé con lo que nos vamos a encontrar

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