/ sábado 30 de octubre de 2021

MEXART, el único radiotelescopio de su tipo en América que se encuentra en Coeneo

En Coeneo, Michoacán, se encuentra el único radiotelescopio de su tipo en América

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Entre experimentos, conceptos de física y aulas, creció Juan Américo González Esparza, actual investigador y responsable del Observatorio de Centelleo Interplanetario, el único radiotelescopio astronómico en el continente ubicado en Coeneo, Michoacán.

El doctor en física espacial nos recibe en el Instituto de Geofísica Unidad Michoacán, en la ciudad de Morelia, en entrevista exclusiva, nos relata que su sueño de niño era ser físico teórico, “siempre tuve la fortuna de estar familiarizado con esta rama”, dice.

Nació en Ciudad de México, pero su conexión con Michoacán surgió cuando terminaba el bachillerato, ya que su escuela organizó una campaña de alfabetización en Huiramba, donde vivió por dos meses en una primaria.

“Fue mi primer contacto, descubriendo un mundo que desde Ciudad de México no conocía: el campo, los trabajadores, la gente en Michoacán y adquirí un cariño particular al estado”, confiesa.

Estudió en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y a mitad de su carrera asistió a una conferencia de la investigadora Silvia Bravo, en la que se hablaba sobre la importancia del estudio del Sol; ese momento fue una pauta para el inicio de su investigación.

Actualmente, parte de sus investigaciones están enfocadas en monitorear y estudiar el clima espacial, sobre todo tormentas solares y las perturbaciones que estas pueden causar en el entorno de la tierra.

“El clima espacial nos preocupa porque las tormentas solares pueden afectar sistemas tecnológicos estratégicos, satélites, telecomunicaciones, sistemas de posicionamiento global, la navegación aérea, las líneas de generación y distribución de energía eléctrica”, dice.

Luego de estudiar un doctorado en física espacial en Londres y una estancia posdoctoral en un laboratorio de la NASA en Pasadena, Estados Unidos, en 1999 en colaboración con más investigadores inició el proyecto del Observatorio de Centelleo Interplanetario.

En su retorno a México, volvió a trabajar con Silvia Bravo, quien en ese momento estaba impulsando la creación de un radiotelescopio para estudiar tormentas solares.

Realizaron un prototipo que se construyó en la Ciudad de México y aunque era conveniente porque facilitaba los viajes del equipo, no era un buen lugar ya que había mucho ruido por la zona industrial.

Al momento de buscar un sitio para construir una antena del radiotelescopio, cuya dimensión es más grande que una cancha de futbol, se toparon con el municipio de Coeneo; una zona agrícola que está rodeado de montañas que bloquean las emisiones de Zacapu y Morelia.

“Encontramos un apoyo muy fuerte de la comunidad para instalar el proyecto, al principio no había recursos para realizarlo y la comunidad ejidal hizo una donación en comodato para poder donar cuatro hectáreas y hacer el radiotelescopio en la comunidad Félix Ireta”, refiere.

El radiotelescopio, denominado MEXART, es el único en su tipo al interior del continente americano, asimismo, existen tres más instalados en la India, Rusia y Japón, e incluso en Australia y Europa están implementando aditamentos para observar de manera similar a como lo hacen estos instrumentos.

Para González Esparza, el desarrollo de infraestructura científica es difícil en México por la limitación en el presupuesto.

“Lo ideal es tener un apoyo para poder hacer un proyecto con el presupuesto adecuado para la compra de instrumentación y el terreno, pero aquí no fue el caso. Acá fue el apoyo extraordinario de la comunidad el que permitió continuar el proyecto”, afirma.

Luego del inicio del proyecto llegó el apoyo del estado, luego el de la UNAM y finalmente el del Conacyt. A decir del investigador desde hace 20 años la inversión que se ha realizado en el MEXART es de 40 millones de pesos.

El equipo que opera este observatorio está conformado por un grupo de investigadores: dos del Instituto de Geofísica; cinco catedráticos del Conacyt; dos técnicos académicos del Instituto de Geofísica y colaboradores de la UNAM Campus Morelia, de la Ciudad de México y de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), así como estudiantes.

Juan Américo asegura que hoy en día se vive una época complicada y se vive con un presupuesto limitado desde hace décadas, ya que no ha habido el apoyo suficiente para que el país se desarrolle y se pueda exportar la tecnología e innovación.

Asimismo, afirma que debe existir una responsabilidad de la comunidad científica, una obligación de explicar a la población y al país sobre la importancia de lo que se hace y socializar el conocimiento.

“El conocimiento lleva consigo un poder económico muy grande, quien desarrolla tecnologías, va a cobrar por eso, como las vacunas y mientras no tengamos la capacidad de fabricar las propias vacunas, seguiremos dependiendo de alguien más y eso mismo aplica en otras ramas”, asevera.

El pasado 20 de octubre, el investigador recibió el Premio Estatal de Ciencia, que a decir de él, es una aportación que tiene que ver con un desarrollo de infraestructura científica de vanguardia que pone a Michoacán en el mapa internacional y vuelve a México un servicio estratégico donde se juega un papel importante de seguridad nacional.

Te podría interesar: Entregan premios a investigadores de Michoacán

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Entre experimentos, conceptos de física y aulas, creció Juan Américo González Esparza, actual investigador y responsable del Observatorio de Centelleo Interplanetario, el único radiotelescopio astronómico en el continente ubicado en Coeneo, Michoacán.

El doctor en física espacial nos recibe en el Instituto de Geofísica Unidad Michoacán, en la ciudad de Morelia, en entrevista exclusiva, nos relata que su sueño de niño era ser físico teórico, “siempre tuve la fortuna de estar familiarizado con esta rama”, dice.

Nació en Ciudad de México, pero su conexión con Michoacán surgió cuando terminaba el bachillerato, ya que su escuela organizó una campaña de alfabetización en Huiramba, donde vivió por dos meses en una primaria.

“Fue mi primer contacto, descubriendo un mundo que desde Ciudad de México no conocía: el campo, los trabajadores, la gente en Michoacán y adquirí un cariño particular al estado”, confiesa.

Estudió en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y a mitad de su carrera asistió a una conferencia de la investigadora Silvia Bravo, en la que se hablaba sobre la importancia del estudio del Sol; ese momento fue una pauta para el inicio de su investigación.

Actualmente, parte de sus investigaciones están enfocadas en monitorear y estudiar el clima espacial, sobre todo tormentas solares y las perturbaciones que estas pueden causar en el entorno de la tierra.

“El clima espacial nos preocupa porque las tormentas solares pueden afectar sistemas tecnológicos estratégicos, satélites, telecomunicaciones, sistemas de posicionamiento global, la navegación aérea, las líneas de generación y distribución de energía eléctrica”, dice.

Luego de estudiar un doctorado en física espacial en Londres y una estancia posdoctoral en un laboratorio de la NASA en Pasadena, Estados Unidos, en 1999 en colaboración con más investigadores inició el proyecto del Observatorio de Centelleo Interplanetario.

En su retorno a México, volvió a trabajar con Silvia Bravo, quien en ese momento estaba impulsando la creación de un radiotelescopio para estudiar tormentas solares.

Realizaron un prototipo que se construyó en la Ciudad de México y aunque era conveniente porque facilitaba los viajes del equipo, no era un buen lugar ya que había mucho ruido por la zona industrial.

Al momento de buscar un sitio para construir una antena del radiotelescopio, cuya dimensión es más grande que una cancha de futbol, se toparon con el municipio de Coeneo; una zona agrícola que está rodeado de montañas que bloquean las emisiones de Zacapu y Morelia.

“Encontramos un apoyo muy fuerte de la comunidad para instalar el proyecto, al principio no había recursos para realizarlo y la comunidad ejidal hizo una donación en comodato para poder donar cuatro hectáreas y hacer el radiotelescopio en la comunidad Félix Ireta”, refiere.

El radiotelescopio, denominado MEXART, es el único en su tipo al interior del continente americano, asimismo, existen tres más instalados en la India, Rusia y Japón, e incluso en Australia y Europa están implementando aditamentos para observar de manera similar a como lo hacen estos instrumentos.

Para González Esparza, el desarrollo de infraestructura científica es difícil en México por la limitación en el presupuesto.

“Lo ideal es tener un apoyo para poder hacer un proyecto con el presupuesto adecuado para la compra de instrumentación y el terreno, pero aquí no fue el caso. Acá fue el apoyo extraordinario de la comunidad el que permitió continuar el proyecto”, afirma.

Luego del inicio del proyecto llegó el apoyo del estado, luego el de la UNAM y finalmente el del Conacyt. A decir del investigador desde hace 20 años la inversión que se ha realizado en el MEXART es de 40 millones de pesos.

El equipo que opera este observatorio está conformado por un grupo de investigadores: dos del Instituto de Geofísica; cinco catedráticos del Conacyt; dos técnicos académicos del Instituto de Geofísica y colaboradores de la UNAM Campus Morelia, de la Ciudad de México y de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), así como estudiantes.

Juan Américo asegura que hoy en día se vive una época complicada y se vive con un presupuesto limitado desde hace décadas, ya que no ha habido el apoyo suficiente para que el país se desarrolle y se pueda exportar la tecnología e innovación.

Asimismo, afirma que debe existir una responsabilidad de la comunidad científica, una obligación de explicar a la población y al país sobre la importancia de lo que se hace y socializar el conocimiento.

“El conocimiento lleva consigo un poder económico muy grande, quien desarrolla tecnologías, va a cobrar por eso, como las vacunas y mientras no tengamos la capacidad de fabricar las propias vacunas, seguiremos dependiendo de alguien más y eso mismo aplica en otras ramas”, asevera.

El pasado 20 de octubre, el investigador recibió el Premio Estatal de Ciencia, que a decir de él, es una aportación que tiene que ver con un desarrollo de infraestructura científica de vanguardia que pone a Michoacán en el mapa internacional y vuelve a México un servicio estratégico donde se juega un papel importante de seguridad nacional.

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