/ domingo 28 de abril de 2019

Marco Antonio, con la decisión de luchar

En entrevista exclusiva para El Sol de Morelia, Tony nos plática su pasión por ayudar a la gente y cómo venció el cáncer siendo tan joven

ZACAPU, Mich.- Todo empezó a los ocho años. “Una vivienda se incendiaba en la cuadra siguiente de la casa en la cual vivía. Al percatarme corrí hasta el lugar porque sabía que llegaría el camión de bomberos que tanto me gustaba. No esperaría hasta el día 20 de noviembre para volver a verlo como lo hacía cada año en el desfile. Era el momento”.



Mi mamá llegó al lugar mientras los bomberos combatían aquel voraz incendio. Recuerdo que volteé a ver a mi madre y le dije: ‘mira mamá un día seré bombero y manejaré ese camión’. Años después tuve esa gran oportunidad


Marco Antonio Adame García es paramédico y rescatista. Nació el 2 de diciembre de 1986 en Zacapu, Michoacán. Viene de una familia muy humilde y es el menor de tres hijos.


Durante mi infancia siempre admiré a los bomberos y paramédicos, y sentía una fuerte atracción por las ambulancias y camiones de bomberos, esto hizo que me dedicara a esta hermosa y noble profesión


Necesidad de ayudar


El 19 de noviembre de 1999 mi madre me acompañó hasta ese pequeño local donde estaba la corporación donde ‘nací’: el Escuadrón de Salvamento y Urgencias Medicas (ESUM). Ahí conocí la humildad y el esfuerzo por adquirir todos y cada uno de mis sueños”, narra Adame García.

Después de aquella visita, el hombre de 33 años tomó “la gran decisión de aprender cómo ayudar al prójimo”. Así se unió a un grupo de jóvenes voluntarios donde para adquirir recursos y suplir las necesidades de la corporación vendían chocolates.


Así era como llegaban aquellos 15 o 20 litros de gasolina y poco material médico para esa mochila de viaje a la que le llamábamos botiquín, y que aún con varias necesidades nunca perdimos la fe y la esperanza de figurar como una institución importante con una base digna


Fue cinco meses después de aquel acontecimiento cuando se abrió la convocatoria para el Segundo Curso de Primeros Auxilios donde Tony concluyó con éxito luego de medio año después. Para el 20 de noviembre del año 2000, cumpliendo su primer año en la corporación, así como su primer desfile, “sumamos casi una totalidad de 80 a 90 elementos, todos debidamente uniformados; ya con dos unidades, donde en la segunda estábamos en proceso de modificación para incorporarla al servicio de emergencias”.

Para ese entonces Tony comenzaba a especializarse en cursos de RCP, manejo de vías aéreas y retomando una vez más los primeros auxilios, así como prácticas en combate contra incendios que Bomberos Voluntarios les proporcionaba.

Al finalizar el año 2001 desapareció el Escuadrón de Salvamento y Urgencias Medicas, por lo que su vida dio un giro al pasar rápidamente a Bomberos Voluntarios y finalmente en 2002 un compañero lo invitó a la Cruz Roja. “Acepté de inmediato; alternando en ambas corporaciones”.


Combate al cáncer


En agosto de 2003 su vida cambió radicalmente. “Me sentía cansado, bajé de peso y al acudir con el médico se me diagnóstico linfoma, de tipo linfocitario. Al realizar los estudios y resultados de la biopsia, los médicos concluyeron que era un cáncer detectado tarde y demasiado avanzado, por lo que no les daban muchas esperanzas a mis padres, ya que se trataba de quimioterapia y radioterapia, pero él tomó la decisión de luchar.


Me sentía triste y enfermo, sobre todo incompleto porque tuve que abandonar temporalmente ambas corporaciones por restricción médica. Mi tratamiento era fuerte y muy doloroso, y las reacciones secundarias de la quimioterapia me dañaban bastante, hasta por seis días


En algún momento Tony pensó que ahí terminaría su historia. “Llegó el momento en que ya no podía ponerme de pie, sentía que terminaría mi historia”.

Tras una depresión que lo tiró en la cama, a pesar de que el tratamiento estaba funcionando con éxito, los médicos le permitieron regresar a sus actividades diarias. “Mi ambulancia y camión de bomberos me hacían mucha falta”.


Fue el 13 de julio de 2005 donde se me otorgó mi alta y mi cura, quedando con cita abierta, siendo hasta el día de hoy que no he presentado nuevamente síntomas y sigo haciendo lo que me apasiona: ayudar y ayudar


Marco Antonio Adame García

ZACAPU, Mich.- Todo empezó a los ocho años. “Una vivienda se incendiaba en la cuadra siguiente de la casa en la cual vivía. Al percatarme corrí hasta el lugar porque sabía que llegaría el camión de bomberos que tanto me gustaba. No esperaría hasta el día 20 de noviembre para volver a verlo como lo hacía cada año en el desfile. Era el momento”.



Mi mamá llegó al lugar mientras los bomberos combatían aquel voraz incendio. Recuerdo que volteé a ver a mi madre y le dije: ‘mira mamá un día seré bombero y manejaré ese camión’. Años después tuve esa gran oportunidad


Marco Antonio Adame García es paramédico y rescatista. Nació el 2 de diciembre de 1986 en Zacapu, Michoacán. Viene de una familia muy humilde y es el menor de tres hijos.


Durante mi infancia siempre admiré a los bomberos y paramédicos, y sentía una fuerte atracción por las ambulancias y camiones de bomberos, esto hizo que me dedicara a esta hermosa y noble profesión


Necesidad de ayudar


El 19 de noviembre de 1999 mi madre me acompañó hasta ese pequeño local donde estaba la corporación donde ‘nací’: el Escuadrón de Salvamento y Urgencias Medicas (ESUM). Ahí conocí la humildad y el esfuerzo por adquirir todos y cada uno de mis sueños”, narra Adame García.

Después de aquella visita, el hombre de 33 años tomó “la gran decisión de aprender cómo ayudar al prójimo”. Así se unió a un grupo de jóvenes voluntarios donde para adquirir recursos y suplir las necesidades de la corporación vendían chocolates.


Así era como llegaban aquellos 15 o 20 litros de gasolina y poco material médico para esa mochila de viaje a la que le llamábamos botiquín, y que aún con varias necesidades nunca perdimos la fe y la esperanza de figurar como una institución importante con una base digna


Fue cinco meses después de aquel acontecimiento cuando se abrió la convocatoria para el Segundo Curso de Primeros Auxilios donde Tony concluyó con éxito luego de medio año después. Para el 20 de noviembre del año 2000, cumpliendo su primer año en la corporación, así como su primer desfile, “sumamos casi una totalidad de 80 a 90 elementos, todos debidamente uniformados; ya con dos unidades, donde en la segunda estábamos en proceso de modificación para incorporarla al servicio de emergencias”.

Para ese entonces Tony comenzaba a especializarse en cursos de RCP, manejo de vías aéreas y retomando una vez más los primeros auxilios, así como prácticas en combate contra incendios que Bomberos Voluntarios les proporcionaba.

Al finalizar el año 2001 desapareció el Escuadrón de Salvamento y Urgencias Medicas, por lo que su vida dio un giro al pasar rápidamente a Bomberos Voluntarios y finalmente en 2002 un compañero lo invitó a la Cruz Roja. “Acepté de inmediato; alternando en ambas corporaciones”.


Combate al cáncer


En agosto de 2003 su vida cambió radicalmente. “Me sentía cansado, bajé de peso y al acudir con el médico se me diagnóstico linfoma, de tipo linfocitario. Al realizar los estudios y resultados de la biopsia, los médicos concluyeron que era un cáncer detectado tarde y demasiado avanzado, por lo que no les daban muchas esperanzas a mis padres, ya que se trataba de quimioterapia y radioterapia, pero él tomó la decisión de luchar.


Me sentía triste y enfermo, sobre todo incompleto porque tuve que abandonar temporalmente ambas corporaciones por restricción médica. Mi tratamiento era fuerte y muy doloroso, y las reacciones secundarias de la quimioterapia me dañaban bastante, hasta por seis días


En algún momento Tony pensó que ahí terminaría su historia. “Llegó el momento en que ya no podía ponerme de pie, sentía que terminaría mi historia”.

Tras una depresión que lo tiró en la cama, a pesar de que el tratamiento estaba funcionando con éxito, los médicos le permitieron regresar a sus actividades diarias. “Mi ambulancia y camión de bomberos me hacían mucha falta”.


Fue el 13 de julio de 2005 donde se me otorgó mi alta y mi cura, quedando con cita abierta, siendo hasta el día de hoy que no he presentado nuevamente síntomas y sigo haciendo lo que me apasiona: ayudar y ayudar


Marco Antonio Adame García

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