Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hay preocupación en la colonia Lomas del Valle. La noticia del fallecimiento del sacerdote Carlos López Aceves por Covid-19 se corrió como pólvora y la inquietud ahora ronda por esta zona de la ciudad.
Algunos curiosos que transitan por la avenida Loma del Rey no pueden evitar mirar a las puertas de la iglesia El Señor del Rescate, otros se persignan a su paso y hasta los automovilistas se detienen para tomar una fotografía o un breve video.
Los testimonios van y vienen. Como el de la vecina que tiene su estética en el barrio y que ahora reprocha que el clérigo nunca haya parado su actividad en lo que va de la pandemia.
"Se metía la gente clandestinamente, nunca paró de dar misas, dicen que también iba a otras iglesias, pero el temor está porque ya se murió una señora que venía mucho aquí de Covid, hace como 15 días, coincide la fecha ahora con lo del padre".
En la parroquia no se quiere decir mucho. El personal trata de ser discreto y evaden a la prensa en la medida de lo posible. Es el sacerdote auxiliar, Andrés Guzmán, quien se anima a declarar algo, aunque con la advertencia de no haber "tratado mucho" a su colega.
"Era un padre muy sociable, alegre, abierto con la gente, pero también directo con lo que decía, aunque eso no le quitaba la sensibilidad a las necesidades de su comunidad; eso sí, yo no supe bien cómo estuvo lo de su enfermedad".
Tras estar hospitalizado en la clínica 83 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la avenida Camelinas, Carlos López Aceves perdió la batalla ante el virus.
Dice que la noticia cayó de sorpresa en la colonia, luego se dio paso al sufrimiento y por último se llegó al miedo. "Como todo, hay cierto temor cuando estás en un lugar donde estuvo la enfermedad, pero también hay que afrontarlo con todas las medidas sanitarias y tomarlo con una mayor seriedad".
Andrés Guzmán no sabe qué sigue para su futuro ni para el de la parroquia. En medio de la confusión, tiene que cumplir con su papel como sacerdote auxiliar, pero está a la espera de que la Arquidiócesis de Morelia tome una decisión al respecto.
Por aproximadamente 20 minutos, personal municipal se dio a la tarea de sanitizar cada rincón de la iglesia, así como sus oficinas laterales. Ni los murales de Jesucristo y los santos se salvaron de ser rociados una y otra vez. A su partida, las puertas de la parroquia quedaron abiertas de par en par. La fe todavía tiene mucho trabajo por hacer.
