/ sábado 6 de marzo de 2021

Activismo feminista: la colectividad hace la fuerza

En víspera del 8 de marzo, dos mujeres relatan su lucha por la igualdad de género

Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- “No tenía intención de ser feminista, en un inicio mi interés surgió de varios cuestionamientos internos en un grupo operativo de madres estudiantes universitarias”, dice Moonfem con cierto tono inseguro, quien parece meditar ante la pregunta directa, y saborea cada palabra de su respuesta. Ella comparte que fue en este taller donde comenzó a replantarse su rol y a notar las experiencias comunes con otras de sus compañeras.

“Lo que cambia por completo eso es escoger como tema de investigación los feminicidios en el 2014, cuando pasó lo de Erika Kassandra, la enfermera a la que asesinaron. Me impactó y me interesó saber qué había detrás de los feminicidios”.

La brutalidad de ese acontecimiento impulsó la solicitud de Humanas Sin Violencia para que fuera declarada la Alerta de Violencia de Género por Violencia Feminicida en el entidad el 17 de diciembre de ese mismo año, y que hasta dos años más tarde se logró. Las cifras reportadas al Inegi señalan que entre 2014 y 2015 ocurrieron 770 homicidios de mujeres en México, con una tasa de 3.7 homicidios por cada 100 mil mujeres en la Michoacán.

Por su parte, Yazmín Aburto comparte que inició su viaje en el feminismo hace pocos años, con la crisis de los 40: “Empecé a trabajar muy joven en la Universidad Latina de América y cuando tome la decisión de dejar esos trabajos tan demandantes, empieza mi crisis, empiezo a reestructurar todo y me digo ‘ya me eché la mitad de la vida productiva’”.

Integrante de la organización Nosotrxs, Aburto se refiere a la denominada Cuarta ola del Feminismo, que despegó y comenzó a ganar más aliadas en Michoacán alrededor del 2017, luego de la declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres.

Para Moonfem, denominarse feminista fue también un proceso largo. Tras iniciar su investigación teórica con las muertas de Juárez, siente que ésta no incide lo suficiente: “Necesito saber un poco más o involucrarme un poco más; fue que empecé a ir a las marchas, y comprendí que no podía ser indiferente a esta situación, tenía que ser parte de esto: tenía que accionar”.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Agrega: “Cuando menos me di cuenta yo ya estaba en las marchas, ya iba a reuniones. Fue hasta que una compañera me dijo ‘tú ya eres activista’ y yo en ese momento no entendía, pero ahora sé que desde que una acciona y deja de ser indiferente, en ese momento una se vuelve activista. Sigo aprendiendo, nunca terminas de aprender”.


Sólo un feminismo; diferentes contextos

Uno de los puntos que más ríos de tinta ha derramado en el feminismo actualmente es hablar de los diversos feminismos o en todo caso de las agendas del movimiento, y aquí es donde difieren ambas. Para Aburto, se trata de muchas agendas, aunque “algunas hasta pueden estar encontradas: la agenda de educación, la cuestión de trabajo, la parte del hogar y de cuidados, son muchas agendas porque tenemos trayectorias diferentes”.

Procura no casarse con una visión ni con una forma de pensamiento, “sino con identificar puntos en común. Mi papel está en la mediación”. Aunque hay feminismos que se desencuentran, aclara que prefiere no casarse con uno de ellos.

En cambio, Moonfem se define como feminista radical y señala que “sólo hay una agenda y la lucha es muy clara: la agenda por y para las mujeres y tiene que ver con ser sujetas a derecho. Parece muy simple, pero implica muchas cosas, como lo es la abolición de todos los sistemas de opresión, desde el género y la prostitución a la raíz de lo que nos oprime”.

“No hay más de un feminismo, lo que hay es vertientes o contextos que nos permiten ver el feminismo desde otras posturas”. Agrega que existe desde el comunitario hasta las feministas marxistas que tienen una perspectiva desde la clase social, “pero como tal, el feminismo es uno”.

Más que rayar paredes

Para Yazmín Aburto, el activismo consiste en la organización colectiva, pues “solas no vamos a cambiar las cosas, nos organizamos con otras mujeres”. Señala que las que más han captado la atención mediática son las del “bloque negro” (aquellas que hacen intervenciones públicas) y “son necesarias porque visibilizan”. También las hay cuidadoras, las que diseñan, las que acompañan abortos, las que deliberan en círculos de estudio para la formación, las que realizan talleres.

De acuerdo a Moonfem, “ya estamos haciendo activismo cuando nos quitamos este chip de que somos enemigas y que tenemos muchas cosas en común. Aunque claro que hay mujeres que tienen la oportunidad y ayudan a otras, que por ejemplo son abogadas. También hay algunas que no son profesionistas, pero están con mujeres en situación de violencia, que acompañan abortos seguros y permiten sobrellevar esta situación que no es fácil”.

Puede interesarte: Falta mucho para una igualdad sustantiva: Yurisha Andrade

Para ella, la parte más dura de la labor es la inseguridad: “Al ser activistas nos exponemos más a situaciones de violencia, pues ponemos el cuerpo y el alma en eso. Nos ponemos en riesgo y me refiero no sólo a seguridad física sino también emocional. A veces nos llevamos los problemas de las compañeras y nos sentimos mal. Es difícil y es doloroso; tanto el activismo como el feminismo es darte cuenta que tienes todo un sistema en contra tuyo por donde lo veas y que tienes que estar alerta para ver de qué manera de defiendes de él”.

“Son más visibles las que pasan y rayan porque su función en visibilizar el problema, pero detrás de esas hay otras”, zanja por su parte Aburto.

Una vez activista nunca se puede dejar de serlo

Ambas coinciden en que, pese a los riesgos que se han externado de la labor de los activistas, sobre todo en un país como México en donde tan sólo en 2020 fueron asesinadas 15 personas defensoras de derechos humanos (cifras de la organización Comité Cerezo), ellas nunca han sentido que su vida peligre por realizar estas actividades.

“Creo que antes del activismo me sentía más vulnerable. Después de eso el activismo y el feminismo me han permitido estar más alerta y tener estrategias para no tener más miedo. La rabia la he encausado de manera positiva”, dice Moonfem.

Por su parte, Aburto indica: “Yo al momento no me he sentido insegura. Quizá en algunas marchas, como en la de Jessica, que fue muy espontánea, hubo algunas estampidas, sientes el riesgo, pero al mismo sientes que estás tú ahí para cuidar”.

Tanto Yazmín Aburto como Moonfem coinciden en que es indispensable el activismo para lograr metas en común para las mujeres, no sólo de Morelia, sino del mundo, y que aún con los riesgos nunca lo abandonarían.

“Voy a tratar de seguir siendo una ‘progre’ hasta el último momento de mi vida”, finaliza Aburto, mientras que Moonfem respalda: “Creo que no puedo dejar de ser activista, no puedo simplemente no accionar y ser indiferente a la violencia en ninguno de mis espacios, no puedes hacerte a un lado y hacer de cuenta como que las cosas no pasan. Es imposible ya”.

Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- “No tenía intención de ser feminista, en un inicio mi interés surgió de varios cuestionamientos internos en un grupo operativo de madres estudiantes universitarias”, dice Moonfem con cierto tono inseguro, quien parece meditar ante la pregunta directa, y saborea cada palabra de su respuesta. Ella comparte que fue en este taller donde comenzó a replantarse su rol y a notar las experiencias comunes con otras de sus compañeras.

“Lo que cambia por completo eso es escoger como tema de investigación los feminicidios en el 2014, cuando pasó lo de Erika Kassandra, la enfermera a la que asesinaron. Me impactó y me interesó saber qué había detrás de los feminicidios”.

La brutalidad de ese acontecimiento impulsó la solicitud de Humanas Sin Violencia para que fuera declarada la Alerta de Violencia de Género por Violencia Feminicida en el entidad el 17 de diciembre de ese mismo año, y que hasta dos años más tarde se logró. Las cifras reportadas al Inegi señalan que entre 2014 y 2015 ocurrieron 770 homicidios de mujeres en México, con una tasa de 3.7 homicidios por cada 100 mil mujeres en la Michoacán.

Por su parte, Yazmín Aburto comparte que inició su viaje en el feminismo hace pocos años, con la crisis de los 40: “Empecé a trabajar muy joven en la Universidad Latina de América y cuando tome la decisión de dejar esos trabajos tan demandantes, empieza mi crisis, empiezo a reestructurar todo y me digo ‘ya me eché la mitad de la vida productiva’”.

Integrante de la organización Nosotrxs, Aburto se refiere a la denominada Cuarta ola del Feminismo, que despegó y comenzó a ganar más aliadas en Michoacán alrededor del 2017, luego de la declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres.

Para Moonfem, denominarse feminista fue también un proceso largo. Tras iniciar su investigación teórica con las muertas de Juárez, siente que ésta no incide lo suficiente: “Necesito saber un poco más o involucrarme un poco más; fue que empecé a ir a las marchas, y comprendí que no podía ser indiferente a esta situación, tenía que ser parte de esto: tenía que accionar”.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Agrega: “Cuando menos me di cuenta yo ya estaba en las marchas, ya iba a reuniones. Fue hasta que una compañera me dijo ‘tú ya eres activista’ y yo en ese momento no entendía, pero ahora sé que desde que una acciona y deja de ser indiferente, en ese momento una se vuelve activista. Sigo aprendiendo, nunca terminas de aprender”.


Sólo un feminismo; diferentes contextos

Uno de los puntos que más ríos de tinta ha derramado en el feminismo actualmente es hablar de los diversos feminismos o en todo caso de las agendas del movimiento, y aquí es donde difieren ambas. Para Aburto, se trata de muchas agendas, aunque “algunas hasta pueden estar encontradas: la agenda de educación, la cuestión de trabajo, la parte del hogar y de cuidados, son muchas agendas porque tenemos trayectorias diferentes”.

Procura no casarse con una visión ni con una forma de pensamiento, “sino con identificar puntos en común. Mi papel está en la mediación”. Aunque hay feminismos que se desencuentran, aclara que prefiere no casarse con uno de ellos.

En cambio, Moonfem se define como feminista radical y señala que “sólo hay una agenda y la lucha es muy clara: la agenda por y para las mujeres y tiene que ver con ser sujetas a derecho. Parece muy simple, pero implica muchas cosas, como lo es la abolición de todos los sistemas de opresión, desde el género y la prostitución a la raíz de lo que nos oprime”.

“No hay más de un feminismo, lo que hay es vertientes o contextos que nos permiten ver el feminismo desde otras posturas”. Agrega que existe desde el comunitario hasta las feministas marxistas que tienen una perspectiva desde la clase social, “pero como tal, el feminismo es uno”.

Más que rayar paredes

Para Yazmín Aburto, el activismo consiste en la organización colectiva, pues “solas no vamos a cambiar las cosas, nos organizamos con otras mujeres”. Señala que las que más han captado la atención mediática son las del “bloque negro” (aquellas que hacen intervenciones públicas) y “son necesarias porque visibilizan”. También las hay cuidadoras, las que diseñan, las que acompañan abortos, las que deliberan en círculos de estudio para la formación, las que realizan talleres.

De acuerdo a Moonfem, “ya estamos haciendo activismo cuando nos quitamos este chip de que somos enemigas y que tenemos muchas cosas en común. Aunque claro que hay mujeres que tienen la oportunidad y ayudan a otras, que por ejemplo son abogadas. También hay algunas que no son profesionistas, pero están con mujeres en situación de violencia, que acompañan abortos seguros y permiten sobrellevar esta situación que no es fácil”.

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Para ella, la parte más dura de la labor es la inseguridad: “Al ser activistas nos exponemos más a situaciones de violencia, pues ponemos el cuerpo y el alma en eso. Nos ponemos en riesgo y me refiero no sólo a seguridad física sino también emocional. A veces nos llevamos los problemas de las compañeras y nos sentimos mal. Es difícil y es doloroso; tanto el activismo como el feminismo es darte cuenta que tienes todo un sistema en contra tuyo por donde lo veas y que tienes que estar alerta para ver de qué manera de defiendes de él”.

“Son más visibles las que pasan y rayan porque su función en visibilizar el problema, pero detrás de esas hay otras”, zanja por su parte Aburto.

Una vez activista nunca se puede dejar de serlo

Ambas coinciden en que, pese a los riesgos que se han externado de la labor de los activistas, sobre todo en un país como México en donde tan sólo en 2020 fueron asesinadas 15 personas defensoras de derechos humanos (cifras de la organización Comité Cerezo), ellas nunca han sentido que su vida peligre por realizar estas actividades.

“Creo que antes del activismo me sentía más vulnerable. Después de eso el activismo y el feminismo me han permitido estar más alerta y tener estrategias para no tener más miedo. La rabia la he encausado de manera positiva”, dice Moonfem.

Por su parte, Aburto indica: “Yo al momento no me he sentido insegura. Quizá en algunas marchas, como en la de Jessica, que fue muy espontánea, hubo algunas estampidas, sientes el riesgo, pero al mismo sientes que estás tú ahí para cuidar”.

Tanto Yazmín Aburto como Moonfem coinciden en que es indispensable el activismo para lograr metas en común para las mujeres, no sólo de Morelia, sino del mundo, y que aún con los riesgos nunca lo abandonarían.

“Voy a tratar de seguir siendo una ‘progre’ hasta el último momento de mi vida”, finaliza Aburto, mientras que Moonfem respalda: “Creo que no puedo dejar de ser activista, no puedo simplemente no accionar y ser indiferente a la violencia en ninguno de mis espacios, no puedes hacerte a un lado y hacer de cuenta como que las cosas no pasan. Es imposible ya”.

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