/ jueves 16 de agosto de 2018

My coffee Box: La voluntad no sabe de fracasos, sabe a café

La empresa evolucionó y ahora cuenta también con cinco tiendas físicas y no descarta exportar hacia Estados Unidos

La historia de Luis Miguel Coutiño, co fundador de My Coffee Box, es la evidencia del viejo dicho popular repetido hasta el cansancio: "persevera y alcanzarás"; es también una llena de desventuras en el mundo empresarial que cuenta riéndose de sí mismo.

Con un cementerio de fracasos tras de sí, Luis Miguel tiene el orgullo de poder presumir ser uno de los emprendedores más disruptivos en el paisaje del café en México, y al mismo tiempo incidir de manera positiva en la vida de algunas de las comunidades más empobrecidas del país, como las del Soconusco chiapaneco.

La empresa que fundó junto a su esposa Berenice Ruiz, My Coffee Box, es actualmente un próspero negocio de venta de café chiapaneco en línea y que ante la demanda comenzó la expansión hacia tiendas físicas en las ciudades más grandes del país y tiene en la mira exportar hacia el mercado estadounidense.

Reconocida por importantes fondos de inversión como 500 Startups, la empresa hoy colabora con nueve mil productores en la comercialización de 22 tipos de café de Chiapas, quienes gracias al recorte de intermediarios pueden ganar entre dos y tres veces más de lo que obtendrían comercializando sus productos por los canales tradicionales.

Aunque se tardó más de tres décadas, el éxito hoy acompaña a Luis Miguel.

Foto: David Casas

Desde niño -recuerda- el emprendimiento había estado en su ADN y activamente había buscado tener un negocio propio sin haberlo logrado hasta ya adulto. Primero lo intentó con una minitienda de dulces en su natal Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y que fracasó aún antes de comenzar ante el nulo interés de sus padres de invertir en ella.

"Desde muy niño, por las historias que me cuentan mis familiares, siempre había sido una persona emprendedora, frustrada, porque mis papás nunca fueron de crear negocios, más bien de estudia, ten buenas calificaciones, ve a la universidad y consigue un buen empleo.

"No había esa cultura emprendedora de los niños de ahorita que desde chiquitos tienen habilidades de venta. Se me quedó eso de siempre querer hacer algo pero no había esa cultura en mi familia", platica.

Inspirado por el filme La Ventana Indiscreta, de Alfred Hitchcock, Luis Miguel decidió estudiar comunicación con especialidad en cine en la ciudad de Puebla, y para financiar la elaboración de sus cortometrajes decidió recurrir al emprendimiento cansado de mendigar por apoyos gubernamentales.

El proyecto que más recuerda fue una empresa de servicio express de café en los semáforos, el cual se le ocurrió junto a un amigo en 2006, mientras esperaba en el tráfico de la capital de Puebla. Equipó a una cuadrilla de muchachos con mochilas de peluche amarillo y los puso a vender las bebidas calientes a automovilistas durante las mañanas, acompañadas de una bolsita con azúcar para endulzar.

"No teníamos habilidades ni coaches y por lo mismo que era novedosa la idea se acercaban muchas personas a pedirnos una franquicia, pero nosotros no sabíamos de la cultura emprendedora, teníamos miedo a que nos robaran la idea, que alguien más nos copiara, los miedos tontos de un emprendedor, porque si alguien te lo roba y lo hace con más pasión esta persona merece más tu idea, porque sí se puso las pilas y la hizo en grande".

Ante la falta de un plan de negocios sólido la empresa terminó por fracasar y Luis Miguel regresó a Chiapas, donde comenzó una revista sobre cine en la que comercializaba el espacio publicitario entre los negocios de Tuxtla Gutiérrez.

Después de tres años la revista siguió el destino de la tienda de dulces y el servicio de café callejero y también fracasó.

"Pasó la influenza (AH1N1) y bajaron los presupuestos de marketing y tuve que cerrar la revista. Para ese entonces ya había conocido a Berenice (co fundadora de My Coffee Box) y le había propuesto matrimonio, pero nos tuvimos que esperar dos años más porque me acabé el dinero de la boda por tratar de salvar la revista.

"Fuimos aprendiendo a estar en los arribas y abajos de la relación en cuanto al dinero y la vida emprendedora, que es ir sabiendo que a veces hay días malos y a veces muy buenos", recuerda.


RAÍCES

Foto: David Casas

Luego de cerrar su revista, Luis Miguel había ingresado a trabajar como asesor a una aceleradora de negocios en Tuxtla, la cual lo contrató por sus esfuerzos anteriores fallidos en emprender por sí mismo. Ahí, conoció por primera vez lo que era un plan de negocios, balances financieros y proyecciones a largo plazo.

"Le dije a mi jefe que no sabía nada de planes de negocios, por eso precisamente había quebrado todos mis negocios, pero él me decía 'tengo 10 personas que saben la teoría, pero nadie ha emprendido y lo que necesito es alguien que lo haya hecho y le contagie eso a la gente'", recuerda.

My Coffee Box nació en este contexto, en tan sólo 54 horas durante la Startup Weekend 2013 celebrada en Chiapas, y pensada como una solución global a un problema complejo como parte del reto que se les impone a los emprendedores que participan.

La problemática más cercana que conocía Luis Miguel fue a partir de la experiencia de su esposa Berenice, quien trabajaba para el gobierno chiapaneco y mantenía contacto permanente con los productores de café, a quienes brindaba capacitación en la obtención de créditos para su actividad .

Según explica Luis, la cadena del café, como muchas de las riquezas de Chiapas, padece la falta de profesionalismo de los productores y el abuso de los intermediarios, que pueden llegar a ser hasta 13. Al ser un cosecha de una sola vez al año, el café suele mal baratarse en los mercados locales por el miedo a su descomposición, o acaparado por coyotes que lo compran por una fracción de su valor.

"Bere me presentó el club de café, cada vez que iba a una comunidad traía muestras de café, lo probaba, y le decía 'wow, este café está buenísimo, cómo pruebo yo en Tuxtla algo así'.

"Pensé más que nada en los productores, cómo ayudarles a vender más y que ese café tan rico que normalmente se exporta, gente en México lo pudiera probar más directo, sin tantos intermediarios".

Antes de que concluyera el Startup Weekend, Luis Miguel ya tenía una página de internet que mediante un club de café comercializaba con suscripciones los productos de los cafetales locales, así como con sus primeros cuatro clientes suscritos al club.

Aunque no sabía qué hacer con ella, ni siquiera cómo iba a cumplir con los primeros envíos, Luis Miguel tenía por fin su propia empresa.

"Me habían vendido la idea de que iba a salir con mi empresa bien formada e ingenuamente me lo creí. Para los primeros envíos no había hablado con ninguna paquetería y el miércoles los mande por mi lado con DHL, pague creo 300 pesos de envío express cuando había cobrado como 150 por el café pero no importaba, el chiste era que los clientes viera que esto era verdad".


CAFETAL

Foto: David Casas

A partir de ese momento My Coffee Box fue cobrando vida por sí sola, impulsada por el interés del mercado en busca de buen café orgánico. A las pocas semanas de ganar el Startup Weekend Luis Miguel y Berenice fueron contactados por el fondo de inversión 500 Startup para financiar el proyecto y llevarlos a la Ciudad de México para empaparse en el mundo del emprendedurismo.

"Nunca nos dio el tiempo de detenernos a respirar, a decir 'es esto una buena idea o no', la gente nos estaba comprando en Internet, y validando ese producto mínimo viable que habíamos creado, que era una cajita de 500 gramos de café.

"En ese momento sabíamos que teníamos que renunciar a nuestros trabajos porque nos dijeron 'nosotros creemos en esto, ¿ustedes creen bien en esto?'. Yo no quería estar en un trabajo normal, sino ser mi propio jefe y fue cuando dije yo sí", recuerda el empresario

Los últimos cuatro años de My Coffee Box han sido de evolución. En este tiempo pasó de sólo vender café mediante suscripciones mensuales (es decir, el cliente seleccionda la cantidad que desea recibir cada mes) a hacerlo también de manera individual o mediante paquetes para oficinas y casas.

Asimismo, diversificó la presentación del café con innovaciones como pastillas monodosis para las máquinas de expresso que actualmente dominan el mercado, generó alianzas para producir artículos del mundo barista, creó un centro de tostado para estandarizar el proceso y asegurar una correcta molienda y ha establecido un programa de certificación orgánica de sus productores.

De la mano de su socio Manuel Hoppenstedt, a quien Luis Miguel describe como uno de los empresarios de más bajo perfil pero más comprometidos con Chiapas, My Coffee Box ha abierto ya cinco puntos físicos de venta de café chiapaneco, dos en Tuxtla Gutiérrez y tres más en Monterrey para solventar la demanda de los clientes más reacios a comprar a través de internet.

"Los planes son abrir la Ciudad de México en septiembre u octubre para bajar los costos de envío a los clientes y luego a Guadajalara. Quisimos aventarnos hasta Monterrey porque quisimos dar un salto. Cuando alguien pone su negocio en Chiapas normalmente se va a ponerlo a Puebla, a Veracruz; pero nosotros nos quisimos ir hasta allá donde mucha gente no nos conocía.

"Hace sentido esto que estamos haciendo, el café es algo muy normal y la gente que no nos ha encontrado en línea y que le cueste poner su tarjeta en Internet, que pueda llegar a uno de estos puntos de venta y decir lo pruebo primero y ya que me convencí mándamelo a mi casa", dice.

Aunque My Coffee Box ahora acapara la mayor parte de su tiempo, y los planes de expansión lo mantienen viajando de manera constante, Luis Miguel confiesa que aún tiene la esperanza de retomar su sueño de hacer cine y documentar la vida de los campesinos en Los Altos de Chiapas, ese sueño que tuvo que abandonar para hacerse de su propia empresa y que ahora es una realidad.


La historia de Luis Miguel Coutiño, co fundador de My Coffee Box, es la evidencia del viejo dicho popular repetido hasta el cansancio: "persevera y alcanzarás"; es también una llena de desventuras en el mundo empresarial que cuenta riéndose de sí mismo.

Con un cementerio de fracasos tras de sí, Luis Miguel tiene el orgullo de poder presumir ser uno de los emprendedores más disruptivos en el paisaje del café en México, y al mismo tiempo incidir de manera positiva en la vida de algunas de las comunidades más empobrecidas del país, como las del Soconusco chiapaneco.

La empresa que fundó junto a su esposa Berenice Ruiz, My Coffee Box, es actualmente un próspero negocio de venta de café chiapaneco en línea y que ante la demanda comenzó la expansión hacia tiendas físicas en las ciudades más grandes del país y tiene en la mira exportar hacia el mercado estadounidense.

Reconocida por importantes fondos de inversión como 500 Startups, la empresa hoy colabora con nueve mil productores en la comercialización de 22 tipos de café de Chiapas, quienes gracias al recorte de intermediarios pueden ganar entre dos y tres veces más de lo que obtendrían comercializando sus productos por los canales tradicionales.

Aunque se tardó más de tres décadas, el éxito hoy acompaña a Luis Miguel.

Foto: David Casas

Desde niño -recuerda- el emprendimiento había estado en su ADN y activamente había buscado tener un negocio propio sin haberlo logrado hasta ya adulto. Primero lo intentó con una minitienda de dulces en su natal Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y que fracasó aún antes de comenzar ante el nulo interés de sus padres de invertir en ella.

"Desde muy niño, por las historias que me cuentan mis familiares, siempre había sido una persona emprendedora, frustrada, porque mis papás nunca fueron de crear negocios, más bien de estudia, ten buenas calificaciones, ve a la universidad y consigue un buen empleo.

"No había esa cultura emprendedora de los niños de ahorita que desde chiquitos tienen habilidades de venta. Se me quedó eso de siempre querer hacer algo pero no había esa cultura en mi familia", platica.

Inspirado por el filme La Ventana Indiscreta, de Alfred Hitchcock, Luis Miguel decidió estudiar comunicación con especialidad en cine en la ciudad de Puebla, y para financiar la elaboración de sus cortometrajes decidió recurrir al emprendimiento cansado de mendigar por apoyos gubernamentales.

El proyecto que más recuerda fue una empresa de servicio express de café en los semáforos, el cual se le ocurrió junto a un amigo en 2006, mientras esperaba en el tráfico de la capital de Puebla. Equipó a una cuadrilla de muchachos con mochilas de peluche amarillo y los puso a vender las bebidas calientes a automovilistas durante las mañanas, acompañadas de una bolsita con azúcar para endulzar.

"No teníamos habilidades ni coaches y por lo mismo que era novedosa la idea se acercaban muchas personas a pedirnos una franquicia, pero nosotros no sabíamos de la cultura emprendedora, teníamos miedo a que nos robaran la idea, que alguien más nos copiara, los miedos tontos de un emprendedor, porque si alguien te lo roba y lo hace con más pasión esta persona merece más tu idea, porque sí se puso las pilas y la hizo en grande".

Ante la falta de un plan de negocios sólido la empresa terminó por fracasar y Luis Miguel regresó a Chiapas, donde comenzó una revista sobre cine en la que comercializaba el espacio publicitario entre los negocios de Tuxtla Gutiérrez.

Después de tres años la revista siguió el destino de la tienda de dulces y el servicio de café callejero y también fracasó.

"Pasó la influenza (AH1N1) y bajaron los presupuestos de marketing y tuve que cerrar la revista. Para ese entonces ya había conocido a Berenice (co fundadora de My Coffee Box) y le había propuesto matrimonio, pero nos tuvimos que esperar dos años más porque me acabé el dinero de la boda por tratar de salvar la revista.

"Fuimos aprendiendo a estar en los arribas y abajos de la relación en cuanto al dinero y la vida emprendedora, que es ir sabiendo que a veces hay días malos y a veces muy buenos", recuerda.


RAÍCES

Foto: David Casas

Luego de cerrar su revista, Luis Miguel había ingresado a trabajar como asesor a una aceleradora de negocios en Tuxtla, la cual lo contrató por sus esfuerzos anteriores fallidos en emprender por sí mismo. Ahí, conoció por primera vez lo que era un plan de negocios, balances financieros y proyecciones a largo plazo.

"Le dije a mi jefe que no sabía nada de planes de negocios, por eso precisamente había quebrado todos mis negocios, pero él me decía 'tengo 10 personas que saben la teoría, pero nadie ha emprendido y lo que necesito es alguien que lo haya hecho y le contagie eso a la gente'", recuerda.

My Coffee Box nació en este contexto, en tan sólo 54 horas durante la Startup Weekend 2013 celebrada en Chiapas, y pensada como una solución global a un problema complejo como parte del reto que se les impone a los emprendedores que participan.

La problemática más cercana que conocía Luis Miguel fue a partir de la experiencia de su esposa Berenice, quien trabajaba para el gobierno chiapaneco y mantenía contacto permanente con los productores de café, a quienes brindaba capacitación en la obtención de créditos para su actividad .

Según explica Luis, la cadena del café, como muchas de las riquezas de Chiapas, padece la falta de profesionalismo de los productores y el abuso de los intermediarios, que pueden llegar a ser hasta 13. Al ser un cosecha de una sola vez al año, el café suele mal baratarse en los mercados locales por el miedo a su descomposición, o acaparado por coyotes que lo compran por una fracción de su valor.

"Bere me presentó el club de café, cada vez que iba a una comunidad traía muestras de café, lo probaba, y le decía 'wow, este café está buenísimo, cómo pruebo yo en Tuxtla algo así'.

"Pensé más que nada en los productores, cómo ayudarles a vender más y que ese café tan rico que normalmente se exporta, gente en México lo pudiera probar más directo, sin tantos intermediarios".

Antes de que concluyera el Startup Weekend, Luis Miguel ya tenía una página de internet que mediante un club de café comercializaba con suscripciones los productos de los cafetales locales, así como con sus primeros cuatro clientes suscritos al club.

Aunque no sabía qué hacer con ella, ni siquiera cómo iba a cumplir con los primeros envíos, Luis Miguel tenía por fin su propia empresa.

"Me habían vendido la idea de que iba a salir con mi empresa bien formada e ingenuamente me lo creí. Para los primeros envíos no había hablado con ninguna paquetería y el miércoles los mande por mi lado con DHL, pague creo 300 pesos de envío express cuando había cobrado como 150 por el café pero no importaba, el chiste era que los clientes viera que esto era verdad".


CAFETAL

Foto: David Casas

A partir de ese momento My Coffee Box fue cobrando vida por sí sola, impulsada por el interés del mercado en busca de buen café orgánico. A las pocas semanas de ganar el Startup Weekend Luis Miguel y Berenice fueron contactados por el fondo de inversión 500 Startup para financiar el proyecto y llevarlos a la Ciudad de México para empaparse en el mundo del emprendedurismo.

"Nunca nos dio el tiempo de detenernos a respirar, a decir 'es esto una buena idea o no', la gente nos estaba comprando en Internet, y validando ese producto mínimo viable que habíamos creado, que era una cajita de 500 gramos de café.

"En ese momento sabíamos que teníamos que renunciar a nuestros trabajos porque nos dijeron 'nosotros creemos en esto, ¿ustedes creen bien en esto?'. Yo no quería estar en un trabajo normal, sino ser mi propio jefe y fue cuando dije yo sí", recuerda el empresario

Los últimos cuatro años de My Coffee Box han sido de evolución. En este tiempo pasó de sólo vender café mediante suscripciones mensuales (es decir, el cliente seleccionda la cantidad que desea recibir cada mes) a hacerlo también de manera individual o mediante paquetes para oficinas y casas.

Asimismo, diversificó la presentación del café con innovaciones como pastillas monodosis para las máquinas de expresso que actualmente dominan el mercado, generó alianzas para producir artículos del mundo barista, creó un centro de tostado para estandarizar el proceso y asegurar una correcta molienda y ha establecido un programa de certificación orgánica de sus productores.

De la mano de su socio Manuel Hoppenstedt, a quien Luis Miguel describe como uno de los empresarios de más bajo perfil pero más comprometidos con Chiapas, My Coffee Box ha abierto ya cinco puntos físicos de venta de café chiapaneco, dos en Tuxtla Gutiérrez y tres más en Monterrey para solventar la demanda de los clientes más reacios a comprar a través de internet.

"Los planes son abrir la Ciudad de México en septiembre u octubre para bajar los costos de envío a los clientes y luego a Guadajalara. Quisimos aventarnos hasta Monterrey porque quisimos dar un salto. Cuando alguien pone su negocio en Chiapas normalmente se va a ponerlo a Puebla, a Veracruz; pero nosotros nos quisimos ir hasta allá donde mucha gente no nos conocía.

"Hace sentido esto que estamos haciendo, el café es algo muy normal y la gente que no nos ha encontrado en línea y que le cueste poner su tarjeta en Internet, que pueda llegar a uno de estos puntos de venta y decir lo pruebo primero y ya que me convencí mándamelo a mi casa", dice.

Aunque My Coffee Box ahora acapara la mayor parte de su tiempo, y los planes de expansión lo mantienen viajando de manera constante, Luis Miguel confiesa que aún tiene la esperanza de retomar su sueño de hacer cine y documentar la vida de los campesinos en Los Altos de Chiapas, ese sueño que tuvo que abandonar para hacerse de su propia empresa y que ahora es una realidad.


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