/ domingo 2 de febrero de 2020

Jugar en Monarcas, un orgullo familiar

La portera de las Canarias, María Fernanda Ayala González, heredó el gusto por el fútbol de su padre, quien un día soñó con ser rojiamarillo, y aunque no llegó a serlo, ver a su hija con los colores de su equipo fue como si él jugara

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hablar de futbol con María Fernanda Ayala González, implica citar una y otra vez a su padre. Todo se vincula a él y por él. Se trata del hombre que soñó con ser futbolista profesional vistiendo la camiseta del Morelia. No lo logró, pero cuando vio a su hija debutar con el equipo femenil no pudo esconder las lágrimas.

Cuenta la portera de las Canarias que aquel 27 de julio del 2017 su padre vivió el partido como uno propio. Eran dos sueños cumplidos al mismo tiempo, pues Fernanda asegura que no había otro aficionado al equipo como él. “Era una enciclopedia del futbol”, presume.

Si se le pregunta cuál es el primer recuerdo que tiene del futbol, no duda en mencionar los domingos junto a su padre en las canchas de la Unidad Deportiva Cuauhtémoc. Con apenas cinco años de edad, lo miraba desenvolverse en la delantera, aunque a ella desde entonces ya le llamaba la portería.

Siempre me llevaba un balón para jugar en el medio tiempo en una cancha más pequeña, le pedía a mi papá que me lanzara tiros y en vez de devolverlo con los pies, buscaba atajar la pelota con las manos o rodar con ella en el pasto”.

Por aquellos años el futbol femenil seguía siendo una utopía, por lo que Fernanda se vio casi obligada a elegir otra disciplina deportiva. Jugó por varios años baloncesto y compitió en Olimpiadas Nacionales. Pero más temprano que tarde, se volvió a encontrar con el fútbol y la portería.


“En el último año de secundaria di con una amiga que era portera, ella me enseñó lo básico, me metió a un torneo y fue cuando lo retomé de lleno; después me vio un entrenador y me llevó a su equipo, desde ahí no he parado”.

Cuando María Fernanda se enteró de que vestiría la camiseta de Morelia, su papá fue de los más emocionados. Ese orgullo de familia despertó en ella una motivación y al mismo tiempo una responsabilidad de hacerlo bien dentro de la cancha.

Nunca hubo regaños, pero sí muchos consejos. “Tienes que mejorar tu juego con los pies, perfilarte de una mejor manera” le solía decir a una Fernanda que, desde el ámbito profesional, trataba de aprenderle.

El 17 de octubre del 2018 se apagó esa voz. El padre de María Fernanda Ayala falleció y con ello los minutos dentro de la cancha también fueron escaseando. La guardameta no halló acomodo en el club michoacano y emigró a Lobos Buap.

“Ya me encontraba entrenando y viviendo en la casa club, pero nos llegó la noticia de que Lobos Buap se vendía a Juárez, entonces muchas jugadoras nos quedamos sin equipo y tocó salir a explorar oportunidades”.

Su última carta estaba puesta en Veracruz. Ya no era época de visorías y las oportunidades de encontrar un espacio en el plantel eran mínimas, pero Fernanda decidió jugársela. Subió al auto y con sus pocas maletas tomó rumbo por la carretera.

“Cuando llegué el entrenador me habló con la verdad, que estaba muy complicado porque ya tenía a sus tres porteras, pero me quedé a intentarlo. Fueron dobles sesiones de entrenamiento y de mucha incertidumbre, pues pasaban las semanas y no daban la lista final”.

La michoacana siguió y siguió. Entrenaba, atendía las indicaciones del cuerpo técnico y finalmente apareció en la lista. La sensación fue de plena satisfacción, de saber que se había hecho de un lugar sin ayudas ni “palancas” como se acostumbra en el mundo del fútbol.

Con la inyección anímica, la portera se fue haciendo de la titularidad de a poco, pero un nuevo problema se presentó: había dificultades para registrarla ante la Liga Mx y su participación en el torneo estaba el aire.

¿Pensaste en dejar el futbol? Se le pregunta y da un rotundo no. Aunque vivía con duelo por la muerte de su padre y las adversidades del futbol se le acumulaban, explica que en su mente siempre enfocó el objetivo de volver a pisar la cancha del estadio Morelos, aunque fuera con otra camiseta.

“Todo esto fue un proceso de crecimiento, en Veracruz aprendí muchas cosas, en Morelia me había quedado con inseguridades y la autoestima baja por los pocos minutos que había tenido; allá me dieron confianza, me enseñaron a ser más valiente”.

Sumado a esto, la jugadora tuvo que tener un acelerado crecimiento como persona. Vivir sola, preparar sus alimentos diarios, estudiar en línea la licenciatura y sobre todo, aprender a valorar a la familia que tenía lejos en ese momento.

¿Se sufre mucho siendo futbolista femenil?

Yo lo veo como un resultado de algo que tú sacrificas, es verdad que no te pagan lo mismo que a los hombres, pero al momento de estar en un estadio, en la concentración con buenos hoteles y comida, vale la pena porque al final es un sueño”.

Ante la desafiliación del club Veracruz, a María Fernanda se le presentó la oportunidad de regresar a Monarcas. Es sincera y admite que lo llegó a dudar, pues aunque era el equipo de sus amores, por unos instantes volvieron las inseguridades y el viejo temor de los pocos minutos que había tenido.

A final de cuentas, optó por el retorno, decisión de la que no se arrepiente. Dice que no hay nada como jugar para el equipo del cual eres aficionada desde niña. “Ir al estadio y ver que tu equipo anota gol se te eriza la piel, pero vivirlo desde la cancha es una emoción que no soy capaz de describir”.

María Fernanda Ayala González tiene 22 años de edad, maneja una motoneta por la ciudad y es portera de Monarcas Morelia. Usa la playera del equipo como la portaría su padre: con orgullo. Por ahora no es titular en el cuadro de Filadelfo Rangel, pero sin importar éstas y otras circunstancias, sabe que hay una promesa que no puede romper ante su viejo: “Yo no me puedo rendir nunca”.


Le pedía a mi papá que me lanzara tiros y en vez de devolverlo con los pies, buscaba atajar la pelota con las manos o rodar con ella en el pasto”

María Fernanda Ayala González

Guardameta de Monarcas Femenil

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Hablar de futbol con María Fernanda Ayala González, implica citar una y otra vez a su padre. Todo se vincula a él y por él. Se trata del hombre que soñó con ser futbolista profesional vistiendo la camiseta del Morelia. No lo logró, pero cuando vio a su hija debutar con el equipo femenil no pudo esconder las lágrimas.

Cuenta la portera de las Canarias que aquel 27 de julio del 2017 su padre vivió el partido como uno propio. Eran dos sueños cumplidos al mismo tiempo, pues Fernanda asegura que no había otro aficionado al equipo como él. “Era una enciclopedia del futbol”, presume.

Si se le pregunta cuál es el primer recuerdo que tiene del futbol, no duda en mencionar los domingos junto a su padre en las canchas de la Unidad Deportiva Cuauhtémoc. Con apenas cinco años de edad, lo miraba desenvolverse en la delantera, aunque a ella desde entonces ya le llamaba la portería.

Siempre me llevaba un balón para jugar en el medio tiempo en una cancha más pequeña, le pedía a mi papá que me lanzara tiros y en vez de devolverlo con los pies, buscaba atajar la pelota con las manos o rodar con ella en el pasto”.

Por aquellos años el futbol femenil seguía siendo una utopía, por lo que Fernanda se vio casi obligada a elegir otra disciplina deportiva. Jugó por varios años baloncesto y compitió en Olimpiadas Nacionales. Pero más temprano que tarde, se volvió a encontrar con el fútbol y la portería.


“En el último año de secundaria di con una amiga que era portera, ella me enseñó lo básico, me metió a un torneo y fue cuando lo retomé de lleno; después me vio un entrenador y me llevó a su equipo, desde ahí no he parado”.

Cuando María Fernanda se enteró de que vestiría la camiseta de Morelia, su papá fue de los más emocionados. Ese orgullo de familia despertó en ella una motivación y al mismo tiempo una responsabilidad de hacerlo bien dentro de la cancha.

Nunca hubo regaños, pero sí muchos consejos. “Tienes que mejorar tu juego con los pies, perfilarte de una mejor manera” le solía decir a una Fernanda que, desde el ámbito profesional, trataba de aprenderle.

El 17 de octubre del 2018 se apagó esa voz. El padre de María Fernanda Ayala falleció y con ello los minutos dentro de la cancha también fueron escaseando. La guardameta no halló acomodo en el club michoacano y emigró a Lobos Buap.

“Ya me encontraba entrenando y viviendo en la casa club, pero nos llegó la noticia de que Lobos Buap se vendía a Juárez, entonces muchas jugadoras nos quedamos sin equipo y tocó salir a explorar oportunidades”.

Su última carta estaba puesta en Veracruz. Ya no era época de visorías y las oportunidades de encontrar un espacio en el plantel eran mínimas, pero Fernanda decidió jugársela. Subió al auto y con sus pocas maletas tomó rumbo por la carretera.

“Cuando llegué el entrenador me habló con la verdad, que estaba muy complicado porque ya tenía a sus tres porteras, pero me quedé a intentarlo. Fueron dobles sesiones de entrenamiento y de mucha incertidumbre, pues pasaban las semanas y no daban la lista final”.

La michoacana siguió y siguió. Entrenaba, atendía las indicaciones del cuerpo técnico y finalmente apareció en la lista. La sensación fue de plena satisfacción, de saber que se había hecho de un lugar sin ayudas ni “palancas” como se acostumbra en el mundo del fútbol.

Con la inyección anímica, la portera se fue haciendo de la titularidad de a poco, pero un nuevo problema se presentó: había dificultades para registrarla ante la Liga Mx y su participación en el torneo estaba el aire.

¿Pensaste en dejar el futbol? Se le pregunta y da un rotundo no. Aunque vivía con duelo por la muerte de su padre y las adversidades del futbol se le acumulaban, explica que en su mente siempre enfocó el objetivo de volver a pisar la cancha del estadio Morelos, aunque fuera con otra camiseta.

“Todo esto fue un proceso de crecimiento, en Veracruz aprendí muchas cosas, en Morelia me había quedado con inseguridades y la autoestima baja por los pocos minutos que había tenido; allá me dieron confianza, me enseñaron a ser más valiente”.

Sumado a esto, la jugadora tuvo que tener un acelerado crecimiento como persona. Vivir sola, preparar sus alimentos diarios, estudiar en línea la licenciatura y sobre todo, aprender a valorar a la familia que tenía lejos en ese momento.

¿Se sufre mucho siendo futbolista femenil?

Yo lo veo como un resultado de algo que tú sacrificas, es verdad que no te pagan lo mismo que a los hombres, pero al momento de estar en un estadio, en la concentración con buenos hoteles y comida, vale la pena porque al final es un sueño”.

Ante la desafiliación del club Veracruz, a María Fernanda se le presentó la oportunidad de regresar a Monarcas. Es sincera y admite que lo llegó a dudar, pues aunque era el equipo de sus amores, por unos instantes volvieron las inseguridades y el viejo temor de los pocos minutos que había tenido.

A final de cuentas, optó por el retorno, decisión de la que no se arrepiente. Dice que no hay nada como jugar para el equipo del cual eres aficionada desde niña. “Ir al estadio y ver que tu equipo anota gol se te eriza la piel, pero vivirlo desde la cancha es una emoción que no soy capaz de describir”.

María Fernanda Ayala González tiene 22 años de edad, maneja una motoneta por la ciudad y es portera de Monarcas Morelia. Usa la playera del equipo como la portaría su padre: con orgullo. Por ahora no es titular en el cuadro de Filadelfo Rangel, pero sin importar éstas y otras circunstancias, sabe que hay una promesa que no puede romper ante su viejo: “Yo no me puedo rendir nunca”.


Le pedía a mi papá que me lanzara tiros y en vez de devolverlo con los pies, buscaba atajar la pelota con las manos o rodar con ella en el pasto”

María Fernanda Ayala González

Guardameta de Monarcas Femenil

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