De dos a tres caídas: la lucha contra la vida

Cruz del Silencio y René Rocks relatan su pasión por la lucha libre y cómo ésta los ha llevado a ser mejores seres humanos

Víctor Ruiz | El Sol de Morelia

  · sábado 7 de diciembre de 2019

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Desde la primera vez que se subió al ring hubo ruido. Cruz del Silencio debutó en la lucha libre en enero de 2008. Hasta antes de ese día, sólo percibía silencio y más silencio debido a que es sordomudo, pero cuenta a El Sol de Morelia que a partir de ese día logró sentir las vibraciones del público y descifrar los rostros que tenía enfrente.

Su gusto por este deporte nació cuando de niño miraba las películas del Santo, “yo quedé motivado desde que lo veía en la tele, luego aparecieron empresas como la Triple AAA y el Consejo Mundial de Boxeo y me llamó más la atención”.

Aunque jugaba con sus hermanos a la lucha libre, relata que no le era suficiente, pues siempre se imaginó arriba del ring luchando para la gente. En un inicio, comparte que su familia se negaba a que practicara la disciplina, pero agradece que con el tiempo lograran comprender su pasión.

Al cuestionarle el significado de su nombre, expone que Cruz del Silencio es porque es sordo y también porque está del lado de los técnicos. Pero más allá de eso, lo que ha tomado fama es la señal que hace con sus manos en cada función y que se replica en las gradas.

“Me gusta volar arriba del ring, el llaveo es más complicado porque requiere de mucha comunicación, por eso mejor opto por las tijeras y las acrobacias, además de intentar hacer lucha extrema”.


Ahora, con 37 años de edad, expone que ha intentado motivar a más jóvenes sordomudos para que se animen a practicar la disciplina; sin embargo, lamenta que se ha encontrado con obstáculos, pues detalla que la mayoría de los padres de familia se niegan a que sus hijos se suban a la arena.

Aunque se ha dedicado a diferentes oficios, Cruz del Silencio se enorgullece de no poder ni querer abandonar el sueño de pelear junto a los grandes, de presentarse en una función de la Triple AAA y que la afición lo reconozca por su esfuerzo.

Cruz del Silencio ve en la lucha libre un modo de desahogo para todos sus problemas y que cuando está arriba del ring, no puede evitar disfrutar al máximo el momento en que todos los asistentes se paran de sus asientos para realizar la señal que lo distingue.

ROCK AND ROLL Y ARENA

A los 4 años de edad, René Ochoa Magallón asistió junto a sus padres a su primera función de lucha libre en el Palacio del Arte. Las luces, la música, la euforia, la emoción y todo el espectáculo lo enganchó. “Yo quería que la gente me aplaudiera” dice de inmediato cuando se le pregunta el motivo que lo llevó a ser luchador.

Y aunque lo soñó durante su infancia, fue hasta en 2007, a los 17 años de edad, cuando pudo materializar esa idea. Por accidente, fue a dar a un gimnasio donde también se enseñaba la lucha libre. A 11 años de distancia, considera que fue una cosa que el destino le puso enfrente para escapar del mal momento que pasaba.

La lucha libre literalmente es mi vida. Fuera del ring soy un luchador que le gusta la libertad, a mí este deporte me salvó, cuando yo tenía 17 años mis padres se estaban divorciando y estuve a punto de caer en las drogas y en los vicios, esto fue lo que me rescató

Se reconoce admirador de luchadores como el Perro Aguayo, el Vampiro Canadiense, Octagón, Atlantis; pero sobre todo del estadounidense Shawn Michaels, quien lo califica como pieza fundamental para convencerse a sí mismo de subirse a un ring.

“Shawn Michaels tenía un perfecto manejo de la técnica de lucha, pero al mismo tiempo sabía dominar al público y dar espectáculo, yo veía por la tele cómo la gente lo adoraba y eso me llamó para animarme”.

Fue en una colonia ubicada a las afueras de Morelia cuando se dio el ansiado debut. Bajo el nombre de Poison, en honor a la banda de glam rock de los 80´s, René Ochoa se presentó por primera vez como luchador.

Relata los nervios que lo carcomían en ese momento, la máscara que le generaba incomodidad y las fragilidades técnicas que proyectaban su poca experiencia. Pero también se dijo feliz por haber hecho sus primeras llaves y maniobras en una función totalmente callejera.

Poison recorrió las arenas por siete años, hasta que decidió dejar la máscara de lado y vivir una metamorfosis que derivó en la creación de René Rocks, luchador que se distingue por su aspecto y actitud rockera, tanto arriba como fuera del ring.

“Mi estilo es distinto a la lucha tradicional mexicana, trato de tener algo más propio, donde prevalecen los golpes duros y efectivos, castigos de alto poder, patadas, codazos y llaves de artes marciales mixtas”.

Con una chamarra de cuero, mallas negras, actitud y con la presentación estelar de su llave favorita llamada “Rock Show Driver”, René Rocks ha logrado mostrarse en varias arenas del país e inclusive en el extranjero.

Cuenta que un japonés los buscó para que ofrecieran una función en el país asiático y aunque en un inicio pensaron que se trataba de una mala broma, meses después llegó la invitación formal. De esta manera, René Rocks junto a dos colegas pudieron representar a la lucha libre mexicana ante un público distinto.

“Acá en México la gente que va a una función de lucha libre está eufórica, gritan y se la pasan dando mentadas de madre; en Japón nos encontramos con un público muy respetuoso que casi no interactúa con el luchador, que aplaude y a lo mucho dan una ligera expresión cuando observan alguna acrobacia que les gusta”.

René Rocks opina que en Morelia nunca se ha dejado de tener interés por la lucha libre, aunque considera que durante un tiempo sí se llegaron a perder los canales de difusión. Tras lo que llama la “época de oro” en la Arena Morelos, refiere que pasaron muchos años en los que pocos se enteraban de las funciones que se ofrecían al público.

Con dos promotoras que existen actualmente, Lucha Poder Independiente y Strong Classic Wrestling, aplaude que se ha retomado la colaboración entre luchadores y la comunicación, al grado de que la gente empieza a identificar no solo a René Rocks, sino a luchadores como Hades, Toro Machín, Chica Yeye, Obituary y entre otros.

Uno de los momentos favoritos de René Rocks es cuando su hija de 4 años de edad lo acompaña a subir al ring. Dice que la niña se emociona y le gusta verlo luchar, echar porras. “René Rocks tiene futuro, lo quiero llevar a otro nivel en el área independiente de la lucha libre mexicana y regresar a Japón”.

Aunque de manera formal René Rocks se dedica a los negocios en su vida diaria, confiesa que le resulta imposible no pensar en la lucha libre en algún momento del día. Y es que dice que estar arriba del ring lo hace vincularse a la música, a Poison y a los discos. “Luchar es como dar un gran concierto de rock”.