/ domingo 19 de julio de 2020

Vivir del street art: los pasos de Spaik

De tener un itinerario de viaje programado y proyectos en agenda, a Israel Guerra Romero, la pandemia le arruinó sus planes.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Ante los aplazamientos, cancelaciones y demás efectos de la pandemia causada por el Covid-19, el muralista Spaik Spike se vio obligado a parar la línea de producción y replantear la continuidad de sus proyectos.

“No sabía qué iba a pasar, pero afortunadamente por necesidad empezamos a conectar con amigos para hacer cosas más en plan print, como bolsas, playeras y demás chacharillas con mis diseños… dije va, hagámoslo a ver qué pasa”, refiere en entrevista para El Sol de Morelia.

El artista de 33 años también ha comenzado a probar suerte haciendo cuadros –fine art, dice él–, los cuales han tenido buena acogida entre sus seguidores por redes sociales.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

De repente publiqué uno y mucha gente me contactó para hacer más cuadros. He estado trabajando en eso los últimos meses, expresa con satisfacción al considerarse afortunado, porque “no la ha sufrido tanto”.

Y es que de tener programado su itinerario de viaje y en agenda varios proyectos para trabajar con marcas de cerveza y aerolíneas internacionales, a Israel Guerra Romero, alias "Spaik Spike”, la pandemia le arruinó sus planes.

La epidemia que se hizo viral primero a teledistancia, expandiendo el discurso del miedo y reviviendo las profecías medievales sobre el fin del mundo, se dispersó a la velocidad impuesta por el nomadismo contemporáneo y aquello que confiamos sólo estaría en el dominio de la ciencia ficción, se convirtió en realidad.

Si vivir del arte supone una serie de vejaciones que sólo pocos están dispuestos a soportar, vivir del grafitti –una expresión que sigue siendo vista de reojo por la crítica y el mundo del arte– es casi un salto al vacío. Pasar de la clandestinidad al trabajo remunerado, además de talento, requiere de “saber vender el trabajo propio... de capitalizarse, como si uno fuera una empresa y vendiera su mano de obra”.

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Foto: Cortesía Spaik

Y a esa dinámica impuesta desde que a alguien se le ocurriera tasar el tiempo de trabajo en monedas, Spaik no le rehúye. Supo de la explotación en los calls centers, las malas caras y poquitera morralla al servir de mesero y conoció las punzantes limitaciones de andar al día.

Llegué a Morelia a estudiar cine en el IMICH y a trabajar en varios giros, pero hubo un momento en el que me tuve que definir y apostarle a esto. Estaban chidos los aplausos y que mi trabajo le gustara a la gente, pero también tenía sacar para mis gastos

Afincado en la capital michoacana hace poco más de diez años, Spaik salió de Tlaxcala a finales de 1999 y vivió en Cancún, Monterrey, Oaxaca y Ciudad de México, hasta recalar en la ciudad que ha adoptado como base de operación, cuando no anda a salto de mata en los países donde ha dejado su impronta, a saber: Francia, Bélgica, Inglaterra, Noruega, España, Portugal, Italia, Marruecos, Egipto, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Estados Unidos y República Checa.

¿Neomuralismo?

Con la llegada de internet y la circulación instantánea de contenidos en redes sociales, lo que antes fuera expresión marginal y contestataria, se tornó en un movimiento internacional afianzado cada vez más, gracias a las comunidades de artistas formadas en diversas ciudades del mundo.

La proliferación del street art corre paralela a sus nuevos canales de difusión en la red. Y aunque las definiciones y etiquetas han cambiado, para Spaik pintar un mural de 20 pisos de alto parte –en esencia– de la misma motivación que el grafitti.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

“Casi toda la banda que ahora nos catalogan como ‘neomuralistas’, éramos pinches grafiteros, sólo que ahora en lugar de hacer tags o bombas, pintamos edificios”, comenta descreído sobre el término “neomuralismo” y hace mofa de cómo los hippster acuñaron esa etiqueta para darle plus-valor a algo que se ha hecho desde hace al menos 50 años.

“Fue como cambiarle ese lado mal visto, a partir de una nueva etiqueta”, advierte. Sin embargo, ese boom que ha experimentado el street art desde entonces –y en particular el neomuralismo, como lo llaman algunos–, hizo posible que las obras de Spike se conocieran en otras latitudes y surgiera de ahí una serie de invitaciones para pintar en otros países.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia


“Fue bien cabrón porque, gracias a internet, entre todos nos comenzamos a conectar en diferentes países y nuestro trabajo se difundió de maneras impensables”, refiere al señalar que “el 90 por ciento de sus viajes y trabajos han sido gracias a las redes”.

Buscar la papa

Haberse iniciado en el grafitti a los 15 años, le dio un perspectiva distinta y autodidacta del quehacer artístico. Un pasatiempo juvenil puede convertirse en vocación, siempre y cuando uno logre imponer su propia suerte.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Eso que no te enseñan en las escuelas”, dice Spaik, “es aprender a cobrar por tu trabajo, pues si lo ves así uno es un comerciante que abre un nuevo changarro, se está echando un volado y no tiene nada seguro. Sólo que tal vez cueste más vender arte que vender tacos”, bromea.

Inspiración

Los murales de Spaik remiten a escenas y personajes de los pueblos indígenas de México, al simbolismo que tienen los animales en las cosmovisiones de las culturas prehispánicas y a las raíces de las tradiciones autóctonas que perviven.

Hubo un momento en que “cambió el chip del street art” –orientado a repetir fórmulas gráficas provenientes de los estilos impuestos por los Estados Unidos, de forma global– y buscó no meramente la reivindicación política de los cánones artísticos latinoamericanos, sino un reconocimiento de nuestras raíces históricas y culturales.

“Nosotros tenemos mucho más cultura que los gabachos. Cuando me di cuenta de cómo ese país busca imponer sus modelos estéticos a todo el mundo, yo cambié mi gráfica y retomé los colores, los patrones y las artesanías. Le agradó tanto a un chingo de gente ver un viejito corriendo en una pared de París, que se sintieron identificados”, dice al explicar que haber estudiado la influencia ideológica que el cine norteamericano ejerció en América Latina, le abrió los ojos.

Te recomendamos: Circuito de cultura nacional abordará el arte migratorio

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Entre los “muchos nombres” que considera autoridades en su ámbito, destacan David Alfaro Siqueiros, Jorge González Camarena y los muralistas brasileños Os Gemeos. En los días que corren, Spaik se encuentra en Tulúm laborando en proyectos de una galería y un estudio de tatuajes. Con varios amigos fundó una casa productora llamada "Homebox” y está asociado al estudio de tatuajes “Store Morelia”.

Reconoce que “ha sido difícil trabajar” en esta ciudad, sobretodo emprender proyectos murales ante la “falta de visión” de políticos y gente vinculada con la promoción del street art.

Sin embargo, tiene la intención de volver a realizar un festival de street art, que tuvo su primera edición el año pasado en la cerrada de San Agustín.

Estamos viendo que como están las cosas, no es tan probable llevarlo a cabo este año. Pero para el 2021, podría ser.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Ante los aplazamientos, cancelaciones y demás efectos de la pandemia causada por el Covid-19, el muralista Spaik Spike se vio obligado a parar la línea de producción y replantear la continuidad de sus proyectos.

“No sabía qué iba a pasar, pero afortunadamente por necesidad empezamos a conectar con amigos para hacer cosas más en plan print, como bolsas, playeras y demás chacharillas con mis diseños… dije va, hagámoslo a ver qué pasa”, refiere en entrevista para El Sol de Morelia.

El artista de 33 años también ha comenzado a probar suerte haciendo cuadros –fine art, dice él–, los cuales han tenido buena acogida entre sus seguidores por redes sociales.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

De repente publiqué uno y mucha gente me contactó para hacer más cuadros. He estado trabajando en eso los últimos meses, expresa con satisfacción al considerarse afortunado, porque “no la ha sufrido tanto”.

Y es que de tener programado su itinerario de viaje y en agenda varios proyectos para trabajar con marcas de cerveza y aerolíneas internacionales, a Israel Guerra Romero, alias "Spaik Spike”, la pandemia le arruinó sus planes.

La epidemia que se hizo viral primero a teledistancia, expandiendo el discurso del miedo y reviviendo las profecías medievales sobre el fin del mundo, se dispersó a la velocidad impuesta por el nomadismo contemporáneo y aquello que confiamos sólo estaría en el dominio de la ciencia ficción, se convirtió en realidad.

Si vivir del arte supone una serie de vejaciones que sólo pocos están dispuestos a soportar, vivir del grafitti –una expresión que sigue siendo vista de reojo por la crítica y el mundo del arte– es casi un salto al vacío. Pasar de la clandestinidad al trabajo remunerado, además de talento, requiere de “saber vender el trabajo propio... de capitalizarse, como si uno fuera una empresa y vendiera su mano de obra”.

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Foto: Cortesía Spaik

Y a esa dinámica impuesta desde que a alguien se le ocurriera tasar el tiempo de trabajo en monedas, Spaik no le rehúye. Supo de la explotación en los calls centers, las malas caras y poquitera morralla al servir de mesero y conoció las punzantes limitaciones de andar al día.

Llegué a Morelia a estudiar cine en el IMICH y a trabajar en varios giros, pero hubo un momento en el que me tuve que definir y apostarle a esto. Estaban chidos los aplausos y que mi trabajo le gustara a la gente, pero también tenía sacar para mis gastos

Afincado en la capital michoacana hace poco más de diez años, Spaik salió de Tlaxcala a finales de 1999 y vivió en Cancún, Monterrey, Oaxaca y Ciudad de México, hasta recalar en la ciudad que ha adoptado como base de operación, cuando no anda a salto de mata en los países donde ha dejado su impronta, a saber: Francia, Bélgica, Inglaterra, Noruega, España, Portugal, Italia, Marruecos, Egipto, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Estados Unidos y República Checa.

¿Neomuralismo?

Con la llegada de internet y la circulación instantánea de contenidos en redes sociales, lo que antes fuera expresión marginal y contestataria, se tornó en un movimiento internacional afianzado cada vez más, gracias a las comunidades de artistas formadas en diversas ciudades del mundo.

La proliferación del street art corre paralela a sus nuevos canales de difusión en la red. Y aunque las definiciones y etiquetas han cambiado, para Spaik pintar un mural de 20 pisos de alto parte –en esencia– de la misma motivación que el grafitti.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

“Casi toda la banda que ahora nos catalogan como ‘neomuralistas’, éramos pinches grafiteros, sólo que ahora en lugar de hacer tags o bombas, pintamos edificios”, comenta descreído sobre el término “neomuralismo” y hace mofa de cómo los hippster acuñaron esa etiqueta para darle plus-valor a algo que se ha hecho desde hace al menos 50 años.

“Fue como cambiarle ese lado mal visto, a partir de una nueva etiqueta”, advierte. Sin embargo, ese boom que ha experimentado el street art desde entonces –y en particular el neomuralismo, como lo llaman algunos–, hizo posible que las obras de Spike se conocieran en otras latitudes y surgiera de ahí una serie de invitaciones para pintar en otros países.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia


“Fue bien cabrón porque, gracias a internet, entre todos nos comenzamos a conectar en diferentes países y nuestro trabajo se difundió de maneras impensables”, refiere al señalar que “el 90 por ciento de sus viajes y trabajos han sido gracias a las redes”.

Buscar la papa

Haberse iniciado en el grafitti a los 15 años, le dio un perspectiva distinta y autodidacta del quehacer artístico. Un pasatiempo juvenil puede convertirse en vocación, siempre y cuando uno logre imponer su propia suerte.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Eso que no te enseñan en las escuelas”, dice Spaik, “es aprender a cobrar por tu trabajo, pues si lo ves así uno es un comerciante que abre un nuevo changarro, se está echando un volado y no tiene nada seguro. Sólo que tal vez cueste más vender arte que vender tacos”, bromea.

Inspiración

Los murales de Spaik remiten a escenas y personajes de los pueblos indígenas de México, al simbolismo que tienen los animales en las cosmovisiones de las culturas prehispánicas y a las raíces de las tradiciones autóctonas que perviven.

Hubo un momento en que “cambió el chip del street art” –orientado a repetir fórmulas gráficas provenientes de los estilos impuestos por los Estados Unidos, de forma global– y buscó no meramente la reivindicación política de los cánones artísticos latinoamericanos, sino un reconocimiento de nuestras raíces históricas y culturales.

“Nosotros tenemos mucho más cultura que los gabachos. Cuando me di cuenta de cómo ese país busca imponer sus modelos estéticos a todo el mundo, yo cambié mi gráfica y retomé los colores, los patrones y las artesanías. Le agradó tanto a un chingo de gente ver un viejito corriendo en una pared de París, que se sintieron identificados”, dice al explicar que haber estudiado la influencia ideológica que el cine norteamericano ejerció en América Latina, le abrió los ojos.

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Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Entre los “muchos nombres” que considera autoridades en su ámbito, destacan David Alfaro Siqueiros, Jorge González Camarena y los muralistas brasileños Os Gemeos. En los días que corren, Spaik se encuentra en Tulúm laborando en proyectos de una galería y un estudio de tatuajes. Con varios amigos fundó una casa productora llamada "Homebox” y está asociado al estudio de tatuajes “Store Morelia”.

Reconoce que “ha sido difícil trabajar” en esta ciudad, sobretodo emprender proyectos murales ante la “falta de visión” de políticos y gente vinculada con la promoción del street art.

Sin embargo, tiene la intención de volver a realizar un festival de street art, que tuvo su primera edición el año pasado en la cerrada de San Agustín.

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