Archivo de la Memoria Trans: una historia contada por ellas mismas

Un proyecto de archivo web busca recuperar lo que el tiempo, el Estado y la sociedad le quitaron a las mujeres trans del México de los años setentas y ochentas: una historia digna

Erick Ramírez | El Sol de México

  · jueves 21 de julio de 2022

En una foto está Emma Yesica Duvali sobre una cama. Mira a la cámara, joven, desnuda y en pose sugerente. Está en blanco y negro, es un hotel de la colonia Tabacalera, son los años ochenta.

También en una está Brandy Basurto antes de ser Brandy. Cabello corto, guapo, chamarra de cuero y mirando de medio perfil. Se la tomó el gran fotógrafo español Tony Brehton.

En otra sale Terry Holiday cantando "Ven a mi fiesta" de Daniela Romo junto a sus bailarines Braulio y Amador Rosas en el salón "La Maraka" de la Narvarte. Trae puesto un leotardo verde lima con tacones a juego.

Son recuerdos congelados, fotos caseras, álbumes personales. Son apenas una pequeña parte del Archivo de la Memoria Trans de México.

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El Archivo, organizado por el curador César González-Aguirre, que fue presentado en el Museo Universitario del Chopo, es un intento de recuperar lo que tiempo, Estado y sociedad le quitaron a las mujeres trans del México de los 70 y 80: Una historia digna, contada por ellas mismas.

El material inicial ha sido otorgado por Terry Holiday, Emma Yesica Duvali, Brandy Basurto y Coral Bonelli, actrices, artistas y cantantes, quienes cedieron las fotografías que les quedan luego de décadas de actividad.

No podría haber sido de otra manera. No hay un registro sobre la vida de las mujeres trans de México. Ni productores de espectáculos, centros nocturnos o fotógrafos de aquella época se habían tomado el tiempo de construirlo.

La mayoría de registros son fotografías amateur de sus shows, posando con amigos y personalidades en fiestas tras bambalinas y algunos panfletos. Algo así como un costumbrismo setentero y ochentero de la escena trans de la Ciudad de México.

"En mi caso las fotos que tengo son un golpe de suerte. Llegaban fotógrafos al teatro o al cabaret y me las vendían o me las regalaban, no eran fotografías de personas que estuvieran metidas en el medio, eran de gente improvisada y las fui coleccionando pero sin pensar a futuro", dice Emma.

"Tener esas fotografías es un triunfo. Las fotos de mujeres trans de aquella época las familias las quemaban, las perdían o las dejaban en cajitas. Era muy difícil conservar esos testimonios", dice por su parte Terry, quien incluso llegó a participar en programas de Ricardo Rocha, Verónica Castro y el Show de Francis.

Si existe algún archivo sobre las mujeres trans en México producto de una cobertura mediática sería la que en su momento daban las publicaciones de nota roja, las cuales sólo hablaban de ellas para dar cuenta de las redadas y cateos en antros y cabarets.

"No vas a encontrar historiales de mujeres trans más que en El Alarma y El Alerta, en esas revistas donde nos exhibían como mujercitas, rateros, callejeras vestidas de mujer para engañar a los clientes. Esas eran las historias que ellos redactaban", reclama Emma.

El Archivo de la Memoria Trans de México está inspirado directamente por el caso argentino organizado por las activistas María Belén Correa y Claudia Pía Baudracco, quienes desde 2012 se dedicaron a rescatar el material foto y videográfico de la escena trans ante el exilio forzado por los regímenes militares y conservadores de la Argentina.

En el caso mexicano, el Archivo comenzó cuando murió la actriz Coral Bonelli. Nacida como Fernando García Ortega, hijo de la también actriz Lilia Ortega, creció como "Pinolito" e imitaba a Rafael. A sus 32 años decidió convertirse en mujer.

La familia que le quedaba viva cedió sus álbumes fotográficos, que eran muchos y contaban parte de la historia de la farándula mexicana, a César González-Aguirre.

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Al mismo tiempo, González-Aguirre había curado la exposición "Piratas en el boulevard. Irrupciones públicas", del artista Agustín Martínez Castro, involucrado con el inicio del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR).

La experiencia profesional de González-Aguirre rápidamente se encontró con el deseo de Terry, Emma y Brandy de contar sus historias.

"Empecé a darme cuenta de que conocía a muchas de las personas que salían en las fotografías (de Martínez Castro). Ya tenía la cosquillita de recoger algunos testimonios y más fotografías. Y como somos resilientes, estamos vivas y vigentes, pues qué mejor que aprovechar esas circunstancias para hacer la creación del Archivo", recuerda Terry.

Emma, Terry y Brandy representan algo extraordinario dentro de la comunidad trans de México. Tienen más de 50 años cuando la esperanza de vida de este sector es de apenas 35.

Muchas como ellas se fueron quedando en el camino víctimas del SIDA, de asesinatos, desaparecieron o murieron temprano por una vida dura. Por eso los rastros de la memoria trans mexicana es corta y centrada en el espectáculo de la Ciudad de México.

Un sentimiento reiterado por sus protagonistas es que el Archivo es un reclamo contra aquel México que les segregó y persiguió, aunque todas las fotos sean momentos de felicidad y plenitud decoradas por el oropel del espectáculo de aquellos años.

Se les hace notar este contraste entre el fondo y la forma.

"Eran momentos de fiesta cuando se tomaban las fotos, porque no es como ahora que siempre hay teléfonos celulares, no se retrataba cuando nos madrearon y nos llevó la policía", dice Terry.

Y se entiende, pues para las mujeres trans de esa época habían pocas opciones profesionales fuera del espectáculo, la prostitución y los horarios nocturnos ante la discriminación. Era obvio que la memoria que quedaba era su trabajo sobre y detrás del escenario, no aquella fiesta en la que violaron a Emma.

Según ella, la mujer trans se convierte en luchadora social desde el momento en que se viste como quiere porque transgrede la heteronorma, transgrede patriarcado, el machismo y las normas establecidas por la religión.

Es por ello que cada fotografía lleva una descripción en primera persona de Emma, Terry y Brandy sobre el contexto y quienes están retratadas.

En una de ellas aparece Terry con un overol grande y un suéter negro, posando frente al Palacio Postal en 1987. La ficha técnica de la foto dice: Mamá de Terry. Su título es: “Yo con el pelo corto”. Y la acompaña la siguiente descripción:

"Aquí tengo el pelo corto, como consecuencia de la emboscada de unas envidiosas que me hostigaron y me cortaron el cabello a la fuerza. Freddy Bermejo, una jota, fue la causante del gran atentado: un acto de transodio".

"Esas historias la gente las desconoce. Piensan que todas éramos borrachas, putas y drogadictas, que sí las hay, como en todos lados, pero también hubieron mujeres trans que ejerciendo trabajo sexual, con todos los peligros que conlleva, sacaron adelante a gente productiva (sobrinos e hijos) para este país.

"Cada foto tiene una historia detrás. Siempre he dicho que fuimos diferentes actores en diferentes escenarios con un mismo fin: la visibilidad. Ahora le damos justo valor a la historia", dice Emma.


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Para Emma y Terry resulta vital que el Archivo "hable" por todas aquellas mujeres trans que han muerto, que no se dedicaron al espectáculo o que nunca tocaron el suelo de la Ciudad de México.

"Si nosotras nos estructuramos dentro de la posibilidad del arte, del cabaret, del teatro, yo creo que éramos 500 de 5 mil. Las demás estaban en la calle teniendo sus propias batallas.

"Creemos que nosotras aquí en la Ciudad de México nos la pasamos mal, pero en provincia se la pasaron tres veces más mal. Esto se tiene que saber y no hay de otra manera más que el Archivo trans", dice Emma.

Así, aunque la idea parte de un archivo personal de estas mujeres trans, el proyecto pretende visibilizar desde la singularidad a una colectividad.

“Por eso se está preparando para el Archivo la inclusión de otras mujeres trans. La tarea es grande pero hay una deuda para recordar a miles de ellas”.

Sus fundadoras esperan que con el tiempo se incluyan los testimonios de muchas más, pues –comentan– sólo así se puede dar voz a una comunidad que por mucho tiempo no la tuvo.

"El archivo tiene que ser una inspiración no nada más para las mujeres trans sino para mucha gente. Para aprender, para darse cuenta de que la empatía tiene que ser generalizada.

"Por eso tiene que crecer, porque hay muchas que ya no están y aquellas que seguimos vivas, tenemos que dejar ese testimonio", finaliza Terry.

Como Emma dijo cuando se presentó el Archivo al público: "Estamos vivas las ruquitas (...) ¡Aquí estamos, cabrones!"

Más sobre esta muestra en el sitio: www.memoriatrans.mx



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