/ lunes 10 de diciembre de 2018

Petróleo y educación

Aquí, todavía, las muchas ganancias petroleras se dilapidan en el gasto corriente gubernamental, en el reparto a los gobiernos estatales, en corrupción. Mucha corrupción

(Francisco Rodríguez, periódico Vanguardia de Coahuila).

Con un sentido del humor sarcástico e irreverente, un analista escribió que “los mandatarios mexicanos son instrumentos de la política norteamericana y han contribuido para socavar a la paraestatal más rentable del país: Pemex, el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, pasará a la historia por llevarse lo mejor de la Reforma Energética”.

Nunca satisfecha, la educación, entre todas las demandas sociales, ha ocupado los primeros lugares en las aspiraciones populares. ¿Se ha invertido o no la ganancia petrolera en la educación? La respuesta es obvia, pues no, puesto que el millón y más de barriles de petróleo que se exportan, ya no representan ganancia para el país, porque pertenecen a las empresas no mexicanas que los extraen del subsuelo y de las aguas poco profundas, llevándose la utilidad para engrosar su capital.

Pero el problema no radica en cuánto se gasta y si proviene de la venta del petróleo su sostenimiento, sino en la calidad de la educación, tal parece que la política educativa en la cuarta transformación prioriza la evaluación o no de los maestros, más que el mejoramiento de las condiciones de las escuelas, la terminación de la enclaustración para no hacerlas transparentes, la poca o nula rendición de cuentas en el ámbito local, pues sólo lo hacen los funcionarios como un resumen de la situación que dicen conocer.

Ahora con la cuarta transformación, en educación nos dicen que tendrán un sistema de comunicación directa con las autoridades, para denunciar cualquier irregularidad, desde venta de plazas, problemas de acoso, falta de presupuesto, pero ahora cuando se reporta la extorsión a maestros, que no se atreven a denunciarla por temer al cumplimiento de la amenaza, no conocemos la acción para ofrecer seguridad como en estos casos.

En los formatos que se recaban cada año con la identificación numeral 911.3 y 911.4, tienen un diagnóstico que para nada utilizan y sabiendo que así es, muchos directivos solamente le cambian la fecha a los reportes, siendo el mismo por muchos años.

De ellos si fueran funcionales se podrían conocer para solucionar los problemas de niños con hambre y sin escuela; trabajo infantil; obesidad y diabetes precoces por alimentación chatarra; contraste entre presupuestos para partidos políticos e infantes en pobreza; toda violencia contra menores y ceguera que impide asumir que educación y nutrición son base para la igualdad y la democracia social.

Por todo lo anterior, el derecho a la educación debe entenderse como el que tiene todo individuo de estar situado tempranamente y durante toda su formación en un ambiente escolar y cultural que lo induzcan y estimulen para desarrollar lenguaje verbal, pensamiento lógico y madurez emocional, los que han de darle la posibilidad de aprender a pensar, a hacer y sobre todo a ser.

Entre más joven más hambre y capacidad tiene de aprendizaje. Por eso los niños asimilan con gran facilidad idiomas y música. Así que respetar y cumplir el derecho a la educación implica evitar que el tiempo de infancia se desperdicie y sí, en cambio, multiplicar las oportunidades.

La confianza se gana a pulso, ha de refrendarse en forma sistemática, no ocasional, y ha de entenderse como reconocimiento al deber cumplido. La recomendación será la de dar utilidad a la información actualizada que se obtiene de los formatos 911.3 y 911.4.

Aquí, todavía, las muchas ganancias petroleras se dilapidan en el gasto corriente gubernamental, en el reparto a los gobiernos estatales, en corrupción. Mucha corrupción

(Francisco Rodríguez, periódico Vanguardia de Coahuila).

Con un sentido del humor sarcástico e irreverente, un analista escribió que “los mandatarios mexicanos son instrumentos de la política norteamericana y han contribuido para socavar a la paraestatal más rentable del país: Pemex, el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, pasará a la historia por llevarse lo mejor de la Reforma Energética”.

Nunca satisfecha, la educación, entre todas las demandas sociales, ha ocupado los primeros lugares en las aspiraciones populares. ¿Se ha invertido o no la ganancia petrolera en la educación? La respuesta es obvia, pues no, puesto que el millón y más de barriles de petróleo que se exportan, ya no representan ganancia para el país, porque pertenecen a las empresas no mexicanas que los extraen del subsuelo y de las aguas poco profundas, llevándose la utilidad para engrosar su capital.

Pero el problema no radica en cuánto se gasta y si proviene de la venta del petróleo su sostenimiento, sino en la calidad de la educación, tal parece que la política educativa en la cuarta transformación prioriza la evaluación o no de los maestros, más que el mejoramiento de las condiciones de las escuelas, la terminación de la enclaustración para no hacerlas transparentes, la poca o nula rendición de cuentas en el ámbito local, pues sólo lo hacen los funcionarios como un resumen de la situación que dicen conocer.

Ahora con la cuarta transformación, en educación nos dicen que tendrán un sistema de comunicación directa con las autoridades, para denunciar cualquier irregularidad, desde venta de plazas, problemas de acoso, falta de presupuesto, pero ahora cuando se reporta la extorsión a maestros, que no se atreven a denunciarla por temer al cumplimiento de la amenaza, no conocemos la acción para ofrecer seguridad como en estos casos.

En los formatos que se recaban cada año con la identificación numeral 911.3 y 911.4, tienen un diagnóstico que para nada utilizan y sabiendo que así es, muchos directivos solamente le cambian la fecha a los reportes, siendo el mismo por muchos años.

De ellos si fueran funcionales se podrían conocer para solucionar los problemas de niños con hambre y sin escuela; trabajo infantil; obesidad y diabetes precoces por alimentación chatarra; contraste entre presupuestos para partidos políticos e infantes en pobreza; toda violencia contra menores y ceguera que impide asumir que educación y nutrición son base para la igualdad y la democracia social.

Por todo lo anterior, el derecho a la educación debe entenderse como el que tiene todo individuo de estar situado tempranamente y durante toda su formación en un ambiente escolar y cultural que lo induzcan y estimulen para desarrollar lenguaje verbal, pensamiento lógico y madurez emocional, los que han de darle la posibilidad de aprender a pensar, a hacer y sobre todo a ser.

Entre más joven más hambre y capacidad tiene de aprendizaje. Por eso los niños asimilan con gran facilidad idiomas y música. Así que respetar y cumplir el derecho a la educación implica evitar que el tiempo de infancia se desperdicie y sí, en cambio, multiplicar las oportunidades.

La confianza se gana a pulso, ha de refrendarse en forma sistemática, no ocasional, y ha de entenderse como reconocimiento al deber cumplido. La recomendación será la de dar utilidad a la información actualizada que se obtiene de los formatos 911.3 y 911.4.