/ viernes 24 de junio de 2022

¡No al cierre de las escuelas!

El estado del sistema educativo estatal es explicable -entre otros factores- por el manejo que se ha hecho de un activo invaluable: el tiempo. Es decir, el saqueo no se limitó a los recursos financieros, materiales, infraestructura ni recursos humanos.

La existencia humana está ceñida por el tiempo. Asimismo, la educación solamente cobra sentido a lo largo del tiempo, tanto por sus efectos y consecuencias, como por el aprendizaje alcanzado. Es decir, podemos conocer, analizar, explorar, comparar y predecir sus resultados cuantitativos y cualitativos en función del tiempo transcurrido.

Empero, en la historia de la educación michoacana ha habido años enteros en los cuales pareciera que nada urge, que las auténticas emergencias no son tales, que el aprendizaje no requiere ser contrastado respecto al tiempo transcurrido, que los calendarios escolares son meramente enunciativos y no base de una programación rigurosa que habrá de cumplirse.

Tristemente, pasamos de ser uno de los primeros estados que se confinó durante la pandemia, anticipándose correctamente una semana a la instrucción presidencial de marzo de 2020 a ser uno de los estados que más retardó su regreso paulatino a las aulas, no teniendo mucho que ver el COVID-19 en ello, sino más bien el impago del gobierno de Michoacán hacia los trabajadores de la educación, lo cual generó una oleada masiva de indignación acompañada de paros de labores. Con la nueva administración estatal y un cambio de actitud hacia el magisterio, la situación se ha ido revirtiendo. Empero, persisten nubarrones sobre el aprovechamiento del tiempo en el sistema educativo estatal, fácilmente asociables con fenómenos que fueron heredados de gobiernos pasados.

Derivado de ello, hoy tenemos a dos expresiones de la CNTE en plena movilización, en búsqueda de concretar la minuta, el acuerdo o el pacto con el gobierno estatal, para obtener recursos que les otorguen ganancias a sus cúpulas y operatividad a sus obesas estructuras organizativas, conformadas por cientos de personas. El costo es altísimo: pérdida de días y horas de clases para los estudiantes michoacanos.

La presencialidad escolar es insustituible. Numerosas investigaciones en el orbe entero han demostrado la importancia del retorno a las escuelas para mejorar el aprendizaje, la situación socioemocional y recibir los beneficios de programas de apoyo socioeducativo. Los bloqueos, los cierres anticipados y la conversión de escuelas en guarderías para entretener a los estudiantes hasta la hora de salida solamente logran retraso en los aprendizajes esperados, la pérdida de la oportunidad de recuperar el tiempo perdido en el confinamiento o de explorar actividades extracurriculares.

Quienes convocan a abandonar las aulas en cualesquiera de las modalidades mencionadas sólo piensan en sus intereses, se olvidan del ejercicio pleno de los derechos de la niñez y juventud en Michoacán a estar, aprender y participar en las escuelas, así como de su bienestar presente y futuro, poniendo en entredicho la sostenibilidad social.

Cuales aves fénix de sus contradicciones, en aras de lavar su conflicto de intereses, los amanuenses de la CNTE osaron vaciar de significado la gesta pedagógica finlandesa, para cerrar las escuelas michoacanas a principio de julio, siendo que, en Michoacán, ni en los mejores planteles hubo 185 días presenciales de clases durante el actual ciclo escolar.

Esta clase de perversidades nos recuerda que, las cúpulas de la organización de las cuatro letras han contribuido inmensamente al rezago educativo en la entidad, con un daño incuantificable por el momento, toda vez que no se ha podido diagnosticar censalmente el logro en el aprendizaje de los estudiantes de educación básica, precisamente por bloqueos fabricados por los mismos personajes. Con ello, se privatizan los beneficios del cierre anticipado y la pérdida de clases, pero se socializan los costos afectando a más de un millón de estudiantes en su formación y sus trayectorias de vida.

Tenemos la oportunidad de levantar la voz y de hacer una respetuosa, pero firme demanda a la autoridad: ¡Digamos no al cierre anticipado del Ciclo Escolar 2021-2022 y a los paros de labores en las escuelas michoacanas!

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles *Doctor en Ciencias en Desarrollo Regional y Director General de Mexicanos Primero capítulo Michoacán.

El estado del sistema educativo estatal es explicable -entre otros factores- por el manejo que se ha hecho de un activo invaluable: el tiempo. Es decir, el saqueo no se limitó a los recursos financieros, materiales, infraestructura ni recursos humanos.

La existencia humana está ceñida por el tiempo. Asimismo, la educación solamente cobra sentido a lo largo del tiempo, tanto por sus efectos y consecuencias, como por el aprendizaje alcanzado. Es decir, podemos conocer, analizar, explorar, comparar y predecir sus resultados cuantitativos y cualitativos en función del tiempo transcurrido.

Empero, en la historia de la educación michoacana ha habido años enteros en los cuales pareciera que nada urge, que las auténticas emergencias no son tales, que el aprendizaje no requiere ser contrastado respecto al tiempo transcurrido, que los calendarios escolares son meramente enunciativos y no base de una programación rigurosa que habrá de cumplirse.

Tristemente, pasamos de ser uno de los primeros estados que se confinó durante la pandemia, anticipándose correctamente una semana a la instrucción presidencial de marzo de 2020 a ser uno de los estados que más retardó su regreso paulatino a las aulas, no teniendo mucho que ver el COVID-19 en ello, sino más bien el impago del gobierno de Michoacán hacia los trabajadores de la educación, lo cual generó una oleada masiva de indignación acompañada de paros de labores. Con la nueva administración estatal y un cambio de actitud hacia el magisterio, la situación se ha ido revirtiendo. Empero, persisten nubarrones sobre el aprovechamiento del tiempo en el sistema educativo estatal, fácilmente asociables con fenómenos que fueron heredados de gobiernos pasados.

Derivado de ello, hoy tenemos a dos expresiones de la CNTE en plena movilización, en búsqueda de concretar la minuta, el acuerdo o el pacto con el gobierno estatal, para obtener recursos que les otorguen ganancias a sus cúpulas y operatividad a sus obesas estructuras organizativas, conformadas por cientos de personas. El costo es altísimo: pérdida de días y horas de clases para los estudiantes michoacanos.

La presencialidad escolar es insustituible. Numerosas investigaciones en el orbe entero han demostrado la importancia del retorno a las escuelas para mejorar el aprendizaje, la situación socioemocional y recibir los beneficios de programas de apoyo socioeducativo. Los bloqueos, los cierres anticipados y la conversión de escuelas en guarderías para entretener a los estudiantes hasta la hora de salida solamente logran retraso en los aprendizajes esperados, la pérdida de la oportunidad de recuperar el tiempo perdido en el confinamiento o de explorar actividades extracurriculares.

Quienes convocan a abandonar las aulas en cualesquiera de las modalidades mencionadas sólo piensan en sus intereses, se olvidan del ejercicio pleno de los derechos de la niñez y juventud en Michoacán a estar, aprender y participar en las escuelas, así como de su bienestar presente y futuro, poniendo en entredicho la sostenibilidad social.

Cuales aves fénix de sus contradicciones, en aras de lavar su conflicto de intereses, los amanuenses de la CNTE osaron vaciar de significado la gesta pedagógica finlandesa, para cerrar las escuelas michoacanas a principio de julio, siendo que, en Michoacán, ni en los mejores planteles hubo 185 días presenciales de clases durante el actual ciclo escolar.

Esta clase de perversidades nos recuerda que, las cúpulas de la organización de las cuatro letras han contribuido inmensamente al rezago educativo en la entidad, con un daño incuantificable por el momento, toda vez que no se ha podido diagnosticar censalmente el logro en el aprendizaje de los estudiantes de educación básica, precisamente por bloqueos fabricados por los mismos personajes. Con ello, se privatizan los beneficios del cierre anticipado y la pérdida de clases, pero se socializan los costos afectando a más de un millón de estudiantes en su formación y sus trayectorias de vida.

Tenemos la oportunidad de levantar la voz y de hacer una respetuosa, pero firme demanda a la autoridad: ¡Digamos no al cierre anticipado del Ciclo Escolar 2021-2022 y a los paros de labores en las escuelas michoacanas!

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles *Doctor en Ciencias en Desarrollo Regional y Director General de Mexicanos Primero capítulo Michoacán.

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