/ martes 15 de marzo de 2022

La inseguridad

La inseguridad parece no disminuir, hechos palpables lo demuestran más allá de la percepción que va en el mismo tenor, balaceras, masacres y el asunto de las barras llamados eufemísticamente grupos de animación que provocaron el horror en Querétaro el 5 de marzo son actos consumados que se vinculan al crimen.

Son necesarias otras políticas públicas que ataquen frontalmente al hampa y sus secuelas que elevan el grado de incertidumbre, indefensión y pánico porque hace tiempo se han instalado en nuestra cotidianidad, no se vislumbra alguna solución a corto plazo y ello genera aún mayor zozobra.

Sócrates planeó que el destino de las personas no solo se trataba de vivir sino de vivir bien, ello en la polis de la filosofía que fue Atenas, actualmente si nos remitimos al pensamiento clásico recordaremos que la teleología de la política fue el bien común, probablemente una utopía aunque válida en todo tiempo y lugar.

En los últimos tiempos se han asesinado más de una decena de presidentes municipales, el último en Aguililla en la Tierra Caliente de Michoacán, en muchos casos ha prevalecido la impunidad, ésta es ya un problema estructural que acompaña a la funesta narrativa diaria por la magnitud de los hechos que suceden.

Urge poner el acento en el combate a la inseguridad porque de lo contrario la pérdida de vidas, la merma en las actividades económicas y el miedo cada vez serán más evidentes con daños incontables, urge un nuevo diseño institucional para enfrentar con toda la fuerza del estado la mencionada cantidad de flagelos.

En otro asuntos, casi de noche pasó el aniversario fundacional del Partido Revolucionario Institucional que recién cumplió 93 años, Plutarco Elías Calles en aquellos tiempos fue el llamado jefe máximo ante la muerte de Álvaro Obregón, el genera invicto, en 1929 fue el Partido Nacional Revolucionario.

Actualmente el PRI vive en una crisis evidente porque ha perdido uno a uno los bastiones que significaron feudos importantes a través de las décadas transcurridas y seguramente perderá más en el corto plazo, así lo prevén algunos estudios en la materia de la comunicación política.

Durante 71 años consecutivos el PRI se mantuvo en el poder, bailó al ritmo de los presidentes de dicha extracción, muchos de ellos disímbolos, por ejemplo de Lázaro Cárdenas a Miguel Alemán o Adolfo López Mateos y Carlos Salinas de Gortari, evocar al tricolor es hacerlo con las modas sexenales, el periodo del desarrollo estabilizador como estado benefactor o administraciones plegadas a las recetas externas para acelerar la transición al neoliberalismo.

El ADN del PRI está presente en diversos partidos, pareciera que fue una escuela de cuadros, el Partido de la Revolución Democrático o incluso Morena tuvieron y tienen entre sus fundadores a personajes de extracción tricolor.

Actualmente el PRI parece vivir su declinación, disminuida su presencia y su representación en cargos de representación popular, al final del día parece que es un asunto lógico que invoca pasados porque todas las organizaciones viven sus momentos plenos de empoderamiento, aunque también les alcanza el ocaso, la declinación como efecto natural.

La inseguridad parece no disminuir, hechos palpables lo demuestran más allá de la percepción que va en el mismo tenor, balaceras, masacres y el asunto de las barras llamados eufemísticamente grupos de animación que provocaron el horror en Querétaro el 5 de marzo son actos consumados que se vinculan al crimen.

Son necesarias otras políticas públicas que ataquen frontalmente al hampa y sus secuelas que elevan el grado de incertidumbre, indefensión y pánico porque hace tiempo se han instalado en nuestra cotidianidad, no se vislumbra alguna solución a corto plazo y ello genera aún mayor zozobra.

Sócrates planeó que el destino de las personas no solo se trataba de vivir sino de vivir bien, ello en la polis de la filosofía que fue Atenas, actualmente si nos remitimos al pensamiento clásico recordaremos que la teleología de la política fue el bien común, probablemente una utopía aunque válida en todo tiempo y lugar.

En los últimos tiempos se han asesinado más de una decena de presidentes municipales, el último en Aguililla en la Tierra Caliente de Michoacán, en muchos casos ha prevalecido la impunidad, ésta es ya un problema estructural que acompaña a la funesta narrativa diaria por la magnitud de los hechos que suceden.

Urge poner el acento en el combate a la inseguridad porque de lo contrario la pérdida de vidas, la merma en las actividades económicas y el miedo cada vez serán más evidentes con daños incontables, urge un nuevo diseño institucional para enfrentar con toda la fuerza del estado la mencionada cantidad de flagelos.

En otro asuntos, casi de noche pasó el aniversario fundacional del Partido Revolucionario Institucional que recién cumplió 93 años, Plutarco Elías Calles en aquellos tiempos fue el llamado jefe máximo ante la muerte de Álvaro Obregón, el genera invicto, en 1929 fue el Partido Nacional Revolucionario.

Actualmente el PRI vive en una crisis evidente porque ha perdido uno a uno los bastiones que significaron feudos importantes a través de las décadas transcurridas y seguramente perderá más en el corto plazo, así lo prevén algunos estudios en la materia de la comunicación política.

Durante 71 años consecutivos el PRI se mantuvo en el poder, bailó al ritmo de los presidentes de dicha extracción, muchos de ellos disímbolos, por ejemplo de Lázaro Cárdenas a Miguel Alemán o Adolfo López Mateos y Carlos Salinas de Gortari, evocar al tricolor es hacerlo con las modas sexenales, el periodo del desarrollo estabilizador como estado benefactor o administraciones plegadas a las recetas externas para acelerar la transición al neoliberalismo.

El ADN del PRI está presente en diversos partidos, pareciera que fue una escuela de cuadros, el Partido de la Revolución Democrático o incluso Morena tuvieron y tienen entre sus fundadores a personajes de extracción tricolor.

Actualmente el PRI parece vivir su declinación, disminuida su presencia y su representación en cargos de representación popular, al final del día parece que es un asunto lógico que invoca pasados porque todas las organizaciones viven sus momentos plenos de empoderamiento, aunque también les alcanza el ocaso, la declinación como efecto natural.

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