/ jueves 28 de febrero de 2019

Euterpe

La música es el arte de combinar sonidos y silencios, porque sin el silencio, la música no tendría sentido. Pero ¿cuánto es demasiado silencio? En este mundo de disonancias, parece ser que requerimos más silencio de lo que creemos, pero se necesita ser valiente para enfrentar lo que el silencio tiene para ofrecer.

Los monjes trapenses tal vez sean los mayores conocedores de este tema, como lo expresara el famoso monje Thomas Merton al describir su anhelo: “Sentarse quieto mientras sale el Sol sobre la tierra y llena sus silencios con luz”. En el silencio se puede reflejar lo mismo, júbilo que tristeza y es un prerrequisito para establecer una conexión profunda con los demás, porque si no callamos, no podemos escuchar.

Desde otra perspectiva, el silencio puede resultar opresivo bajo ciertas circunstancias, casi se podría decir que el silencio tiene textura, se “nota”al entrar a una casa inhabitada por mucho tiempo, en el interior de un convento o un espeso bosque. En cierto modo, el silencio se puede manifestar casi “corpóreamente”,su parte tangible se manifiesta al modo de una sinestesia donde se siente, lo que no se escucha.

El silencio viene a ser una parte de la naturaleza que provoca en la humanidad asombro como, por ejemplo, cuando nos sumergimos bajo el agua y la música acuática se nos presenta como abombada. En estos tiempos de ruidos y notificaciones en el celular, quién no quisiera traer de vez en cuando una pecera sobre los hombros para sentir un poco de esa música acuática y recobrarla paz; gozar de momentos de silencio puede ser casi un lujo, pero no por ello éstos han desaparecido del todo.

El silencio puede ser un lugar o un momento, por ejemplo, cuando vagas por tu interior, cuando te duchas, cuando paseas, cuando te transportas y miras a través de la ventana hacia el exterior de ti mismo; el silencio también es un atuendo, es la bata que usan los científicos cuando experimentan o los estudiosos cuando se concentran.

Podríamos decir que el silencio es lo que el cero es para las matemáticas o lo que el vacío simboliza para los jardines en en la cultura japonesa, donde se estima la “belleza del vacío”. Para los que ven más allá del vacío, la explicación del vaso lo engloba todo. El vaso no es el objeto de cristal, sino que es el vacío que justamente contiene en su interior. Sin el vacío, el vaso no podría contener al agua.

La importancia del silencio para la música es fundamental. Es como ventilar una habitación y dejar que se refresque. El silencio es una pausa que enfatiza el poder del sonido. Por eso, para que un concierto tenga concierto, es decir,para que fluya en armonía, indispensable es que posea un ciclo, es decir, que siga un patrón de sonidos y silencios, de lo contrario las piezas musicales serían simplemente estridencia sin orden.

Además de “sentirse”, el silencio también se puede “ver”, sobre todo en la poesía.Cuando leemos un texto en verso, el ritmo no es otro que la cadencia de la entonación,pero también de las pausas entre las sílabas. A su vez, las comas y los puntos son justamente signos de silencio que nos marcan las inflexiones que debe realizarla voz, no solamente la voz pronunciada, sino también la voz interior que todos escuchamos en nuestra mente cada vez que leemos.

Nuestra voz interior al leer también lleva un compás dependiendo de los signos de puntuación y por ello los escritores pueden jugar con nuestros sentidos dependiendo del tropel de palabras y comas que nos “avienten” para sofocar nos sin permitirnos respirar entre pausas o bien, nos dejan la duda dejando silencios clave, con el uso de tres simples puntos…

En ese orden de cosas, la organización de cada célula, el movimiento de todos los astros, el fluir de las cascadas, la gacela que corre, la abeja que zumba, el suspiro del soñador, el bebé que respira y llena de llanto la sala, el atleta que horada el tartán, todo lleva un concierto de silencios y sonidos, porque todo en la vida es música. (L)

La música es el arte de combinar sonidos y silencios, porque sin el silencio, la música no tendría sentido. Pero ¿cuánto es demasiado silencio? En este mundo de disonancias, parece ser que requerimos más silencio de lo que creemos, pero se necesita ser valiente para enfrentar lo que el silencio tiene para ofrecer.

Los monjes trapenses tal vez sean los mayores conocedores de este tema, como lo expresara el famoso monje Thomas Merton al describir su anhelo: “Sentarse quieto mientras sale el Sol sobre la tierra y llena sus silencios con luz”. En el silencio se puede reflejar lo mismo, júbilo que tristeza y es un prerrequisito para establecer una conexión profunda con los demás, porque si no callamos, no podemos escuchar.

Desde otra perspectiva, el silencio puede resultar opresivo bajo ciertas circunstancias, casi se podría decir que el silencio tiene textura, se “nota”al entrar a una casa inhabitada por mucho tiempo, en el interior de un convento o un espeso bosque. En cierto modo, el silencio se puede manifestar casi “corpóreamente”,su parte tangible se manifiesta al modo de una sinestesia donde se siente, lo que no se escucha.

El silencio viene a ser una parte de la naturaleza que provoca en la humanidad asombro como, por ejemplo, cuando nos sumergimos bajo el agua y la música acuática se nos presenta como abombada. En estos tiempos de ruidos y notificaciones en el celular, quién no quisiera traer de vez en cuando una pecera sobre los hombros para sentir un poco de esa música acuática y recobrarla paz; gozar de momentos de silencio puede ser casi un lujo, pero no por ello éstos han desaparecido del todo.

El silencio puede ser un lugar o un momento, por ejemplo, cuando vagas por tu interior, cuando te duchas, cuando paseas, cuando te transportas y miras a través de la ventana hacia el exterior de ti mismo; el silencio también es un atuendo, es la bata que usan los científicos cuando experimentan o los estudiosos cuando se concentran.

Podríamos decir que el silencio es lo que el cero es para las matemáticas o lo que el vacío simboliza para los jardines en en la cultura japonesa, donde se estima la “belleza del vacío”. Para los que ven más allá del vacío, la explicación del vaso lo engloba todo. El vaso no es el objeto de cristal, sino que es el vacío que justamente contiene en su interior. Sin el vacío, el vaso no podría contener al agua.

La importancia del silencio para la música es fundamental. Es como ventilar una habitación y dejar que se refresque. El silencio es una pausa que enfatiza el poder del sonido. Por eso, para que un concierto tenga concierto, es decir,para que fluya en armonía, indispensable es que posea un ciclo, es decir, que siga un patrón de sonidos y silencios, de lo contrario las piezas musicales serían simplemente estridencia sin orden.

Además de “sentirse”, el silencio también se puede “ver”, sobre todo en la poesía.Cuando leemos un texto en verso, el ritmo no es otro que la cadencia de la entonación,pero también de las pausas entre las sílabas. A su vez, las comas y los puntos son justamente signos de silencio que nos marcan las inflexiones que debe realizarla voz, no solamente la voz pronunciada, sino también la voz interior que todos escuchamos en nuestra mente cada vez que leemos.

Nuestra voz interior al leer también lleva un compás dependiendo de los signos de puntuación y por ello los escritores pueden jugar con nuestros sentidos dependiendo del tropel de palabras y comas que nos “avienten” para sofocar nos sin permitirnos respirar entre pausas o bien, nos dejan la duda dejando silencios clave, con el uso de tres simples puntos…

En ese orden de cosas, la organización de cada célula, el movimiento de todos los astros, el fluir de las cascadas, la gacela que corre, la abeja que zumba, el suspiro del soñador, el bebé que respira y llena de llanto la sala, el atleta que horada el tartán, todo lleva un concierto de silencios y sonidos, porque todo en la vida es música. (L)

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