/ lunes 14 de enero de 2019

Educación de calidad o de excelencia

El término calidad nació del espacio tecnológico, al establecer si un producto responde a determinados estándares, garantiza que satisface las necesidades por lo cual fue hecho. La educación es un servicio y una vocación que satisface una necesidad, por tanto, es el término más adecuado a tener en cuenta lo que necesitan los educandos. Es la excelencia como cualidad o logro de alguien que llega casi a la perfección, medido a través de un patrón; en el terreno personal, es preferible el término “educación excelente” que “excelencia educativa”.

Ya se tienen nuevos gobiernos, el principal es el de la Presidencia de la República, los gobernadores electos el 1 de julio del año pasado, los senadores, diputados hasta llegar a los ayuntamientos; todos con nuevas autoridades y los problemas aún continúan en este nuevo año 2019, iniciando con poca gasolina y paro laboral del magisterio desde el 7 de enero.

Argumento el tema con el antecedente de acudir a la fuente de un Congreso realizado en San Luis Potosí el año pasado, haciéndolo con toda la seriedad y solemnidad por el trato de los distintos contenidos en los que se puede intervenir en la vida nacional, con propuestas serias, formales y bien fundamentadas, en lo personal y por ponentes y participantes en congresos o simposios, surgidos de intelectuales, militares con alto grado, médicos, profesores, empresarios, abogados y de distintas profesiones y campos.

En lo educativo, ahí se abordó a profundidad con el objetivo surgido en un contexto filosófico, de impulsar y fortalecer la escuela pública como vía para el crecimiento y desarrollo económico, social y cultural de la sociedad mexicana en base a principios éticos, humanistas y morales, analizando el perfil profesional del maestro de educación básica, las instituciones formadoras de docentes, los movimientos sindicales y la educación en los países nórdicos.

Al desarrollar la temática sobre la seguridad nacional, se parte desde el análisis desde el punto de vista constitucional, los derechos, las garantías individuales y los mecanismos legales para tener la seguridad a la que se aspira, entre los ciudadanos y la sociedad en general,

Apoyándome en los conceptos de José Gimeno Sacristán, coincido en que las escuelas, los institutos, las universidades o el profesorado excelentes no se crean por regulaciones legales o administrativas, sino por el afianzamiento de políticas que apoyen el buen hacer y no toleren lo que lo entorpezca. En relación con el alumno excelente es el buen alumno, pero en el proceso educativo, no se deben excluir a los alumnos que presentan características de ser considerados como los peores, los pendencieros, los que no saben apreciar las esencias de una educación que no aprovechan, añadiendo el argumento de que los débiles académicamente entorpecen y frenan la fecunda enseñanza de una parte de los profesores que ven cómo su semilla esparcida para todos no germina en un porcentaje significativo del alumnado, es la tierra infértil del sistema.

La decisión de lograr la excelencia no debe tener fácil retorno, sin confundir que el genio o excelente viene de origen, teniendo que aprovechar la continuidad de la enseñanza desde el nivel inicial, logrando hasta el nivel superior tener estudiantes brillantes en todas las escuelas.

La excelencia que se busca, sin tener como objetivo sólo la calidad, tomará sin duda en cuenta, que los alumnos superdotados se adaptan mal en las estructuras de funcionamiento del modelo educativo tradicional, puesto que se aburren o manifiestan inapetencia intelectual por unos contenidos a los que no les ven sentido. Esperamos que la educación en la cuarta transformación, con los suficientes argumentos en lugar de buscar la calidad, busque la excelencia, sin que se llegue al elitismo, pues ahora el problema que tienen debe superar la equidad y mejorar el talento. ¿Qué esperamos: educación de calidad o de excelencia? (--)

El término calidad nació del espacio tecnológico, al establecer si un producto responde a determinados estándares, garantiza que satisface las necesidades por lo cual fue hecho. La educación es un servicio y una vocación que satisface una necesidad, por tanto, es el término más adecuado a tener en cuenta lo que necesitan los educandos. Es la excelencia como cualidad o logro de alguien que llega casi a la perfección, medido a través de un patrón; en el terreno personal, es preferible el término “educación excelente” que “excelencia educativa”.

Ya se tienen nuevos gobiernos, el principal es el de la Presidencia de la República, los gobernadores electos el 1 de julio del año pasado, los senadores, diputados hasta llegar a los ayuntamientos; todos con nuevas autoridades y los problemas aún continúan en este nuevo año 2019, iniciando con poca gasolina y paro laboral del magisterio desde el 7 de enero.

Argumento el tema con el antecedente de acudir a la fuente de un Congreso realizado en San Luis Potosí el año pasado, haciéndolo con toda la seriedad y solemnidad por el trato de los distintos contenidos en los que se puede intervenir en la vida nacional, con propuestas serias, formales y bien fundamentadas, en lo personal y por ponentes y participantes en congresos o simposios, surgidos de intelectuales, militares con alto grado, médicos, profesores, empresarios, abogados y de distintas profesiones y campos.

En lo educativo, ahí se abordó a profundidad con el objetivo surgido en un contexto filosófico, de impulsar y fortalecer la escuela pública como vía para el crecimiento y desarrollo económico, social y cultural de la sociedad mexicana en base a principios éticos, humanistas y morales, analizando el perfil profesional del maestro de educación básica, las instituciones formadoras de docentes, los movimientos sindicales y la educación en los países nórdicos.

Al desarrollar la temática sobre la seguridad nacional, se parte desde el análisis desde el punto de vista constitucional, los derechos, las garantías individuales y los mecanismos legales para tener la seguridad a la que se aspira, entre los ciudadanos y la sociedad en general,

Apoyándome en los conceptos de José Gimeno Sacristán, coincido en que las escuelas, los institutos, las universidades o el profesorado excelentes no se crean por regulaciones legales o administrativas, sino por el afianzamiento de políticas que apoyen el buen hacer y no toleren lo que lo entorpezca. En relación con el alumno excelente es el buen alumno, pero en el proceso educativo, no se deben excluir a los alumnos que presentan características de ser considerados como los peores, los pendencieros, los que no saben apreciar las esencias de una educación que no aprovechan, añadiendo el argumento de que los débiles académicamente entorpecen y frenan la fecunda enseñanza de una parte de los profesores que ven cómo su semilla esparcida para todos no germina en un porcentaje significativo del alumnado, es la tierra infértil del sistema.

La decisión de lograr la excelencia no debe tener fácil retorno, sin confundir que el genio o excelente viene de origen, teniendo que aprovechar la continuidad de la enseñanza desde el nivel inicial, logrando hasta el nivel superior tener estudiantes brillantes en todas las escuelas.

La excelencia que se busca, sin tener como objetivo sólo la calidad, tomará sin duda en cuenta, que los alumnos superdotados se adaptan mal en las estructuras de funcionamiento del modelo educativo tradicional, puesto que se aburren o manifiestan inapetencia intelectual por unos contenidos a los que no les ven sentido. Esperamos que la educación en la cuarta transformación, con los suficientes argumentos en lugar de buscar la calidad, busque la excelencia, sin que se llegue al elitismo, pues ahora el problema que tienen debe superar la equidad y mejorar el talento. ¿Qué esperamos: educación de calidad o de excelencia? (--)